A través del correo electrónico nos ha llegado la siguiente consulta: Quisiera que me oriente respecto al texto que aparece en el antiguo testamento, disculpe que haya olvidado la cita exacta, pero dice: maldito el hombre que confíe en el hombre ¿se trata de no confiar en las personas que nos rodean o tiene otro significado? Desde ya le estoy eternamente agradecido por su sabia respuesta.

Gracias por su consulta. El pasaje que es materia de su consulta se encuentra en Jeremías 17:5-8. Allí leemos lo siguiente: Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada. Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.

El trasfondo de estos versículos fue el reiterado intento de Judá por obtener ayuda o apoyo de Egipto para defenderse contra Babilonia. Jeremías contrasta a una persona que experimenta falta de bendición, simbolizada por la retama en el desierto, la cual no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada, con otra persona que experimenta abundante bendición, simbolizada por el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde, y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto. La diferencia está dada básicamente por la persona en quien se confía. Ya sea en el hombre para el caso de la falta de bendición, o ya sea en Jehová para el caso de la abundante bendición. A esto se refieren esas palabras: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová, pero bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Por haber puesto su confianza en el poder militar de Egipto, Judá estaba confiando en el hombre y poniendo a un lado a Jehová, como consecuencia Judá fue maldita, esto significa condenada a destrucción. Esto se cumplió porque los Babilonios conquistaron a Judá y lo llevaron en cautiverio. Si Judá hubiera confiado en Jehová, habría sido librado de caer en manos de Babilonia y habría recibido bendición. Lo que pasa es que siempre es más fácil para el hombre confiar en el hombre y el resultado siempre es desastroso. Que por la gracia de Dios, amigo oyente, su confianza esté siempre en la persona de Dios. Conozca más de él por medio de su palabra, la Biblia, cultive su comunión con él mediante la oración. No tome decisiones en su vida fundamentándose en lo que perciben sus sentidos, sino en la dirección que viene de Dios por medio de su palabra y la oración.

La segunda consulta nos llega por correo electrónico y dice así: Por favor quiero que me aclaren con citas bíblicas donde dice en las Escrituras que si uno ha aceptado al Señor como su salvador, es salvo, aun habiéndose suicidado. Porque si fuera así entonces cualquiera podría ir y aceptar al Señor y luego pegarse un balazo e irse para el cielo de inmediato, en otras palabras: si no me llevas, yo me voy de inmediato.

Quitarse uno mismo la vida es contrario a la voluntad de Dios, porque la Biblia enseña que Dios es el único que tiene poder para otorgar y quitar la vida. 1 Samuel 2:6 dice: Jehová mata, y él da vida; El hace descender al Seol, y hace subir.

Si el suicidio es contrario a la voluntad de Dios, entonces es pecado, porque el pecado en esencia es todo aquello que no se ajusta a las normas de Dios. De manera que, amigo oyente, perfectamente podríamos replantear su consulta en el siguiente sentido. Quiero que me aclaren con citas bíblicas donde dice en las Escrituras que si uno ha aceptado al Señor como su Salvador, es salvo, aun habiendo pecado. Número uno, la Biblia es clara cuando dice que a pesar de ser salvo, existe la posibilidad no deseada que un verdadero creyente peque. Hablando a creyentes, 1 Juan 1:8 dice: Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.

Justamente para arreglar este problema de la posibilidad no deseada de que un verdadero creyente peque, Dios ofrece al creyente el recurso de la confesión. 1 Juan 1:9 dice: Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

Número Dos, a pesar de saber que el verdadero creyente está en la capacidad de pecar, sin embargo, Dios garantiza salvación eterna. Son muchas las porciones bíblicas en la Escritura que confirman este hecho. Uno de esos pasajes bíblicos es Juan 10:27-30 donde dice: Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos.

Hablando de los que somos de Cristo por medio de haberle recibido como Salvador, Cristo dijo: Y yo les doy vida eterna. No dice: Y yo les doy vida eterna si no pecan. En consecuencia, los creyentes no pereceremos jamás, a pesar de haber cometido pecado. Lo que pasa es que la muerte de Cristo fue suficiente para perdonar los pecados pasados, presentes y futuros del creyente. Por este motivo, el Señor Jesucristo dijo: Nadie las arrebatará de mi mano. También dijo: Nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Mayor seguridad no puede haber. Sería muy lamentable que un genuino creyente cometa suicidio, pero puede darse ese caso, y si fuera así ese creyente iría al cielo aunque perdería muchas recompensas, porque su salvación no depende de sus obras, sino de la fe en la persona y obra de Cristo Jesús cuando murió en la cruz por él.

La tercera consulta para el programa de hoy dice así: Me podrían explicar el origen de Papá Noel o Santa Claus.

Con mucho gusto, amable oyente. Un anciano de barba blanca, vestido de rojo, regordete y que siempre porta un gran saco es la perfecta descripción de Santa Claus, una figura que aunque está relacionada con la Navidad, y es esperado con gran expectación la noche del 24 de diciembre, nada tiene que ver con el cristianismo o el nacimiento de Jesús. Hay muchas leyendas sobre el nacimiento de esta figura tan característica ya de las Navidades. Una de las teorías cuenta que Papá Noel surge de una representación de la estación invernal con la figura de un anciano de barba blanca. Según este mito el “Abuelo Invierno” era obsequiado con multitud de regalos por los vikingos para que fuera compasivo, y cuando se fuese, partiera sin queja para dar paso a la nueva vida, es decir, a la primavera. Con la llegada del cristianismo y, siguiendo esta costumbre, los bretones le cambiaron el nombre por “Viejo Padre Navidad” e incluyeron la tradición de que un hombre del pueblo se disfrazara y se le ofreciera comida y bebida en abundancia para representar la tradición vikinga. Pasado el tiempo “Padre Invierno” y San Nicolás, un hombre sumamente rico nacido en Asia Menor, y que era extremadamente generoso con los más pobres, se confundieron. La figura de San Nicolás se transformó después en obispo, y más tarde en santo, al que los holandeses denominaron Sinter Klaas (San Nicolás), nombre con el que pasó en un primer momento a América. Con el tiempo Sinter Klaas se pasó a llamar Santa Claus, es decir: Papá Noel, en el Padre Invierno. La imagen de Papá Noel subido a un trineo tirado por renos tiene también su origen particular. Esta idea parte de Laponia donde se asociaba que con la llegada del invierno, para ellos, Padre Invierno, los renos bajaban en manadas desde las montañas hasta los valles donde la temperatura era menos fría. De este modo la imagen de Padre Invierno quedaba unida a la de la llegada de los renos. En 1824 el poeta norteamericano Clement Moore, conocedor de esa leyenda, añadió los renos a su famoso poema «Una visita de San Nicolás». Desde ese momento se hizo muy popular la imagen de Papá Noel montado en un trineo que volaba por los aires tirado por ocho renos, lo que sustituía una imagen del personaje a caballo. Además, Moore incluyó varios datos más en su poema y desde entonces, por ejemplo, ya no golpearía las puertas para dejar los regalos, sino que entraría sigilosamente por la chimenea. Como dato curioso se puede aludir que Robert May, en 1939, fue quien dibujó por primera vez a Rodolfo para un anuncio publicitario y, en 1949, Johny Marks compuso la canción Rodolfo, el “Reno de la roja nariz”. Cada cultura ha dotado a Santa Claus con una vestimenta y una imagen particular. Actualmente, la representación que conocemos de Santa Claus proviene de finales del siglo XIX, cuando el dibujante alemán Thomas Nast fue contratado por la revista Harper’s para ilustrar el famoso verso de Moore. Santa Claus apareció vestido de rojo y con su casa en el Polo Norte, en la que vivían junto a él pequeños duendes que le ayudaban en la fabricación de los juguetes. Esa imagen de Papá Noel se mantuvo hasta 1931, momento en el que la empresa Coca-Cola le encargo a Habdon Sundblom que remodelara el Santa Claus de Nast para campaña la publicitaria de la Navidad de ese año. Así se creo un Santa Claus más alto y rechoncho, con pelo cano, larga barba y bigote blancos, con aspecto de simpático y bonachón. Su sonrisa y su clásico «jo, jo, jo» pasaron a ser sus caracteres fundamentales. En cuanto a la vestimenta, su traje se hizo más llamativo: un pijama con un gorro, botas y cinturón, manteniendo los colores rojo y blanco, que son además los colores de la compañía. Es triste que esta figura opaca casi por completo la maravillosa verdad que el Hijo de Dios tomó forma humana naciendo en un humilde pesebre en Belén, lo cual es la esencia misma de la navidad.

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