Desde Perico, Jujuy, Argentina nos escribe una amiga oyente para hacernos la siguiente consulta: Por favor explíqueme el significado del texto en Mateo 24:40.

DL Gracias por su consulta. Para responderla es necesario tomar en cuenta tanto el contexto anterior como el contexto posterior de este versículo en particular. Así que, permítame dar lectura al pasaje bíblico que se encuentra en Mateo 24:36-44. La Biblia dice: Pero del día y la hora nadie sabe,  ni aun los ángeles de los cielos,  sino sólo mi Padre.  Mas como en los días de Noé,  así será la venida del Hijo del Hombre.  Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo,  casándose y dando en casamiento,  hasta el día en que Noé entró en el arca,  y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos,  así será también la venida del Hijo del Hombre.  Entonces estarán dos en el campo;  el uno será tomado,  y el otro será dejado.  Dos mujeres estarán moliendo en un molino;  la una será tomada,  y la otra será dejada.  Velad,  pues,  porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.  Pero sabed esto,  que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir,  velaría,  y no dejaría minar su casa.  Por tanto,  también vosotros estad preparados;  porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.

Por lo que se ve en el pasaje bíblico leído, el tema central tiene que ver con la segunda venida física del Señor Jesucristo. El día y la hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles de los cielos, sino solo el Padre. Sin embargo, la segunda venida del Señor Jesucristo estará precedida de una época muy parecida a la época inmediatamente anterior al advenimiento del diluvio en los días de Noé. Esto no se refiere mayormente a la maldad de aquella época sino principalmente a la indiferencia de aquella época. Indeferencia, ¿en qué sentido? Pues en el sentido de ocuparse de los asuntos normales, rutinarios de la vida, olvidando que la venida del juicio de Dios estaba cerca, era inminente. De la misma manera, la gente que esté en la tierra en el tiempo previo a la segunda venida del Señor Jesucristo, estarán comiendo y bebiendo, casándose y dándose en casamiento, es decir en lo suyo, cumpliendo con sus deberes sociales y nada más. La gente de los tiempos de Noé reconoció demasiado tarde que habían ignorado lo más importante por haberse ocupado en lo rutinario de la vida. En el instante menos pensado vino el diluvio y se los llevó a todos. Algo parecido va a pasar con la gente que esté viva sobre la tierra cuando venga por segunda vez el Señor Jesucristo. Reconocerán demasiado tarde que han ignorado lo más importante por haberse ocupado en lo rutinario de la vida. Es en este contexto que entra Mateo 24:40. Así como la gente en la época de Noé, que no estaba preparada para la venida del diluvio pereció cuando vino el diluvio, de la mima manera, la gente de la época previa a la segunda venida del Señor Jesucristo, que no estaba preparada para la segunda venida del Señor Jesucristo, perecerá cuando venga el Señor Jesucristo. La única manera de estar preparado para la segunda venida del Señor Jesucristo, es haber recibido por la fe al Señor Jesucristo como Salvador, con el consecuente cambio en el estilo de vida. El Señor Jesucristo lo puso de una manera muy clara cuando dijo que en aquel tiempo, dos estarán en el campo, el uno será tomado, y el otro será dejado. Aquel que es tomado es el que no estaba preparado para la segunda venida del Señor Jesucristo por cuando jamás lo recibió como su Salvador. Esta persona será sacada de la tierra y recibirá el juicio debido a su pecado. Aquel que es dejado, es el que estaba preparado para la segunda venida del Señor Jesucristo, por el hecho que recibió al Señor Jesucristo como Salvador. Quedándose en la tierra podrá entrar al reino milenial de Cristo. El mismo razonamiento se sigue para las dos mujeres que estarán moliendo en un molino. La una será tomada, y la otra será dejada. El Señor Jesucristo resume su enseñanza exhortando a velar o estar alerta, estar preparado, porque no se sabe a qué hora ha de venir el Señor Jesucristo. Así como a nadie le pueden robar si está siempre alerta, a nadie le podrá sorprender la segunda venida del Señor Jesucristo porque estará siempre alerta porque se habrá preparado por medio de recibir por la fe al Señor Jesucristo.

La segunda consulta nos ha llegado por Internet desde algún lugar no identificado. Dice así: Leí su artículo con respecto al sello del Espíritu Santo. Lo que entendí es que todos los creyentes somos sellados por el Espíritu Santo el momento que recibimos a Cristo como nuestro Salvador. El problema es que en la iglesia donde me congrego me han enseñado que el creyente debe buscar ser sellado por el Espíritu Santo y que cuando eso ocurre, se manifiesta en la capacidad de hablar en lenguas. Yo no he tenido esta experiencia. Le agradeceré sus comentarios sobre este asunto.

Como ya lo expresamos en nuestro artículo, el cual ha sido leído por Usted, el creyente es sellado por el Espíritu Santo el instante mismo que recibe a Cristo como Salvador. Esta no es nuestra opinión personal al respecto sino lo que clara y contundentemente enseña la Biblia. Permítame citar el texto en el cual se basa esta clara enseñanza. Se encuentra en Efesios 1:11-14. La Biblia dice: En él asimismo tuvimos herencia,  habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad,  a fin de que seamos para alabanza de su gloria,  nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.  En él también vosotros,  habiendo oído la palabra de verdad,  el evangelio de vuestra salvación,  y habiendo creído en él,  fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,  que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida,  para alabanza de su gloria.

Hablando de Cristo, el apóstol Pablo dice que en él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. Sobre esto podríamos decir tantas cosas hermosas, pero será en otro momento. Por lo pronto, bástenos saber que Dios ha derramado bendiciones espectaculares sobre todos aquellos que hemos confiado en Cristo como Salvador. Dentro de esas maravillosas bendiciones espirituales está justamente el ser sellados con el Espíritu Santo. El texto dice: En él, es decir en Cristo, también vosotros, es decir todos los creyentes, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu de la promesa. Todo lo debemos a Cristo. Sin él nada de lo que tenemos podría ser nuestro. El texto dice que nosotros, los creyentes, habiendo oído el mensaje del evangelio, o la palabra de verdad, y habiendo creído en ese mensaje, es decir, habiendo recibido a Cristo como nuestro Salvador, fuimos sellados con el Espíritu Santo. Es la ley de causa y efecto. La causa es haber oído el evangelio y haber creído en él. El efecto es ser sellados con el Espíritu Santo. ¿Cuándo ocurrió esta obra de ser sellados con el Espíritu Santo? Pues, mire como ha sido conjugado el verbo ser, en la frase que dice: fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa. Este verbo está en tiempo pasado, lo cual significa algo que sucedió en el momento de recibir a Cristo como Salvador. No dice sois sellados, tiempo presente, ni seréis sellados, tiempo futuro. Dice, fuisteis sellados, tiempo pasado. Esto significa entonces que todo creyente ha sido sellado con el Espíritu Santo de la promesa el instante mismo que recibió a Cristo como Salvador, porque es la presencia de Cristo en el creyente lo que garantiza entre otras muchas cosas, el ser sellado con el Espíritu Santo de la promesa. No olvide que Cristo viene a la vida de la persona el instante que la persona lo recibe como Salvador, no antes, no después. El pasaje continúa diciendo que el Espíritu Santo de la promesa es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida. El propio Espíritu de Dios viene a morar en el creyente y asegura y preserva su salvación eterna. El sello del cual habla Pablo se refiere a una marca oficial de identificación que se coloca en un documento, carta o contrato. Un documento así sellado adquiere validez y seguridad. Existen cuatro verdades fundamentales que resultan de este sello. La primera, seguridad, la segunda, autenticidad, la tercera, propiedad, y la cuarta, autoridad. El Espíritu Santo es dado por Dios al creyente como una promesa, o una garantía de su herencia futura en la gloria. Todo esto sirve de fundamento para aseverar que el creyente no debe buscar ser sellado por el Espíritu Santo porque ya ha sido sellado por Dios con el Espíritu Santo de la promesa, el momento que creyó en Cristo y lo recibió como Salvador. Tanto es así que en ninguna parte de la Biblia se exhorta o se ordena o se insinúa que un creyente debe buscar ser sellado con el Espíritu Santo. Finalizando ya, el don de lenguas fue dado no a todos los creyentes sino solamente a algunos como lo demuestran textos como 1 Corintios 12:29-30. Siendo así es de esperarse que no todos hayan tenido el don de lenguas, sin embargo, todos fueron sellados con el Espíritu Santo.

 

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