Es motivo de gran gozo saludarle amable oyente. Reciba una cordial bienvenida a nuestro Consultorio Bíblico. Gracias a los amigos oyentes que se han comunicado con nosotros para animarnos, para informarnos que están orando por nosotros, para ofrendarnos y sobre todo, para hacernos las preguntas. En instantes más estará con nosotros David Logacho para responder las consultas de hoy. Mientras tanto, permítame anunciar que este mes está de oferta un práctico y atractivo librito que será su herramienta preferida para ayudar a crecer en la fe a una persona que hace poco ha recibido a Cristo como Salvador. Este librito se llama 10 Primeros Pasos para el Nuevo Creyente y ha sido escrito por el Dr. W. Kroll. Solicítelo hoy mismo y nosotros se lo enviaremos inmediatamente a vuelta de correo. Nuestra dirección postal es: La Biblia Dice… casilla 1701-3715 Quito, Ecuador. Para pedidos por fax o por teléfono, marque cualquiera de estos números: 475563 o 475564 o 472292 todos en Quito, Ecuador. Para pedidos por Internet visite nuestro web site en la siguiente dirección: HYPERLINK «http://www.labibliadice.org» www.labibliadice.org En su pedido debe indicarnos su nombre completo, su dirección postal y el nombre de la emisora por la cual escucha este programa.
A través de Internet se ha comunicado con nosotros un amigo oyente para hacernos la siguiente consulta: En Zacarías 1:1 dice que Zacarías es hijo de Berequías, quien a su vez era hijo de Iddo. Pero en Esdras 5:1 dice que Zacarías era hijo de Iddo. ¿No debería decir, nieto de Iddo?
Demos lectura a los textos citados por nuestro amigo oyente. Primero, el que se encuentra en Zacarías 1:1 donde dice: “En el octavo mes del año segundo de Darío, vino palabra de Jehová al profeta Zacarías hijo de Berequías, hijo de Iddo, diciendo” Según este texto, el profeta Zacarías, fue hijo de Berequías, un sacerdote, quien a su vez fue hijo de otro sacerdote cuyo nombre es Iddo. De Iddo nos habla Nehemías 12:4 mostrándonos que fue un sacerdote que regresó de Babilonia entre los sacerdotes y levitas que subieron con Zorobabel. El padre de Zacarías, Berequías, probablemente murió cuando su hijo era muy joven, lo cual hizo de Zacarías, el sucesor inmediato de su abuelo el sacerdote Iddo. Zacarías era profeta y sacerdote. Técnicamente hablando entonces, según nuestra mentalidad occidental, Zacarías fue hijo de Berequías y nieto de Iddo, conforme Usted acertadamente lo ha notado. Ahora veamos qué es lo que tenemos en Esdras 5:1 donde dice: “Profetizaron Hageo y Zacarías hijo de Iddo, ambos profetas, a los judíos que estaban en Judá y en Jerusalén en el nombre del Dios de Israel quien estaba sobre ellos.” Aquí, en este texto aparece Zacarías como hijo de Iddo, aunque por la información en el libro de Zacarías sabemos que en realidad era nieto de Iddo. ¿Por qué entonces dirá hijo, mas no nieto? La razón descansa en la mentalidad Hebrea u oriental que difiere de la mentalidad occidental. Según la mentalidad oriental: era perfectamente válido hablar de alguien como hijo de fulano de tal, a pesar de que entre los dos había más de una generación. Es decir que, por ejemplo, si un tal Jacobo, un judío, era nieto o bisnieto o tataranieto, de un tal José, otro judío, perfectamente se podía decir que ese Jacobo era hijo de José. Es cuestión de mentalidad. Para nosotros, con nuestra mentalidad occidental suena algo raro, pero para ellos no. Por eso es perfectamente válido decir que todo judío es hijo de Abraham, según la carne, aún cuando entre Abraham y cualquier judío existan incontables generaciones.
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AL La segunda consulta del amigo oyente quien se ha comunicado con nosotros por Internet dice lo siguiente: Malaquías 1:4 habla de un pueblo contra el cual Jehová está indignado para siempre. ¿No contradice esto algunos pasajes de la Biblia como Números 14:18 donde se dice que Jehová es tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión?
DAV Vamos a leer las citas que Usted ha mencionado amigo oyente. La primera se encuentra en Malaquías 1:4, pero para tomar en cuenta el contexto, vamos a leer desde el versículo 3. Dice así: “y a Esaú aborrecí, y convertí sus montes en desolación, y abandoné su heredad para los chacales del desierto. Cuando Edom dijere: Nos hemos empobrecido, pero volveremos a edificar lo arruinado; así ha dicho Jehová de los ejércitos: Ellos edificarán, y yo destruiré; y les llamaré territorio de impiedad, y pueblo contra el cual Jehová está indignado para siempre.” Este pasaje bíblico está hablando de Esaú, el hermano de Jacob. Los descendientes de Esaú son los Edomitas o simplemente Edom. Esaú y sus descendientes fueron pueblo perverso. Por esta razón Dios convirtió su territorio en desierto y guarida de chacales. Todo esfuerzo por reconstruir el territorio estaba condenado a fracasar, porque Jehová lo iba a destruir. Más aún Jehová pone una especie de marca sobre los Edomitas. Dice que son territorio de impiedad y pueblo contra el cual Jehová está indignado para siempre. Con Dios no se puede jugar amigo oyente. Cuando el hombre voluntariamente llega al colmo de su maldad, no le queda otra cosa sino esperar el juicio severo de Dios. Muy bien. Ahora vamos a leer Números 14:18, pero para incluir el contexto, vamos a leer el pasaje bíblico entre los versículos 17 a 19 del mismo capítulo. Dice así: “Ahora, pues, yo te ruego que sea magnificado el poder del Señor, como lo hablaste diciendo: Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable; que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos. Perdona ahora la iniquidad de este pueblo según la grandeza de tu misericordia, y como has perdonado a este pueblo desde Egipto hasta aquí.” Esta es la oración que Moisés elevó a Jehová a raíz del terrible pecado de Israel cuando en su incredulidad despreció la tierra que fluye leche y miel y presa del pánico por los gigantes que habitaban aquella tierra, se quejó contra Dios y quiso regresar a Egipto. Moisés está pidiendo que Dios haga algo que traiga gloria a su nombre. Moisés también está echando mano de las promesas de Dios cuando dijo que Él es un Dios tardo para la ira y grande en misericordia que perdona la iniquidad y la rebelión. Esto no significa que a Dios no le importa el pecado o peor que Dios se complace con el pecado. Note lo que manifiesta Dios en cuanto al pecado. Dijo que de ningún modo tendrá por inocente al culpable. Dios es justo y sabe quien es el culpable. En su justicia, Dios dará el pago merecido a quien tenga la culpa. Aún sus descendientes sufrirán las consecuencias de la justicia de Dios. Dios visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos. Moisés clama a Dios por perdón para su pueblo, según la grandeza de la misericordia de Dios. Dios respondió la oración de Moisés. Por la grandeza de la misericordia de Dios, Dios prometió que entrarían a la tierra prometida solamente los que en este instante tenían 20 años o menos. El pueblo en su totalidad fue condenado a vagar por casi 40 años en el desierto. Era la disciplina de Dios por el pecado de incredulidad. Durante este tiempo murieron en el desierto todos los que tenían más de 20 el momento que permitieron que su incredulidad les haga quejarse contra Dios. Su pecado de incredulidad impidió que reciban la promesa de Dios. Todo el pueblo de Israel, exceptuando a unos pocos, merecía ser destruido por Dios a causa de su incredulidad, pero Dios no lo hizo. Tuvo misericordia de una gran parte del pueblo, pero ejecutó su juicio sobre otra gran parte del pueblo. Así es Dios y así es el pecado de terrible. Pongamos ahora todo junto. Edom fue rebelde contra Dios hasta el final. Jamás reconoció su pecado, jamás confesó su pecado, jamás abandonó su pecado. Dios por tanto derramó su juicio sobre ellos. Dios dijo que serán territorio de impiedad y pueblo contra el cual Jehová está indignado para siempre. Pero Israel, tuvo una actitud diferente. Por medio de Moisés reconoció el pecado, confesó el pecado y se apartó del pecado. Por eso Dios les trató con misericordia, aunque tuvieron que sufrir las consecuencias del pecado, porque Dios de ningún modo tendrá por inocente al culpable. Si Usted quiere ver a Dios en esa esfera de misericordia, es necesario que reconozca su pecado, lo confiese a Dios y reciba a Cristo como su Salvador. De lo contrario, Usted, aunque no quiera, verá a Dios en esa esfera de ira, de un Dios indignado, de un Dios que le castigará eternamente por su pecado. La decisión es suya.
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