A través del correo electrónico se ha comunicado con nosotros un amigo oyente quien nos pide nuestra opinión acerca de un predicador que ha enseñado que América Latina no va a ser tocada ni por la tribulación ni por la gran tribulación.
Gracias por su consulta amable oyente. Si lo que este predicador ha enseñado es lo que usted dice en su consulta, yo no encuentro ningún fundamento bíblico para una enseñanza así. Lo que la Biblia enseña es que está muy cercano el momento cuando el Señor Jesús vendrá de su morada actual a las nubes, para arrebatar a su iglesia, entendiéndose como iglesia, todos los que hemos recibido a Cristo como Salvador sin importar si ya hemos muerto o estemos vivos el instante que ocurra el arrebatamiento. 1 Tesalonicenses 4:16-17 dice: Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.
1Th 4:17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.
Este es un evento en el cual participaremos solamente los creyentes. Lo único que notarán los que no son creyentes es la súbita y para ellos inexplicable desaparición de millones de personas en este mundo. Este evento, aparece también en el libro de Apocalipsis capítulo 4, versículo 1. Note lo que dice: Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.
Al instante, Juan el apóstol, el autor humano del libro de Apocalipsis, se encontró en el Espíritu en el cielo y la descripción de esta gloriosa experiencia aparece en Apocalipsis 4:2 hasta el final de Apocalipsis capítulo 5. Es como si se cerrara el telón al final de Apocalipsis capítulo 5. Cuando se vuelve a abrir el telón, la escena ya no es en el cielo sino en la tierra. Ha comenzado la tribulación. A partir de capítulo 6 de Apocalipsis, la Biblia relata los juicios que Dios va a derramar sobre el mundo incrédulo. Primero los juicios de los sellos, después los juicios de las trompetas y después los juicios de las copas. El último juicio de las copas culmina con la segunda venida del Señor Jesucristo y los eventos que ocurrirán a raíz de ello. Ponga atención a lo que dice la Biblia en cuanto al último juicio de las copas, el juicio de la séptima copa. Leo en Apocalipsis 16:17-21. La Biblia dice: El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está.
Rev 16:18 Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra.
Rev 16:19 Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira.
Rev 16:20 Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados.
Rev 16:21 Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande.
Así como en este juicio, también en todos los otros juicios, el castigo de Dios es sobre toda la tierra y sobre todos los hombres. En ninguna parte de la Biblia aparece el más mínimo indicio de que, de alguna manera, estos juicios no van a afectar a América Latina. Sería algo absurdo porque en América Latina también existen incrédulos que deben recibir el justo juicio de Dios durante la tribulación.
La segunda consulta del día de hoy, nos llega por medio de Internet y dice así: crecí en un hogar disfuncional, en otras palabras crecí sin mi padre, eso provocó un enorme vacío en mí, que con el paso del tiempo, en mi caso, resultó en una atracción hacia la figura masculina. Fue así como a cierta edad reconocí que era homosexual. Sufrí demasiado por tal situación. Gracias a Dios conocí a Cristo-Jesús y su gran amor perfecto que llena todo vacío, y lo recibí como mi Salvador. Dios ha sido maravilloso conmigo, me ha bendecido muchísimo y tengo paz. Dios ha pulido mi vida a tal punto que la actividad homosexual en mi vida ha quedado anulada. Pero me siento indigno y hasta cierto punto desesperado porque a pesar de que ya han pasado muchos años, sigo teniendo inclinación hacia el homosexualismo e incluso continuo enamorándome de hombres, Y LO ÚNICO QUE HE HECHO ES ABSTENERME DE TENER INTIMIDAD CON ELLOS. QUISIERA QUE DIOS TOME EL CONTROL DE ESA ÁREA DE MI VIDA. Por favor aconséjeme, no quiero ofender a Dios.
Gracias por compartir su testimonio con nosotros y con nuestros amigos oyentes. El homosexual no nace sino se hace. Si el homosexual naciera homosexual, Dios no tendría ningún derecho para condenar la homosexualidad, como lo condena con tanta severidad en la Biblia. Por supuesto que por la presencia del pecado en el mundo, existen ciertos factores o circunstancias que predisponen a que un hombre se vuelva homosexual, como usted nos cuenta que fue su caso, pero eso no significa que Dios hace a alguien homosexual. Un experto en aconsejar a homosexuales ha escrito lo siguiente: La homosexualidad no es hereditaria ni resultado de algún tipo de desequilibrio glandular, o de una codificación de genes o cromosomas. Los homosexuales se hacen, no nacen. Por mis 25 años de experiencia en consejería a homosexuales, creo firmemente que la homosexualidad es aprendida como una reacción frente a las experiencias dolorosas de la infancia, razón por la cual puede ser desaprendida. Hasta aquí lo que dice este experto. Por supuesto que desaprender la homosexualidad es un proceso largo y no está libre de tropiezos, caídas, levantadas, victorias y derrotas. Todo comienza en el punto que usted ya ha experimentado, me refiero a reconocer que la homosexualidad es pecado, que el pecado es condenado por Dios, que Dios ama al homosexual aunque aborrece la homosexualidad, y que por ese amor, envió a su Hijo, el Señor Jesucristo para morir en la cruz del Calvario, de modo que todo pecador, dentro de ello el homosexual, sea perdonado de su pecado y pueda tener una nueva vida. Al reconocer todo esto, se debe recibir al Señor Jesús como Salvador personal de la manera que usted ya lo ha hecho. A partir de ese momento comienza el proceso de restauración para el homosexual. Para esto, se necesita en primer lugar que el homosexual tenga la firme convicción y deseo de dejar atrás la homosexualidad. En segundo lugar, se requiere que el homosexual no dependa de su propia fuerza de voluntad para dejar atrás la homosexualidad, sino que dependa del poder del Espíritu Santo. En tercer lugar, se necesita la ayuda de un hermano en la fe, maduro en las cosas del Señor que sirva de consejero. Los pastores o ancianos en las iglesias pueden hacer un buen trabajo en este sentido. Gracias a Dios que usted ha superado ya la etapa de tener intimidad homosexual. Pero la lucha no ha terminado. No olvide que la homosexualidad puede ser desaprendida. La meta para usted no debe ser solamente abandonar la intimidad homosexual sino como es su deseo, llegar a ser heterosexual y si es la voluntad de Dios, inclusive llegar a casarse con una mujer y formar una familia temerosa de Dios, abandonando todo pensamiento o inclinación homosexual. Tal vez parezca algo imposible para usted, pero no olvide que para Dios nada es imposible. Es más, existe cantidad de casos de homosexuales que por el poder de Dios ahora están casados, tienen hijos, sirven al Señor como pastores, y la homosexualidad es solamente un recuerdo distante de una pesadilla en su vida. Mi consejo específico para usted es que en primer lugar persevere en su vida de pureza en todo sentido, pero más en el área de su debilidad, me refiero a la homosexualidad. Aléjese de cualquier persona o ambiente que pueda incitar alguna reacción de tipo homosexual. En segundo lugar, busque un consejero cristiano competente con quien pueda reunirse periódicamente para que le oriente en cuanto a sus pensamientos y a esa inclinación a enamorarse de hombres que todavía persiste en su vida. No enfrente solo esta lucha. Investigue si donde usted vive existe algún grupo cristiano de apoyo a los que están luchando para abandonar la homosexualidad. Esto podría ser de gran ayuda para usted. No olvide que Dios es capaz de cambiarle tan radicalmente al punto que cuando mire a otro hombre no se despierte en usted el mínimo de interés en lo sexual, tal cual como sucede con un hombre heterosexual. En tercer lugar, haga de esta meta, el motivo de oración constante en su vida y comparta esta necesidad con personas de confianza para que ellos también oren por usted. Ore con fe, realmente creyendo que Dios le va a transformar radicalmente. En cuarto lugar, busque una iglesia local bíblica, doctrinalmente sana, en donde pueda crecer espiritualmente y recibir el consejo de los pastores. En quinto lugar, llene su mente de la palabra de Dios, oyéndola, leyéndola, estudiando, meditando, memorizándola, compartiéndola, y sobre todo, aplicándola a su vida. Procure encontrar toda su satisfacción en la persona del Señor Jesucristo. No será de un día para otro, no olvide que es un proceso, pero llegará un momento en su vida cuando las prácticas y los pensamientos homosexuales serán simplemente esqueletos que no vale la pena hacerlos resucitar.
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