Por medio del correo electrónico se ha comunicado con nosotros un amigo oyente para hacernos la siguiente consulta: ¿Existe la posibilidad de que se hayan equivocado los que tradujeron la Biblia? ¿No será que nos han dejado una Biblia mal traducida? Yo no sé Griego ni Hebreo para poder comprobar la traducción y por eso les consulto a Ustedes.
Gracias por su consulta. Le comento que yo no soy un experto en el Griego del Nuevo Testamento, pero por lo poco que conozco he comprobado por mí mismo que no existen errores de traducción en las diferentes versiones del Nuevo Testamento en idioma Español. De Hebreo no sé nada, así que no estoy en capacidad de juzgar por mí mismo la traducción del Antiguo Testamento en idioma Español, pero por referencias de los que dominan este idioma, sé que tampoco existen errores de traducción en las diferentes versiones del Antiguo Testamento. Hecha esta introducción, me gustaría compartir con Usted lo que el Dr. John MacArthur dice al respecto en la Biblia anotada que lleva su nombre. Bajo el título de transmisión, se refiere a la transmisión del texto bíblico, dice lo siguiente y lo leo textualmente: Debido a que la Biblia con frecuencia ha sido traducida en muchos idiomas y distribuida a lo largo del mundo, ¿cómo podemos estar seguros de que el error no se ha infiltrado, aunque sea de manera no intencional? Conforme el cristianismo se extendía, es verdad que las personas deseaban tener la Biblia en su propio idioma, lo cual requería traducciones de los idiomas originales en hebreo y arameo del Antiguo Testamento y en griego del Nuevo Testamento. El trabajo de los traductores no sólo proveyó oportunidad para el error, sino que la publicación, la cual fue llevada a cabo mediante copias a mano hasta que la imprenta apareció cerca del año 1450 DC, también dio lugar a posibilidades continuas de error. A lo largo de los siglos, los practicantes de la crítica textual, una ciencia precisa, han descubierto, preservado, catalogado evaluado y publicado una asombrosa cantidad de manuscritos bíblicos, tanto del Nuevo como del Antiguo Testamento. De hecho, el número de manuscritos bíblicos existentes está muy por encima del número de fragmentos que se preservan de cualquier otra literatura antigua. Al comparar texto con texto, el crítico textual puede determinar con confianza lo que contenía el escrito original profético/apostólico e inspirado. Aunque copias existentes del texto hebreo antiguo principal (masorético) se remontan únicamente al siglo décimo AC, otras dos líneas de evidencia textual apoyaron la confianza de los críticos textuales de que habían encontrado los originales. En primer lugar, el Antiguo Testamento Hebreo del siglo décimo AC puede ser comparado con la traducción griega llamada Septuaginta o LXX, efectuada entre el 200-150 AC, y los manuscritos más antiguos en existencia se remontan al 325 DC. Hay una consistencia asombrosa entre los dos, lo cual habla de la precisión al copiar el texto hebreo por siglos. En segundo lugar, el descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto en los años 1947-1956, manuscritos que fueron fechados entre el 200 al 100 AC, probó ser monumentalmente importante. Después de comparar los textos hebreos más antiguos con los recientes, solo unas cuantas variantes mínimas fueron descubiertas, ninguna de las cuales cambiaba el significado de cualquier pasaje. Aunque el Antiguo Testamento había sido traducido y copiado por siglos, la versión más reciente era esencialmente la misma que las más antiguas. Los descubrimientos del Nuevo Testamento son aún más decisivos porque una cantidad mucho mayor de material está disponible para su estudio. Hay más de 5,000 manuscritos del Nuevo Testamento griego, que van desde el testamento entero a extractos de papiro que contienen tan poco como parte de un versículo. Unos cuantos fragmentos existentes se remontan a un período de tiempo que va de 25 a 50 años de la escritura original. Los eruditos textuales del Nuevo Testamento de manera general han concluido que, primero, 99,99 por ciento de los escritos originales son idénticos, y segundo, de ese centésimo por ciento, la centésima parte de uno, no hay variantes que afecten sustancialmente alguna doctrina cristiana. Con esta riqueza de manuscritos bíblicos en los idiomas originales y con la actividad disciplinada de críticos textuales para establecer con precisión casi perfecta el contenido de los autógrafos, cualquier error que se hubiera infiltrado o perpetuado por las miles de traducciones a los largo de los siglos, puede ser identificado y corregido al comparar la traducción o copia con el original reconstruido. Por este medio providencial, Dios ha cumplido su promesa de preservar las Escrituras. Podemos descansar teniendo la certeza de que hay traducciones disponibles hoy en día que son dignas del título de: “La palabra de Dios” Hasta aquí lo que dice el Dr. John MacArthur sobre la garantía de seguridad de las traducciones de la Biblia. De manera que, amigo oyente, simplemente es imposible que alguien se hubiera confabulado para torcer la traducción de la Biblia de modo que todos seamos víctimas de un mega engaño. Los manuscritos originales existentes son tan numerosos que sería cuestión sencilla descubrir tal engaño. Alguien alguna vez dijo que si de pronto desaparecieran todas las Biblias existentes en el mundo, se podría perfectamente reconstruir una Biblia idéntica a las que han desaparecido, usando solamente los manuscritos originales existentes. Sólo en Español existen tantas versiones que sólo es cuestión de un trabajo de comparación para comprobar la legitimidad o autenticidad de determinado texto de la Biblia no importa si es en el Nuevo o el Antiguo Testamento.
La segunda consulta de hoy nos llega por medio de nuestro sitio de Internet. Nos pide una explicación del pasaje bíblico en 1 Corintios 13:8-13
En 1 Corintios 13:8, Pablo muestra lo permanente del amor y lo pasajero de algunos dones espirituales. Dice así: “El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.” De lo que dice este versículo, es claro que el amor es permanente, nunca deja de ser, pero por contraste, los dones espirituales, entre los cuales están el don de profecía, el don de lenguas y el don de ciencia, son pasajeros. En algún momento llegarán a su fin. Pablo usa estos tres dones espirituales porque eran los más anhelados y cotizados por los creyentes corintios. Por tener estos tres dones se estaban comiendo unos a otros. Note que al hablar del don de profecía y del don de ciencia, Pablo dice que se acabarán. En el idioma que se escribió el Nuevo Testamento, este verbo está en voz pasiva, indicando que algo externo hará que estos dones se acaben. Más adelante Pablo va a mostrar que esto externo que hará que se acaben estos dones es lo que Pablo llama: Lo perfecto. Pero al hablar del don de lenguas, Pablo está usando un verbo diferente y conjugado en la voz media lo cual significa que el don de lenguas cesará por sí sólo. En los versículos 9 y 10 Pablo se refiere al momento cuando se acabará el don de profecía y el don de ciencia. Observe que Pablo ya no se ocupa del don de lenguas, por cuando el don de lenguas cesará por sí mismo. Dice así: “Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.” El momento que Pablo escribió la primera epístola a los Corintios, se estaba dando lo que dice este texto. El conocimiento y la profecía eran parciales. Pero esto se iba a acabar cuando venga lo perfecto. Para algunos intérpretes, lo perfecto es el establecimiento del estado eterno, es decir una vez que Dios cree los cielos nuevos y la tierra nueva. Para otros intérpretes, lo perfecto es el momento que se completó el canon de la Biblia, es decir cuando se terminó de escribir el último libro del Nuevo Testamento. Luego Pablo plantea dos ilustraciones para enfatizar su punto de que lo que es en parte en algún momento va a llegar a su fin. La primera ilustración es la del niño en crecimiento. 1 Corintios 13:11 dice: “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.” Los niños tienen su propia manera de hablar, de pensar y de juzgar o discernir las cosas. Pero cuando pasa el tiempo y llegan a ser adultos, dejan atrás lo que es propio de los niños. Así es con la profecía y la ciencia. Cuando llegue lo perfecto, se acabarán. La segunda ilustración es la del espejo. 1 Corintios 13:12 dice: “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.” Antes de que venga lo perfecto, cualquiera que sea la interpretación que adoptemos, la profecía y la ciencia eran parciales, por eso se veía las cosas eternas como cuando se veían las cosas en un espejo en ese tiempo. En aquella época los espejos eran metales lo mejor pulidos posible y por eso las imágenes se veían borrosamente. Así se ven las cosas eternas mientras la profecía y la ciencia son parciales. Pero llegará un momento, cuando venga lo perfecto, cuando las cosas eternas ya no se verán oscuramente sino claramente, como ver a alguien cara a cara. El conocimiento, aunque no sea igual al de Dios, sin embargo será muchísimo mayor que el que había cuando Pablo escribió su primera epístola a los Corintios. Pablo termina este capítulo mostrando la preeminencia del amor sobre la fe y la esperanza. 1 Corintios 13:13 dice: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.” Pablo habla de tres virtudes. La fe, la esperanza y el amor. Estas virtudes estuvieron presentes antes que Pablo escriba su carta y después que Pablo escribió su carta y aún hasta hoy, pero llegará un momento cuando la fe ya no haga falta, porque se habrán cumplido todas las promesas de Dios y todo lo que está profetizado en la Biblia. En ese momento también, la esperanza ya no hará falta porque todo lo que esperamos ya será una realidad. Pero en cambio, el amor seguirá presente. Por eso, cuando ponemos juntos al amor con la fe y la esperanza, el mayor de ellos es el amor.
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