Estamos muy contentos al saber que contamos con su sintonía. Bienvenido a nuestro Consultorio Bíblico. En instantes más estará con nosotros David Logacho para responder a las consultas de hoy. Agradecemos muy sinceramente a todos los amigos oyentes que oran por nosotros, a los que nos sostienen económicamente mediante sus ofrendas y a los que nos proveen de consultas para este programa. Y no olvide que este mes está de oferta gratuita el calendario de La Biblia Dice… para 2001. Solicítelo hoy mismo y nosotros se lo enviaremos inmediatamente a vuelta de correo. Para pedidos por correo escriba una carta a la siguiente dirección: La Biblia Dice… casilla 1701-3715 Quito, Ecuador. En su carta, en letra muy clara indique su nombre, su dirección postal y el nombre de la emisora por la cual escucha este programa. Para pedidos por fax o por teléfono, marque cualquiera de estos tres números: 475563, 475564 o 472292. Todos en Quito, Ecuador. Los amigos oyentes que desean solicitar su calendario gratis por Internet, deben visitar nuestro web site en donde encontrarán las instrucciones necesarias para ello. Esta es la dirección de nuestro web site:  HYPERLINK «http://www.labibliadice.org» www.labibliadice.org

Comenzaremos el programa de hoy, dando respuesta a la consulta de un amigo oyente quien se ha comunicado con nosotros por Internet. Dice así. En Jeremías 4:14 encontramos a Dios diciendo a Jerusalén que lave su corazón de maldad para que sea salva. Pero el mismo Jehová dijo antes a Jerusalén, en Jeremías 2:22 que aunque se lave con lejía, y amontone jabón sobre sí, la mancha de pecado permanecerá aún delante de Jehová. Explíqueme esta contradicción.

Será un placer explicarle para que Usted compruebe que no existe contradicción alguna. Vayamos a la cita de Jeremías 2:22 donde leemos: “Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí, dijo Jehová el Señor.” En el capítulo 2 de Jeremías, encontramos al profeta de Dios en una apasionada confrontación a Judá por su pecado. Judá fue culpable de muchas cosas, entre ellas, de idolatría. Estos pecados mancharon el espíritu, el alma y el cuerpo de las personas que los cometieron. Estas manchas son imposibles de ser limpiadas por el esfuerzo propio. Dios por medio de Jeremías dice que aunque los pecadores se laven con lejía, y se amontonen de jabón, la mancha de su pecado permanecerá aún delante de Dios. Esto es grave, amigo oyente. El pecado tiene tal poder contaminante que el hombre no tiene forma posible de eliminar su mancha. De este texto aprendemos entonces que sobre la base de su propio esfuerzo, ningún hombre puede limpiarse de su pecado. Muy bien, ahora vamos a ver el texto que se encuentra en Jeremías 4:14 donde dice: “Lava tu corazón de maldad, oh Jerusalén, para que seas salva. ¿Hasta cuándo permitirás en medio de ti los pensamientos de iniquidad?” En este texto Jehová está haciendo una invitación a Israel, por medio del profeta Jeremías, a lavarse de sus pecados. Pero Jehová mismo dejó en claro que el hombre no puede lavarse de sus pecados por su propio esfuerzo. En esas condiciones entonces, Israel estaba obligado a pensar en alguna otra forma de poder quedar limpio ante Dios. La forma de quedar limpio ante Dios es por medio del sacrificio de una víctima inocente. El Israelita que se arrepentía tenía que presentar una ofrenda por su pecado en el templo. Esta ofrenda era un símbolo o un tipo de la ofrenda perfecta que en el futuro iba a ser realizada por el Señor Jesucristo en la cruz del Calvario. El Nuevo Testamento enseña que la única manera de lavarse del pecado es por medio de confiar en la obra perfecta y completa de Jesucristo en la cruz. El judío que quería salvarse necesitaba estar limpio delante de Dios. No podía limpiarse a sí mismo. Esto es imposible. Por fe tenía que depender de Dios para ser limpiado. Esto es lo que aprendemos de este versículo. Así que, amigo oyente, no existe ningún conflicto entre los versículos por Usted citados.

La segunda consulta del amigo oyente que se ha comunicado con nosotros por Internet dice así: En el libro de Jeremías capítulo 13, versículo 14 dice que Dios no perdonará, ni tendrá piedad ni misericordia para no destruir. Pero en el libro de Santiago capítulo 5 versículo 11 dice que el Señor es muy misericordioso y compasivo. ¿Cómo se debe entender esta aparente contradicción?

Gracias por su consulta amigo oyente. Vamos a dar lectura al texto que se encuentra en Jeremías 13:14 donde dice: “Y los quebrantaré el uno contra el otro, los padres con los hijos igualmente, dice Jehová; no perdonaré, ni tendré piedad ni misericordia, para no destruirlos.” Dios ordenó a Jeremías a comprar un cinto de lino y a ponerlo sobre sus lomos. Tiempo después Dios ordenó a Jeremías que esconda ese cinto en una hendidura de una peña en un lugar llamado Eufrates, que bien podría ser el río o un pueblo con ese nombre. Después de muchos días, Dios ordenó nuevamente a Jeremías que vaya al Eufrates y saque el cinto que había escondido tiempo atrás. El cinto se había podrido y no era bueno para ninguna cosas. Esta era una lección objetiva para Judá. Jehová dijo por tanto, según Jeremías 13:9-10 “Así ha dicho Jehová: Así haré podrir la soberbia de Judá, y la mucha soberbia de Jerusalén. Este pueblo malo, que no quiere oír mis palabras, que anda en las imaginaciones de su corazón, y que va en pos de dioses ajenos para servirles, y para postrarse ante ellos, vendrá a ser como este cinto, que para ninguna cosa es bueno.” Este es el antecedente del texto citado por Usted, en el cual se ve la magnitud del castigo por parte de Dios que esperaba a este pueblo. Dios iba a mandar un estado de estupor al pueblo, a manera de ebriedad, al punto que nadie reconozca a su compañero. En estas circunstancias, los padres arremeterán contra los hijos pensando que son enemigos. Esto resultará en destrucción total de Judá. Por eso es que dice Dios que no perdonará, ni tendrá piedad ni misericordia para no destruir. Es la ira de Dios sobre un pueblo que insistentemente fue advertido en contra de la gravedad y las consecuencias del pecado. Cuando Dios advierte sobre algo, y el hombre voluntariamente ignora la advertencia, a Dios no le queda otra cosa que derramar su ira. En este punto Dios ya no puede perdonar ni tener misericordia. Eso es lo que hará Dios con Satanás y todos sus seguidores en el infierno. Ahora veamos la cita en Santiago 5:11 donde dice: He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.” Este es un caso muy diferente amigo oyente. En este caso, Job fue probado hasta el límite de su capacidad. Su historia aparece en le libro que lleva su nombre. Siendo un hombre recto e íntegro delante de Dios, en un solo día, Job perdió sus posesiones y se le murieron sus diez hijos. Poco tiempo después, perdió la salud y hasta su esposa, antes de abandonarle le dijo: Maldice a Dios y muérete. Aún sus más fieles amigos se volvieron en su contra. Job sufrió de todo. Sin embargo, a pesar de los altibajos, Job se mantuvo firme en su fidelidad a Dios. No entendía todo lo que Dios estaba haciendo con él y discutió con Dios, pero jamás renegó de Dios. En algún momento reconoció que Dios buscaba algo bueno en todo esto y así dio testimonio. Job fue paciente. Como resultado, ¿Sabe lo que hizo Dios con Job? Permítame leerlo en Job 42:12-17 “Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero; porque tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas, y tuvo siete hijos y tres hijas. Llamó el nombre de la primera, Jemina, el de la segunda, Cesia, y el de la tercera, Keren-hapuc. Y no había mujeres tan hermosas como las hijas de Job en toda la tierra; y les dio su padre herencia entre sus hermanos. Después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación. Y murió Job viejo lleno y lleno de días” Job llegó a tener el doble de todo lo que antes tenía. Inclusive los hijos. Diez estaban con el Señor y diez estaban con él. Fue el premio por la paciencia de Job. A esto se refiere Santiago cuando dice que el Señor es muy misericordioso y compasivo. Si Usted es paciente en las pruebas debe esperar abundante recompensa del Señor, mi amigo. De modo que Dios es muy misericordioso y compasivo para aquellos que se someten a su voluntad, pero para los que no se someten a su voluntada y abiertamente le desafían hasta el final, Dios es implacable en su castigo contra ellos. Dios no los perdonará ni tendrá piedad ni misericordia para con ellos. Satanás y todos los que se unan a él en su rebelión contra Dios lo saben muy bien. Que Usted no caiga en las manos de un Dios enojado por el pecado. La manera de lograrlo es por medio de recibir a Cristo como Salvador. Si Usted lo hace, Dios le tratará con misericordia y compasión.

 

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