Desde Argentina nos escribe un amigo oyente y nos dice lo siguiente: Dios les bendiga hermanos de La Biblia Dice… Quiero formular una pregunta. Según 2 Timoteo La Biblia dice que toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para reargüir, edificar, exhortar, pero el libro de Romanos, capítulo 10 versículo 4 dice que el fin de la ley es Cristo para todo aquel que cree. Entonces, ¿cómo queda la ley mosaica? ¿qué valor tiene para nosotros los cristianos? Espero su respuesta.

Gracias por su consulta amable oyente. Permítame leer 2 Timoteo 3:16 para luego hacer un breve comentario sobre su significado. La Biblia dice: Toda la Escritura es inspirada por Dios,  y útil para enseñar,  para redargüir,  para corregir,  para instruir en justicia,  a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,  enteramente preparado para toda buena obra.

Lo que afirma este pasaje bíblico es que toda la Escritura, desde la primera palabra del libro de Génesis hasta la última palabra del libro de Apocalipsis goza de una particular característica: La inspiración. Inspiración, según la definición de Charles Ryrie es la divina intervención en los autores humanos de forma que, empleando la individual personalidad de cada uno de ellos, compusieron y registraron sin errores la revelación de Dios al hombre en las palabras de los originales autógrafos. Dios dirigió pero no dictó el material. Dios utilizó autores humanos con sus propios estilos personales. No obstante, el producto quedó, en los manuscritos originales, sin ningún error. La inspiración entonces garantiza que el texto bíblico, en sus escritos originales, es exactamente lo que Dios quiso que sea, no sólo las ideas sino las mismas palabras utilizadas. Entre muchas implicaciones de este hecho, está naturalmente, el que la Biblia, además de no contener errores, tampoco puede contener contradicciones. Con esto en mente, consideremos el texto en Romanos 10:4. Para tomar en cuenta el contexto, permítame leer desde el versículo 3. La Biblia dice: Porque ignorando la justicia de Dios,  y procurando establecer la suya propia,  no se han sujetado a la justicia de Dios;  porque el fin de la ley es Cristo,  para justicia a todo aquel que cree.

Un poco antes de este pasaje bíblico, Pablo expresa su hondo anhelo por la salvación de Israel. Lamentablemente Israel persistía en establecer la justicia que es por la ley, en vez de aceptar la justicia que es por la fe, a pesar que esta justicia, la que es por la fe, está al alcance de todos. Por eso es que Pablo dice que Israel, ignorando la justicia de Dios y procurando establecer la suya propia no se ha sujetado a la justicia de Dios, porque el fin de la ley es Cristo. Aunque la palabra griega que se ha traducido como “fin” puede significar “cumplimiento” o “terminación”, sin embargo cuando Pablo dice que el fin de la ley es Cristo, no se está refiriendo al hecho real que Cristo cumplió perfectamente con la ley mediante su enseñanza, según Mateo 5:17-18 y mediante su vida sin pecado, según 2 Corintios 5:21. A lo que Pablo se está refiriendo es a lo que dice la segunda parte de Romanos 10:4, es decir a que al creer en Cristo como Salvador y Señor, se pone fin a la vana búsqueda de la justicia propia para salvarse, mediante la obediencia a la ley. Note lo que dice Romanos 3:20-22. ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él;  porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.  Pero ahora,  aparte de la ley,  se ha manifestado la justicia de Dios,  testificada por la ley y por los profetas;  la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo,  para todos los que creen en él.  Porque no hay diferencia,

Así que, cuando un incrédulo reconoce su pecado y reconoce lo que Cristo hizo por él al morir en la cruz del Calvario, y en consecuencia recibe a Cristo como Salvador personal, ha obtenido la justicia de Dios que es por la fe. Esto hace que ese hombre termine la estéril búsqueda de hallar la justicia por sus propios medios mediante la obediencia de la ley. Pero esto, de ninguna manera significa que la ley no haya sido inspirada o que Dios haya cambiado en el sentido que en algún momento pensaba que el hombre podía salvarse mediante el cumplimiento de la ley y que cuando se dio cuenta que eso es imposible, estableció la manera de salvarse mediante la fe en la obra de Cristo en la cruz. No. Dios no obra de esta manera. La ley tuvo su propósito y hasta ahora tiene su propósito. Romanos 10:20 dice que por medio de la ley es el conocimiento del pecado. Esto significa que tanto en el pasado como hoy, la ley permite que el hombre reconozca cuan santo es Dios y cuan imposible es que el hombre pueda, por su propio esfuerzo, llegar a satisfacer a Dios para ser salvo. La ley es como una regla para medir la estatura espiritual para ser aceptado por Dios. Cuando la regla se aplica a todo ser humano, se encuentra que es imposible que haya alguien con la suficiente estatura espiritual como para poder ser salvo por sus propios méritos. Ante esta realidad, el hombre se debe ver forzado a reconocer que la única manera de ser aceptado por Dios es mediante la fe en Cristo Jesús, quien habiendo cumplido con la ley, sin embargo murió como si no hubiera cumplido con la ley, porque murió en lugar de todos los que estamos imposibilitados de cumplir con la ley. Así que, hoy en día, la ley sirve para que los incrédulos tomen conciencia de la gravedad de su pecado, de la imposibilidad de cumplir con las demandas de Dios para ser salvos por su propio mérito y para que miren con los ojos de la fe a Cristo Jesús pagando la culpa de ellos cuando murió en la cruz. Cuando decimos que los creyentes ya no estamos bajo la ley, no estamos diciendo que la ley no sirve. Lo que estamos diciendo es que como creyentes ya no necesitamos someternos a la ley para ser salvos. Nuestra salvación no es por someternos a la ley sino por haber recibido por la fe a Cristo Jesús. Parte de la ley son los diez mandamientos. Interesante que en el Nuevo Testamento aparece nueve de los diez mandamientos como normas de vida cristiana para el creyente. El único mandamiento que no aparece en el Nuevo Testamento como una norma para el creyente, es el cuarto, el que tiene que ver con guardar el séptimo día como día de reposo. Por eso es que los creyentes no guardamos el sábado como día de reposo.

Por medio de Internet nos escribe una amiga oyente y dice lo siguiente: Les saludo en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Aprovecho la oportunidad para hacerles la siguiente consulta: ¿Qué interpretación le dan ustedes a Génesis 2:18-22? ¿Cuál fue el propósito de Dios al crear primero a los animales, como una posible ayuda idónea para el hombre y luego darse cuenta que no era así y es entonces cuando decide crear a la mujer? Les pregunto: ¿se equivocó Dios? Yo estoy segura que Dios no se equivoca porque Él es infalible y todo lo sabe. Pero entonces, ¿Cuál es la enseñanza que nosotros debemos aprender de este pasaje?

Gracias por su consulta amiga oyente. Mucho podemos aprender del relato bíblico de la creación. Tanto que solo citarlo nos llevaría muchísimo tiempo. En la creación vemos que Dios es un Dios de orden. Dios va creando las cosas ordenadamente. El orden, si bien es lógico, depende en último término de la voluntad soberana de Dios. Dentro de este orden, aparece la creación del ser humano, como el último acto creativo de Dios, como dando a entender que la creación del ser humano fue la última pincelada, el último toque de la majestuosa creación de Dios. Además, Dios siempre tuvo en mente que el hombre sea amo y señor de todo lo que Dios creara, así que primero tuvo que crear todo, antes de crear al hombre. Entre lo creado antes del hombre, están ciertamente los animales. Con esto en mente, leamos el pasaje bíblico que es materia de su consulta. Se encuentra en Génesis 2:18-22. La Biblia dice: Y dijo Jehová Dios:  No es bueno que el hombre esté solo;  le haré ayuda idónea para él.  Jehová Dios formó,  pues,  de la tierra toda bestia del campo,  y toda ave de los cielos,  y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar;  y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes,  ese es su nombre.  Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo;  mas para Adán no se halló ayuda idónea para él.  Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán,  y mientras éste dormía,  tomó una de sus costillas,  y cerró la carne en su lugar.  Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre,  hizo una mujer,  y la trajo al hombre.

Usted lo entiende en el sentido que la idea original de Dios tal vez fue encontrar entre los animales la ayuda idónea para el hombre. Esto no tiene asidero porque Dios conoce absolutamente todo y de ninguna manera Dios pudo haber pensado que algún animal podría ser la ayuda idónea para el hombre. Más congruente con el carácter de Dios sería pensar que Dios creó primero a los animales, para que el hombre sepa que cada especie viva necesita de un complemento de la misma especie pero del sexo opuesto para estar completa. Cuando el hombre ponía nombre a los animales, los animales siempre se presentaban ante él en pareja, un macho y una hembra. Al finalizar su trabajo de dar nombre a los animales, debe haber sido muy obvio para el hombre, que él estaba incompleto le faltaba su pareja del sexo opuesto. Dios estaba de acuerdo con eso y por ese motivo dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. Adán sabía que para estar completo necesitaba de una pareja de la misma especie del sexo opuesto. La ayuda idónea era la mujer que Dios hizo de la costilla del hombre. El hombre sin la mujer está incompleto, la mujer sin el hombre está incompleta. Entre los dos se complementan.

 

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