Desde algún lugar en Argentina, a través del correo electrónico, se ha comunicado con nosotros un amigo oyente para hacernos la siguiente consulta: ¿Es pecado que un creyente vaya a lugares como el cine, salas de pool, y video juegos?

Gracias por su consulta. Cuando se escribió el Nuevo Testamento, no existían algunas actividades que existen hoy en día, como oír la radio, mirar la televisión, leer periódicos o revistas, ir al cine, jugar al fútbol o algunos otros deportes, video juegos, etc., etc., de modo que no se puede encontrar en el Nuevo Testamento, mandatos claros y precisos sobre estas actividades. Lo que tiene el Nuevo Testamento son principios que se aplican a cualquier actividad en general, que realice un creyente, sin importar su naturaleza. Veamos cuáles son estos principios. El punto de partida será lo que el apóstol Pablo dice en 1 Corintios 6:12 donde leemos: “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna.” Según lo que dice este texto, en las cosas en las cuales la Biblia en general no se ha pronunciado en cuanto a si es bueno o malo, el creyente está en libertad de hacerlas. A esto se refiere el apóstol Pablo cuando dice: Todas las cosas mes son lícitas. Sin embargo, el mismo apóstol Pablo afirma que no todas las cosas convienen. Esto significa que algunas cosas, aún siendo lícitas para el creyente, no son de ayuda. ¿Cómo saber si algo que estoy por hacer, sobre lo cual la Biblia no se ha pronunciado, es o no conveniente? La Biblia nos da los parámetros para dilucidar este asunto. Primero. ¿Es algo que tiende a dominarme? Pablo dice: Todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna. Si determinada actividad está amenazando con convertirse en algo sin lo cual no puedo vivir, entonces no debo hacer esa cosa, porque si la hago se convertirá en un cruel amo que me tendrá a su merced en todo momento. Tome por ejemplo el mirar la televisión. No hay nada de malo en mirar la televisión siempre y cuando lo que estamos viendo no atente contra la moral. Pero si el mirar televisión tiende a dominarme al punto que si no miro la televisión, es como si algo importante me faltara, entonces será mejor que evite mirar la televisión, no porque sea algo malo, sino porque no debo permitir que algo me domine. Segundo, ¿Es algo que me edifica? 1 Corintios 10:23 dice: “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica” Este texto es muy parecido al que consideramos anteriormente. Como ya se mencionó, todas las cosas que no han sido específicamente condenadas en la Biblia, son lícitas, pero no todas son convenientes. Algo que no hace conveniente a una cosa que me es lícita, es que esa cosa no me edifica. El verbo edificar, significa hacer crecer, hacer madurar. Ciertas actividades pueden ser lícitas a un creyente, pero antes de hacerlas es necesario hacerse la pregunta: ¿En qué me ayudará esta actividad en mi crecimiento espiritual, o en mi progreso hacia la madurez espiritual? Si la respuesta es: En nada, entonces es mejor que no realice esa actividad. Por ejemplo, esto de ir al cine. Puede ser que la película no tenga nada de vocabulario soez, ni violencia, ni escenas sexuales impropias, pero lo que debe decidir el asunto es: ¿En que me edifica ir al cine a mirar esta película? ¿En qué me ayuda a crecer o madurar espiritualmente? Si la respuesta es: En nada, entonces será mejor que no vaya al cine. Tercero. ¿Es algo que hará tropezar a otros? 1 Corintios 10:32 dice: “No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios” En cosas que no están legisladas específicamente en la Biblia, existe la posibilidad de que algo que para un creyente es lícito para otro creyente no sea lícito. En situaciones así, el principio que se debe aplicar es no hacer nada que haga tropezar a otro creyente, para quien esa cosa no es lícita. El apóstol Pablo aplica este principio en el asunto de comer o no comer carne sacrificada a los ídolos. 1 Corintios 10:25-32 dice: “De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud. Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia. Mas si alguien os dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud. La conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro. Pues ¿por qué se ha de juzgar mi libertad por la conciencia de otro? Y si yo con agradecimiento participo, ¿por qué he de ser censurado por aquello que doy gracias? Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios” La regla para todo creyente es no hacer nada que haga tropezar a otra persona. Cuarto, ¿Es algo que lo puedo hacer en el nombre del Señor y puedo agradecer al Señor por ello? Colosenses 3:17 dice: “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.” Esta es la prueba final. Estoy pensando hacer tal o cual cosa. ¿Puedo sinceramente hacer eso en el nombre del Señor Jesús? Esto significa: Si Jesús estuviera en mi lugar, ¿haría esto que yo estoy pensando hacer? Gran pregunta amable oyente. Si tiene dudas, es mejor no hacer eso que estaba pensando hacer. Además, ¿Sinceramente puedo agradecer al Señor por esto que estoy pensando hacer? Nuevamente, si tiene dudas, es mejor que no lo haga. Estos amigo oyente, son los principios que rigen esas cosas que siendo lícitas para un creyente, sin embargo, puede ser que no sean convenientes. Nosotros no podemos erigirnos en jueces de las cosas que en su libertad pueden hacer o dejar de hacer los creyentes. Usted mismo debe decidir si es bueno o es malo esto de ir al cine, o a salas de pool o video juegos, siguiendo los principios bíblicos que hemos mencionado.

A través del correo electrónico nos ha llegado la siguiente consulta. Se trata de una persona que desde pequeña fue criada en los caminos del Señor, pero al llegar a la adolescencia se aleja de los caminos del Señor. Sin embargo, siendo ya un joven se arrepiente de su pecado y vuelve a los caminos del Señor. Mi pregunta es: ¿Se le perdonarán los pecados que cometió mientras estaba alejado del Señor? Además ¿Podrá este joven ser utilizado por el Señor en su obra?

Gracias por su consulta. El caso planteado guarda algo de similitud con la parábola del hijo pródigo relatada por el Señor Jesucristo y que aparece en Lucas capítulo 15. Se nos habla de un padre que tenía dos hijos, y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde. El padre entonces le dio lo que le correspondía. Así, el hijo pródigo se fue lejos a una provincia apartada, y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Cuando se le acabó el dinero, vino una gran hambre en aquella provincia y comenzó a faltarle. En estas circunstancias se arrimó a un hombre quien le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. El hijo pródigo deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Pero algún momento volvió en sí y dijo: Cuantos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan y yo aquí me estoy muriendo de hambre. Me levantaré e iré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo, Hazme como a uno de tus jornaleros. Y pensando en esto se fue a su casa a su padre. Y cuando aún estaba lejos lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó a su cuello y le besó. El hijo entonces comenzó a recitar lo que había preparado para decir a su padre. Sólo alcanzó a decir: Padre he pecado contra el cielo y contra ti y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Hasta aquí llegó en su discurso, porque el padre no le dejó continuar sino que hablando a los criados les dijo:  Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies y traed el becerro gordo y matadlo y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. Lo mismo ha pasado con esa persona que siendo niño recibió a Cristo como Salvador, pero luego se apartó. Ya de joven ha reconocido su pecado, se ha arrepentido y ha vuelto al Señor. El Señor está listo para recibirle con los brazos abiertos. Todo el pecado está perdonado. El hijo pródigo recibió vestido nuevo, zapatos nuevos y una gran fiesta de bienvenida. Había comenzado una nueva vida para el hijo pródigo. Había recibido su segunda oportunidad. De igual manera este creyente que se apartó, pero ha vuelto al Señor. Por tanto, recibirá una segunda oportunidad para agradar al Señor con su vida y ciertamente para servir al Señor en lo que el Señor quiera.

CORTINA——————————————-

DA Despedida

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