Con mucho gozo en nuestro corazón, le damos la bienvenida a este Consultorio Bíblico. Es un gran privilegio para nosotros saber que Usted nos está escuchando a través de esta emisora. Dispongamos nuestro corazón para recibir la palabra del Señor en las respuestas a las consultas de hoy.
La primera consulta de hoy nos ha sido hecha por un amigo oyente a través de Internet. Dice así: Hebreos 11:17 dice que Isaac, hijo de Abraham fue su unigénito, pero Gálatas 4:22 dice que Abraham tuvo dos hijos. ¿Por qué la contradicción? ¿Cuántos hijos mismo tuvo Abraham?
Gracias por su consulta amable oyente. Vayamos primero a la segunda parte de su consulta. ¿Cuántos hijos tuvo Abraham? Bueno, Abram se casó con Sarai. Más tarde, se cambió el nombre de Abram a Abraham y Sarai a Sara. Según Génesis 12:2, cuando Abram tenía 75 años de edad, Dios le prometió hacer de él una nación grande. Para eso, Abram necesitaba tener al menos un hijo. Fue así como según Génesis 15:4 Dios prometió a Abram un hijo. 10 años más tarde de la promesa hecha a Abram de hacer de él una nación grande, cuando Abram tenía 85 años, Saraí su esposa comenzó a preocuparse mucho porque no quedaba embarazada. En su desesperación sugirió a su esposo Abram que se acueste con la sierva llamada Agar, para levantar en ella descendencia. La típica forma humana de dar una mano a Dios, lo cual normalmente resulta en terribles consecuencias. Si Usted pudiera preguntar a Abram y Sarai lo que sucedió después, ni se imagina lo que oiría de ellos. La consecuencia fue tan horrorosa que hasta ahora lamentamos por ello. En todo caso, según Génesis 16:16, cuando Abram tenía 86 años, nació el hijo de la sierva Agar, cuyo nombre fue Ismael. Pero a pesar de la infidelidad del hombre, Dios permanece fiel. Dios no puede faltar a sus promesas. Según Génesis 17:1, cuando Abram tenía 99 años, Dios cumplió su promesa y su esposa Saraí quedó embarazada. Fue aquí cuando Dios cambió el nombre de Abram a Abraham y Sarai a Sara. Cuando Abraham tenía 100 años le nació el hijo de la promesa y fue llamado Isaac. Unos treinta y siete años más tarde, murió Sara y posteriormente el viudo Abraham tomó otra mujer cuyo nombre era Cetura. De esta mujer, según Génesis 25:2, Abraham tuvo seis hijos. Sus nombres fueron Zimram, Jocsan, Medán, Madian, Isbac y Súa. Si hacemos cuentas, Abraham tuvo en total ocho hijos. Uno con su esposa Sara, según la promesa de Dios y siete con otras dos mujeres, Agar la esclava y Cetura a quien tomó cuando quedó viudo. Un dato interesante en este recuento es lo que tenemos en Génesis 25:5-6 donde dice: “Y Abraham dio todo cuanto tenía a Isaac. Pero a los hijos de sus concubinas dio Abraham dones, y los envió lejos de Isaac su hijo, mientras él vivía, hacia el oriente, a la tierra oriental” Esto nos debe hacer pensar que en la mente de Abraham había un solo hijo, el de la promesa. Los demás, fueron una especie de consecuencia de errores que Abraham cometió en la vida. Ciertamente eran hijos, y Abraham asumió sus responsabilidades hacia ellos, pero había uno solo que se distinguía entre ellos. Con esto en mente, lo cual responde la segunda parte de su consulta, vamos a la primera parte de la misma. Leamos el texto en Hebreos 11:17 donde dice: “Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía a su unigénito” Bueno, el problema viene cuando entendemos que unigénito significa “único nacido”, pero no es así, amable oyente. Bíblicamente hablando, unigénito, además de único nacido, también significa único en calidad, o único en categoría. Por el hecho que Isaac fue el hijo prometido por Dios a Abraham, él es el hijo unigénito de Abraham. Abraham lo entendió así cuando según Génesis 25:5-6 dio todo lo que tenía a Isaac su hijo unigénito, pero a los hijos de sus concubinas les dio solamente dones y les envió lejos de su hijo unigénito Isaac. Vamos ahora a considerar la otra cita mencionada por Usted. Se encuentra en Gálatas 4:22 donde dice: “Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre” Para ilustrar su punto, el apóstol Pablo está tomando la situación de Abraham cuando vivía con su esposa Sara. En estas condiciones, Abraham tuvo solamente dos hijos, Ismael, el hijo de la esclava Agar e Isaac, el hijo de la libre, Sara. Recuerde que los otros hijos que Abraham tuvo con Cetura, nacieron después que Sara había muerto. En otras palabras amigo oyente. Este texto no está hablando del total número de hijos de Abraham, sino solamente de los dos que vinieron al mundo mientras Sara todavía estaba viva. Esto fue una hermosa ilustración de lo que es ser esclavos en la ley y libres en la gracia.
La segunda consulta para nuestro Consultorio viene del amigo oyente que hizo la consulta anterior y dice así: En Hebreos 13:14 se dice que los creyentes esperan una ciudad por venir. Me imagino que se referirá al cielo. Si es así, ¿Por qué entonces Mateo 5:5 dice que los mansos recibirán la tierra, no el cielo, por heredad?
Interesante consulta mi amigo. Leamos el texto en Hebreos 13:14 donde dice: “porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir.” Jerusalén es una ciudad muy querida y apreciada para los que servían en el templo. Era el centro geográfico de la vida de Israel en todo sentido. Pero los creyentes no tenemos una ciudad semejante en la tierra. Nuestro corazón y nuestro anhelo está en una ciudad fuera de la tierra. Es la Jerusalén celestial, el cielo mismo, donde está el Cordero de gloria. De modo que mi amigo, efectivamente, los creyentes esperamos la eternidad en el cielo, no en la tierra. Ahora consideremos el texto en Mateo 5:5 donde dice: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” Bienaventurados o extremadamente felices son los mansos. Una persona mansa es aquella que confía absolutamente en Dios y desconfía totalmente en ella misma. La señal de un hombre manso es que reconoce la autoridad divinamente constituida y se somete a toda manifestación de ella. Está sujeto a la autoridad del gobierno; está sujeto a la autoridad del patrón; está sujeto a la autoridad en el hogar; está sujeto a la autoridad en la iglesia. La rebelión en contra de cualquier autoridad divinamente constituida es rebelión contra Dios. Alguien que se rebela a la autoridad no es un hombre manso, puesto que la mansedumbre significa sumisión a Dios y confianza en Dios. Este carácter es contrario a la tendencia natural de la carne. La carne incita al creyente a confiar en sí mismo, incita a criticar a las autoridades y a rebelarse contra ellas porque, según la carne, son injustas o están equivocadas. Para los mansos existe una recompensa. La recompensa es que recibirán la tierra por heredad. Esto es interesante. Aunque ellos no lo buscaron, como premio recibirán control sobre algo que todos quieren controlar. La tierra. Está por venir el tiempo cuando los creyentes, quienes debemos ser mansos, estaremos reinando juntamente con Cristo en la tierra por mil años, en lo que se llama el reino milenial. Cuando transcurran esos mil años, Dios hará nuevas todas las cosas, creará cielos nuevos y tierra nueva en los cuales mora la justicia. Será el estado eterno. Será la ciudad celestial que todos los creyentes estamos esperando. El destino eterno de los creyentes es el cielo, no la tierra. El reinar sobre la tierra solamente durará mil años. ¿No le parece hermoso?
La tercera consulta dice así: Santiago 4:11 dice que no debemos murmurar los unos de los otros, pero parece que Pablo lo hizo cuando en Filipenses 3:2 llamó a algunos perros, malos obreros y mutiladores del cuerpo. ¿Me puede explicar esto?
Leamos el texto en Santiago 4:11 donde dice: “Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez.” El verbo que se ha traducido como “murmurar” literalmente significa hablar mal de alguien, normalmente cuando ese alguien no está presente. Es lo mismo que la difamación. Los creyentes estamos prohibidos de difamar a los hermanos y en general a cualquier persona, sea o no creyente. Este mandato, sin embargo no implica que los creyentes no podamos confrontar una acción pecaminosa en otros creyentes o incrédulos por igual. Efesios 5:11 dice por tanto “Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas” Es decir que no hay problema con exhortar a un creyente o a un incrédulo por alguna obra pecaminosa que está haciendo. Pues esto es justamente lo que hizo Pablo con algunos mal llamados creyentes, que se infiltraron en la iglesia en Filipos. Estos judaizantes, porque así es como se les conoce, decían que está bien que se debe recibir a Cristo como Salvador para hallar la salvación, pero que además es necesario guardar la ley de Moisés. Añadían obras a la fe. Veamos qué es lo que dijo Pablo de ellos. Se encuentra en Filipenses 3:2 donde dice: “Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo”
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