Desde San Martín, Mendoza, República Argentina, nos escribe un amigo oyente para saludarnos y hacernos conocer que trabaja por la noche como sereno en la localidad de Junín. En ese lugar sintoniza la radio Ebenezer, que transmite desde Rivadavia en la misma provincia. En esa estación de radio escucha nuestro programa radial justo a la media noche. Nos dice que sin duda, nuestro programa radial ha sido de gran edificación para su vida cristiana, por cuanto a través del mismo ha podido aclarar varias dudas doctrinales que ha tenido. Luego hace referencia a un programa nuestro en el cual señalamos que los hijos de Dios, de quienes habla Génesis 6:2 podrían ser ángeles caídos, es decir demonios. Dice que inicialmente estuvo en desacuerdo con esta forma de pensar porque la secta de los testigos de Jehová cree en lo mismo. Sin embargo, nuestro amigo oyente se puso a estudiar por él mismo y encontró que la expresión “hijos de Dios” en el Antiguo Testamento se refiere exclusivamente a los ángeles, tal como aparece en el libro de Job donde dice que los hijos de Dios se presentaron ante Jehová entre los cuales estaba también Satanás. Nos pide una explicación de cómo pudieron estos ángeles caídos o demonios, engendrar hijos con mujeres. Piensa que la única manera sería poseyendo a hombres dispuestos a ello, para hacer posible tener relaciones sexuales con mujeres. Si esto fuera así, ¿por qué estos demonios no están engendrando hijos con mujeres hoy en día?
Gracias por escribirnos amigo oyente. Felicitaciones por escuchar nuestro programa mientras la mayoría de la gente está disfrutando de un sueño reparador. Estoy seguro que nuestros programas radiales proporcionarán abundante material para meditar a fondo en medio del silencio de la noche. Muy bien. Su inquietud, básicamente tiene que ver con el pasaje bíblico que se encuentra en Génesis 6:1-2 donde leemos lo siguiente: Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas.
Reconociendo que no se puede ser dogmático en la identificación de lo que este texto llama “hijos de Dios” y respetando como el que más a los que entienden que la frase : “hijos de Dios” se refiere a la descendencia piadosa de Set que se mezcló con la descendencia impía de Caín o a personajes poderosos de la época, que comenzaron a coleccionar mujeres para formar su harén, mi posición personal es que los hijos de Dios de quienes habla este pasaje bíblico se refiere a ángeles caídos, o demonios. Mi conclusión se sustenta en el hecho que la expresión “hijos de Dios” aparece por tres ocasiones en el libro de Job y en cada una de ellas es obvio que se refiere a ángeles. En Job 1:6 y Job 2:1 se refiere a ángeles caídos, con Satanás a la cabeza. En Job 38:7 se refiere a los ángeles que no cayeron de su posición de dignidad. Por esta evidencia es normal entender que la misma expresión, “hijos de Dios” en las dos veces que aparece en el libro de Génesis, en capítulo 6 versículo 2 y capítulo 6 versículo 4, se debe referir también a ángeles, y más específicamente a ángeles caídos. Con esto concuerdan muchos maestros bíblicos entre los cuales se destaca John McArthur, quien al comentar sobre Génesis 6:2 dice textualmente: Los hijos de Dios se identifican invariablemente como ángeles. La gran preocupación con esta posición es el pasaje en el Nuevo Testamento, según el cual los ángeles de Dios no se casan ni se dan en casamiento. Pero esto se refiere a los ángeles en el cielo, en la esfera celestial. Allí los ángeles no se casan ni se dan en casamiento porque sencillamente no tienen necesidad de reproducirse por medio de la procreación. Sin embargo, cuando los ángeles tomaron forma humana para cumplir con algún encargo de Dios, los seres humanos los consideraron como seres sexuales, por eso es que los perversos moradores de Sodoma y Gomorra querían que Lot saque a los ángeles que estaban hospedados en su casa, para abusar sexualmente de ellos. Esto se encuentra en Génesis capítulo 19. Pero su inquietud acerca de esto es doble. Por un lado ¿cómo pueden los ángeles tomar mujeres para sí, según Génesis 6:2? Pues la única manera sería por medio de poseer cuerpos humanos de sexo masculino. Los demonios pudieron haber poseído hombres perversos para hacer posible esas uniones con mujeres de la época. Por otro lado usted, muy acertadamente se ha preguntado, si los ángeles caídos fueron capaces de poseer varones de sexo masculino para unirse sexualmente con mujeres, ¿Por qué no lo están haciendo hoy en día? Bueno, una vez más, no se puede ser dogmático, pero parecería ser que a raíz del episodio relatado en Génesis 6:1-2, y viendo lo nefasto de lo que resultó, Dios confinó en prisión a estos ángeles caídos hasta el día cuando serán sueltos de su prisión para ser juzgados. Parece que 2 Pedro 2:4 se referiría a este hecho. Note lo que dice: Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio;
La misma idea parece estar en Judas 6 donde dice: Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día;
Pudiera ser que los ángeles que no guardaron su dignidad sino que abandonaron su propia morada, se refiera a los ángeles caídos de Génesis 6, y si fuera así, estos ángeles caídos han sido guardados bajo oscuridad, en prisiones eternas, hasta que llegue el juicio sobre ellos. Por esta razón, estos ángeles caídos no están tomando mujeres como aconteció lo que se relata en Génesis 6.
La segunda consulta dice así: ¿Cómo pudo decir Pablo en Hechos 20:22 que iba a Jerusalén sin saber lo que allá le iba a acontecer, si el Espíritu Santo le anunció que iba a ser entregado en manos de los gentiles, según Hechos 21:11?.
Para entenderlo es necesario mirar algunos textos acerca de cómo surgió la idea de Pablo para ir a Jerusalén. Durante su tercer viaje misionero, Pablo planificó su futuro itinerario. Lo tenemos en Hechos 19:21 donde dice:
«Pasadas estas cosas, Pablo se propuso en espíritu ir a Jerusalén, después de recorrer Macedonia y Acaya, diciendo: Después que haya estado allí, me será necesario ver también a Roma.»
Fue así como envió a Timoteo y Erasto a Macedonia y él se quedó por algún tiempo en Asia. Fue allí cuando estalló el conflicto en Efeso causado por los plateros que fabricaban estatuillas de la diosa Diana. Una vez que cesó el alboroto, Pablo se despidió de la iglesia y salió para Macedonia. Después llegó a Grecia. En su camino hacia Jerusalén pasó por Troas y Mileto. Fue aquí, en Mileto, donde Pablo hizo llamar a los ancianos de Efeso para despedirse de ellos antes de marchar hacia Jerusalén. En su despedida, note lo que les dijo según Hechos 20:22;
«Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer.»
Pablo habla de un deseo muy profundo en su corazón por ir a Jerusalén. A eso se refiere la frase: «ligado en espíritu». Sin embargo, Pablo sabía que su estadía en Jerusalén no iba a ser sin contratiempos. Ponga atención a lo que dice Hechos 20:23;
«Salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones.»
Pablo sabía que su tiempo en Jerusalén no iba a ser un lecho de rosas. Le esperaban prisiones y tribulaciones. Pero Pablo no sabía detalles de ello. No sabía quien le iba a acusar, de qué le iban a acusar, dónde le iban a encarcelar. A esto se refirió Pablo cuando dijo que no sabía lo que le iba a acontecer.
Muy bien. Pablo se despidió con lágrimas de los ancianos de Efeso y partió hacia Cesarea. El barco en que viajaban hizo una parada en Tiro. Allí se quedó Pablo por siete días y los discípulos que allí estaban, trataban de disuadir a Pablo que vaya a Jerusalén, porque el Espíritu se había encargado de mostrarles a estos discípulos también que Pablo iba a sufrir prisiones y tribulación en Jerusalén. Pablo no cedió a las advertencias y salió hacia Cesarea.
Allí posó en casa de Felipe, el evangelista, quien tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban. Mientras Pablo estaba con esta familia, vino a Cesarea, desde Judea un profeta llamado Agabo. Cuando este profeta vio a Pablo, tomó el cinto de Pablo y atándose los pies y las manos dijo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles. Recién ahora, Pablo sabía algunos detalles de las prisiones y la tribulación que le esperaban en Jerusalén. Eran los judíos quienes estaban detrás de todo. Agabo y los que con él estaban pensaban que esta profecía haría desistir a Pablo de ir a Jerusalén. Pero note lo que Pablo dijo. Hechos 21:12-14 dice:
«Al oír esto, le rogamos nosotros y los de aquel lugar, que no subiese a Jerusalén. Entonces Pablo respondió: ¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el corazón? porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, mas aun a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús. Y como no le pudimos persuadir, desistimos, diciendo: Hágase la voluntad del Señor.»
Pablo pues, llegó a Jerusalén. El resto de la historia muestra como fue acusado y maltratado por los judíos y finalmente encarcelado, tal cual como se había profetizado. Así que, cuando Pablo dijo que iba a Jerusalén y que no sabía lo que le iba a pasar allí, en realidad estaba diciendo que no sabía detalles de lo que le iba a pasar allí, porque por el Espíritu Santo ya sabía que iba a padecer prisiones y tribulación.
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