Desde Bogotá, Colombia, nos escribe una amiga oyente quien nos agradece mucho por nuestro ministerio. Hace años, ella sufrió la traición de su esposo, con una mujer muy cercana a su familia. Gracias a Dios, el esposo dejó a la mujer con quien fue infiel, y restauró la relación con su esposa. Ahora la familia toda conoce al Señor. Lamentablemente, nuestra amiga oyente nos cuenta que últimamente, la mujer con quien fue infiel su esposo en el pasado, ha intentado acercarse no sólo a él sino a toda la familia y esto ha incomodado grandemente a nuestra amiga oyente, porque teme que podría volver a acontecer lo que sucedió en el pasado. No sabe como manejar esta situación y nos pide un consejo.

Gracias por confiarnos este asunto amiga oyente. Nos solidarizamos con Usted por todo lo que habrá significado el atravesar por esa crisis. Estamos seguros que Dios habrá hecho lo suyo para sanar las heridas de su corazón. Nuestro consejo es que examine su corazón y vea si hay algún indicio de falta de perdón tanto a su esposo por la traición, como a la mujer con quien él le fue infiel. El perdón no es sinónimo de olvido. El perdón es un acto de la voluntad por el cual la persona ofendida se compromete delante de Dios a no buscar venganza contra la persona que ofendió, es decir, consiste en un compromiso ante Dios, por el cual no voy a tratar al ofensor de la misma manera que él me trató a mí. El perdón es el mejor favor que podemos hacernos a nosotros mismos cuando somos ofendidos. La falta de perdón causa serios estragos en el ámbito espiritual, emocional y físico. Usted no querrá sufrir en estas áreas a causa de no perdonar. Por otro lado, sabiendo que la persona con quien su esposo le traicionó en el pasado se ha estado acercando nuevamente a él, me gustaría aconsejarle que hable franca y abiertamente con su esposo, poniendo todas las cartas sobre la mesa. Diga a su esposo lo que Usted siente ante lo que esta mujer está haciendo. Si su esposo es maduro y sobre todo está controlado por el Espíritu Santo, deberá comprenderla y hacer todo lo que esté a su alcance para transmitir seguridad a Usted. No se trata de hacer una escena de celos, sino simplemente de hacer saber a su esposo que Usted se siente incómoda con la cercanía de esta mujer, no porque está celosa sino por lo que hubo entre ellos en el pasado. Su esposo debe guardar prudente distancia de todas las mujeres, pero en especial con aquella mujer con quien cayó en el pecado de adulterio. Por seguridad sería aconsejable que su esposo no tenga ningún trato, ningún acercamiento con esta mujer. Además, me gustaría aconsejarle que ore mucho por esta mujer, para que halle salvación en Dios. Esto sería el comienzo de una serie de cambios en ella, y dentro de ello, que entienda que no es prudente que se acerque a alguien con quien tuvo una relación extra-matrimonial. Finalmente, me gustaría sugerirle que propicie una reunión con los pastores o ancianos de la iglesia donde se congrega, con la finalidad de buscar su guía acerca de este asunto. Confío en el Señor que estas ideas le sean de ayuda. Que Dios le bendiga.

La segunda consulta nos llega desde Arequipa, Perú. Es de un amigo oyente que por años ha venido escuchando nuestra programación a través de dos emisoras: Avance y HCJB. Quien nos escribe se ha enrolado en el ejército de su país. Su consulta tiene que ver con ¿qué debe hacer como creyente en el caso que estalle una guerra y él, por ser parte del ejército, tiene que cumplir órdenes de disparar al enemigo? Ha encontrado en la Biblia que existen mandamientos en cuanto a no matar, y que también existen mandamientos en el sentido de obedecer a las autoridades superiores. También en la Biblia ha visto que los Israelitas mataron a sus enemigos en las guerras. Nos pide nuestro punto de vista.

Este asunto amable oyente ha causado bastante división en el cuerpo de Cristo. ¿Puede un creyente ir a la guerra donde podría matar a personas, cuando la Biblia dice en Lucas 6:29: Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra? ¿Prohíbe la Biblia que un creyente vaya a la guerra? Guerra es un conflicto declarado, abierto y armado entre dos o más naciones. A veces obedece a una acción de auto defensa, pero otras veces, las naciones injustamente entran en guerra para saquear a otras naciones. Asesinar, por otro lado es la acción ilegítima de quitar la vida a otra persona. Sin embargo, se vuelve legítima cuando dos naciones se declaran en guerra, a veces por razones justificadas y a veces por razones injustificadas. Por esta causa, una guerra injustificada podría ser considerada como una forma de asesinato, mientras que una guerra justificada podría ser considerada como defensa propia. Se hace difícil determinar si una guerra es justificada o injustificada por cuanto la mayoría de los líderes de las naciones no son creyentes y es muy posible que sus motivos para declarar una guerra no sean del todo justificados. En todo caso, la guerra es una triste realidad en este mundo y causa gran destrucción, miseria y pérdida de vidas. La guerra debe evitarse lo más posible y debe ser considerada únicamente como un último recurso. La Biblia enseña que tenemos el derecho a la defensa propia. Éxodo 22:2 dice: Si el ladrón fuere hallado forzando una casa,  y fuere herido y muriere,  el que lo hirió no será culpado de su muerte.

La Biblia también dice que debemos proteger al inocente. Note lo que tenemos en Deuteronomio 19:10 para que no sea derramada sangre inocente en medio de la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad,  y no seas culpado de derramamiento de sangre.

La ley de Moisés prohíbe castigar a un inocente. Deuteronomio 24:16 dice: Los padres no morirán por los hijos,  ni los hijos por los padres;  cada uno morirá por su pecado.

Si aplicamos estos principios a la guerra, se concluiría que la guerra es justificable cuando se trata de auto defensa o cuando se trata de proteger al inocente. En casos así, un creyente no estaría impedido de ir a la guerra. Se debe anotar también que la guerra no es un pecado en sí mismo por cuanto en el Antiguo Testamento, Dios ordenó a su pueblo a ir a la guerra. Números 33:50-53 dice: Y habló Jehová a Moisés en los campos de Moab junto al Jordán frente a Jericó,  diciendo:  Habla a los hijos de Israel,  y diles:  Cuando hayáis pasado el Jordán entrando en la tierra de Canaán,  echaréis de delante de vosotros a todos los moradores del país,  y destruiréis todos sus ídolos de piedra,  y todas sus imágenes de fundición,  y destruiréis todos sus lugares altos;  y echaréis a los moradores de la tierra,  y habitaréis en ella;  porque yo os la he dado para que sea vuestra propiedad.

También, el Antiguo Testamento muestra que Dios usa la guerra como una forma de disciplina a las naciones. Amós 4:10 dice: Envié contra vosotros mortandad tal como en Egipto;  maté a espada a vuestros jóvenes,  con cautiverio de vuestros caballos,  e hice subir el hedor de vuestros campamentos hasta vuestras narices;  mas no os volvisteis a mí,  dice Jehová.

Jehová se llama a sí mismo como varón de guerra, quien hace guerra, contra el mal y contra sus enemigos. Éxodo 15:3-4 dice: Jehová es varón de guerra; 

 Jehová es su nombre.  Echó en el mar los carros de Faraón y su ejército; 

 Y sus capitanes escogidos fueron hundidos en el Mar Rojo.

De todo esto se desprendería que ir a la guerra por parte de un creyente, no necesariamente es un pecado, cuando el motivo para la guerra es la defensa propia o la protección del inocente. Además de todo esto, los creyentes tienen la orden de someterse a las autoridades, quienes son establecidas por Dios. Estas autoridades entre otras cosas tienen la facultad de declarar una guerra y administrar justicia para sus ciudadanos. Note lo que dice Romanos 13:1-4 Sométase toda persona a las autoridades superiores;  porque no hay autoridad sino de parte de Dios,  y las que hay,  por Dios han sido establecidas.  De modo que quien se opone a la autoridad,  a lo establecido por Dios resiste;  y los que resisten,  acarrean condenación para sí mismos.  Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien,  sino al malo.  ¿Quieres,  pues,  no temer la autoridad?  Haz lo bueno,  y tendrás alabanza de ella;  porque es servidor de Dios para tu bien.  Pero si haces lo malo,  teme;  porque no en vano lleva la espada,  pues es servidor de Dios,  vengador para castigar al que hace lo malo.

Finalmente, note que cuando algunos soldados que habían recibido el mensaje de Juan el Bautisa, se le acercaron preguntando lo que debían hacer, Juan el Bautista no les dijo que dejen de ser soldados, sino que sigan siendo soldados pero que cumplan su función con honestidad. Lucas 3:14 dice: También le preguntaron unos soldados,  diciendo:  Y nosotros,  ¿qué haremos?  Y les dijo:  No hagáis extorsión a nadie,  ni calumniéis;  y contentaos con vuestro salario.

En resumen entonces, se puede decir que ir a la guerra por parte de un creyente no es un pecado en sí mismo siempre y cuando las circunstancias sean las que se ha citado.

 

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