Un amable oyente de Costa Rica se ha comunicado con nosotros para hacernos la siguiente consulta: Cuando en el libro de Apocalipsis se habla de los mensajes a las siete iglesias en Asia, se dirige los mensajes al ángel de tal o cual iglesia. ¿Se puede entender que este ángel es el pastor de la iglesia? 

Muchas gracias por su consulta amable oyente. Efectivamente cuando en el libro de Apocalipsis se trata el asunto de los mensajes a las siete iglesias locales en el Asia, el Señor Jesucristo, quien es el autor de los mensajes, ordena a un ángel que escriba determinado mensaje a cada una de las siete iglesias locales. Note lo que dice la primera parte de Apocalipsis 2:1. Escribe al ángel de la iglesia en Efeso. Esta es la forma de introducción para las restantes seis iglesias. Es decir Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. ¿Quién es este ángel en cada una de las siete iglesias locales? Pues, dejemos que la misma Biblia responde esta pregunta. En la descripción del Señor Jesucristo glorificado, encontramos lo siguiente, en Apocalipsis 1:16. La Biblia dice: Tenía en su diestra siete estrellas;  de su boca salía una espada aguda de dos filos;  y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.

El Señor Jesucristo glorificado aparece teniendo siete estrellas en su mano derecha. Se trata de un lenguaje simbólico. El mismo libro de Apocalipsis nos muestra lo que las estrellas simbolizan. Para saberlo leamos Apocalipsis 1:20. La Biblia dice: El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra,  y de los siete candeleros de oro:  las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias,  y los siete candeleros que has visto,  son las siete iglesias.

Las siete estrellas que aparecen en la mano derecha del Señor Jesucristo glorificado, simbolizan a los ángeles de las siete iglesias. Es a estos ángeles a quienes el Señor Jesucristo glorificado ordena escribir un mensaje a cada iglesia local en Asia. La palabra ángel significa básicamente: Mensajero. Este mensajero podría ser, según algunos, un ser angelical que representa a cada una de las siete iglesias, otros piensan que podría ser un pastor u obispo o anciano de cada una de las siete iglesias. Otros piensan que simplemente es se trata de una persona que fue nombrada como mensajero para que tome el mensaje que el apóstol Juan escribió en Patmos, por orden de Jesucristo, y lo lleve a cada una de las siete iglesias. En lo que a mí respecta, me siento más cómodo pensando que se trata de uno de los obispos, pastores o ancianos de cada iglesia local.

Desde Venezuela nos escribe un amigo oyente y dice lo siguiente: Antes de recibir a Cristo como mi Salvador estaba totalmente entregado a la pornografía y a la masturbación. A raíz que el Señor me salvó, experimenté victoria sobre estos vicios y por un buen tiempo viví libre de ellos, pero nuevamente he vuelto a caer en lo mismo por lo cual me siento perturbado. He perdido perdón a Dios, pero a pesar de eso, sigo cayendo. Necesito su consejo.

Con mucho gusto amable oyente. Antes de sugerir algunas ideas para que se libre de la pornografía y la masturbación, me gustaría animarle con el hecho de que aunque ha tropezado y ha caído en el pecado, sin embargo no todo está perdido. Todavía hay esperanza. Lo prudente es que usted reconozca su pecado, como ya lo ha hecho, luego, es necesario que confiese a Dios su pecado, como también ya lo ha hecho, y finalmente es necesario que se aparte del pecado, lo cual todavía le falta hacer. La pornografía y lo que siempre va de la mano con ella, la masturbación, son algunos de los tantos usos impropios del sexo. Como Ud. sabe, el sexo fue creado por Dios y es por tanto algo puro. En su soberanía, Dios limitó el uso del sexo a la relación de un hombre con una mujer los cuales previamente se han unido en matrimonio.

Todo uso del sexo fuera del marco legítimo que Dios ha establecido para su uso, es contrario a la voluntad de Dios. La pornografía y la masturbación caen dentro de este uso inapropiado del sexo. Por otro lado, la tentación al mal uso del sexo es extremadamente poderosa tanto en los jóvenes como en los que no estamos tan jóvenes. A decir verdad, mientras estemos en este mundo, sin importar la edad que tengamos y sin importar la madurez espiritual que tengamos, todavía podemos ser fácil presa de la tentación al mal uso del sexo. Par apartarnos del pecado de la pornografía y la masturbación es necesario tomar medidas drásticas. Por eso, la Biblia recomienda huir de las tentaciones de índoles sexual.

2ª Timoteo 2:22 dice: «Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.»

Ante una tentación de índole sexual, la responsabilidad de todo creyente es huir. Huir significa irse lo más lejos posible y lo más pronto posible de algo que reviste algún peligro. Esto es lo que Ud. necesita hacer para no caer en la tentación a la pornografía y la masturbación.

Parte del huir para Ud. implicará destruir todas las revistas pornográficas que tenga escondidas en algún lado. Implicará alejarse de los amigos que le incitan a la pornografía. Implicaría que deje de frecuentar lugares en los cuales Ud. sabe que sus ojos van a ser expuestos a la pornografía. Implicaría cambiar de canal o apagar el televisor cuando aparece una escena escabrosa. Implicaría abstenerse de ir al cine. Implicaría dejar de oír chistes obscenos que son comunes en la rueda de amigos.

La idea no es que Ud. se vuelva legalista o mojigato, la idea es que Ud. está huyendo de las pasiones juveniles como una medida necesaria para evitar caer en la pornografía y en la masturbación. Pero por otro lado, además de huir en el sentido de alejarse de la tentación sexual es necesario huir hacia el refugio que ofrece la palabra de Dios, la Biblia.

Ponga atención a lo que dice Salmo 119: 9-11 «¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. Con todo mi corazón te he buscado; no me dejes desviarme de tus mandamientos. En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.»

El salmista hace una gran pregunta: ¿Con qué limpiará el joven su camino? Es de cierto modo la misma pregunta que Ud. se ha hecho. ¿Cómo puedo vencer la tentación a la pornografía y a la masturbación? La respuesta es con guardar la palabra de Dios. Guardar la palabra de Dios significa conocer la palabra de Dios, entender la palabra de Dios, meditar en la palabra de Dios, memorizar la palabra de Dios y practicar la palabra de Dios.

Por eso dice el texto: En mi corazón, o en mi proceso de pensamiento, he atesorado la palabra de Dios y eso me ha permitido no pecar contra Dios. Si Ud. , no quiere ceder a la tentación de la pornografía y la masturbación, necesita huir de todo lo que tenga que ver con ello y llenar su mente con la palabra de Dios. Esto le permitirá pensar como Dios piensa, amar lo que Dios ama, odiar lo que Dios odia y vivir como Cristo vivió cuando estuvo en la tierra.

Usted por experiencia propia ya sabe que es posible vivir en pureza sexual mediante el poder del Espíritu Santo. Por algún tiempo usted ya ha vivido libre de caer en la pornografía y la masturbación. Si ha caído nuevamente es porque seguramente ha debilitado sus defensas y se ha expuesto a las tentaciones. Examine su vida. ¿Se está acercando demasiado al fuego del pecado sexual? No vale la pena que lo haga, porque de seguro caerá en él. ¿Está invirtiendo tiempo en la palabra de Dios? No es suficiente oír la palabra de Dios, necesita también leer por usted mismo la palabra de Dios, necesita estudiar la palabra de Dios, necesita meditar la palabra de Dios y necesita memorizar la palabra de Dios. ¿Está invirtiendo tiempo en la oración? Si no está orando es muy difícil que logre tener el poder para vivir en santidad. ¿Está ocupando su tiempo en servir a Dios? No olvide el viejo dicho: Mente desocupada es el mejor taller para Satanás. Ocupe su mente en algo que tenga que ver con el Señor. No olvide que usted murió juntamente con Cristo de modo que ya está muerto al pecado. Cada vez que ataque la tentación a la pornografía y la masturbación, considérese muerto al pecado y resista en el poder del Espíritu Santo a complacer lo que ardientemente pide su vieja naturaleza. No olvide la única manera de vencer la tentación a la pornografía y la masturbación es huyendo. Huyendo de todo lo que incite a cometer estos pecados y huyendo hacia la palabra de Dios, y el servicio a Él.

 

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