La primera consulta de hoy nos ha sido hecha por un amigo oyente de Mendoza, Argentina. Dice así: ¿Me pueden dar una explicación de Mateo 28:19? Los que no creen en la trinidad me han dicho lo siguiente: El Padre no es un nombre, el Hijo no es un nombre, el Espíritu Santo no es un nombre. Todos ellos son títulos para un nombre. El nombre es el Señor Jesucristo. ¿Es así?
Bueno, comencemos por una breve explicación de lo que dice Mato 28:19 donde leemos: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” Este texto está hablando del paso de obediencia que deben dar todos aquellos que han recibido a Jesucristo como su Salvador personal. Este paso de obediencia se llama el bautismo en agua. Los creyentes se bautizan en agua porque son creyentes, mas no se bautizan en agua para ser creyentes. Este texto también habla de lo que se llama la fórmula bautismal. El bautismo en agua debe ser en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Mientras los diferentes nombres de las Personas de la Deidad son plenamente empleados en todas partes en el Nuevo Testamento la designación completa de Dios aparece en varias partes, entre ellas en Mateo 28:29. Como el bautismo subsiste como el acto inicial de un creyente en acto público de testimonio por Cristo, así en ese umbral, es proclamado el título completo del Dios en cuya comunión entra el candidato. En esta conexión, es muy significativo que la primera aparición en público de Cristo fuera la de Su bautismo, y que, aunque no se registra ninguna fórmula bautismal que Juan hubiese pronunciado sobre Cristo en esa ocasión, las tres personas de la Deidad estaban presentes y fueron identificadas. El Padre reconoció al Hijo, Este es mi Hijo amado, el Hijo estaba presente y visible; y el Espíritu se vio descendiendo sobre Cristo en forma de paloma. En la gran comisión se instruye en cuanto al bautismo para que fuera administrado en el nombre, no en los nombres, el nombre único del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. La frase el nombre, es una fuerte declaración de la unidad divina que subsiste como Padre, Hijo y Espíritu. La ordenanza del bautismo en agua ha de ser ejecutada por la autoridad de ese incomparable nombre, pero ese nombre triple. El Padre es una persona que tiene varios títulos y varios nombres. El Hijo también es una persona que tiene varios títulos y varios nombres y el Espíritu Santo también es una persona que tiene varios títulos y varios nombres. Jesús está pensando no sólo en una persona, ni en sólo título, ni en un solo nombre, Jesús está pensando en las tres personas, con los títulos y nombres para cada una, pero esas tres personas son uno, por eso usa el singular: Nombre. Ahora en relación con la doctrina de la trinidad, en sus enseñanzas, la Biblia no es politeísta, como si hablara de más de un dios, ni triteista, como si hablara de tres dioses, ni unitaria, como si hablara de un dios que ejercita sus intereses y poderes en varias maneras. La doctrina monoteísta de un Dios que subsiste en una pluralidad de Personas, tres, no menos y no más, es la que está acorde con la Escritura y, aunque caracterizada por el misterio cuando se llega a ella con una mente finita, es, sin embargo, sin contradicción y es perfecta en todas sus adaptaciones y en todas sus partes. Es tan perfecta como a Dios a quien manifiesta. El Dr. John Dick dice: Mientras que hay sólo una divina naturaleza, hay tres subsistencias, o personas, llamadas el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo que poseen, no una similar, sino la misma esencia numérica, y la distinción entre ellos no es meramente nominal, sino real. A. H. Strong dice: En la naturaleza del Dios uno hay tres distinciones eternas y estas tres son iguales, la doctrina de la Trinidad, por una parte, no afirma que tres personas están unidas en una persona, o tres seres en un ser, o tres dioses en un Dios, ni por otra parte, que Dios meramente se manifiesta a sí mismo en tres diferentes modos; sino más bien que hay tres distinciones eternas en la subsistencia de Dios. Joseph Cook dice: El Padre, Hijo y el Espíritu Santo son un Dios. Cada uno tiene una peculiaridad incomunicable a los otros; ninguno es Dios sin los otros; cada uno, sin los otros, es Dios. Agustín dice: El Padre no es la Trinidad, ni el Hijo, la Trinidad, ni el Espíritu Santo la Trinidad; pero dondequiera que se hable de uno solo, entonces no están hablando como de tres, en número plural, sino de uno, la Trinidad misma. Diremos entonces que, a cada una de las tres personas se les aplican directamente los nombres de Dios. No existe ningún problema en admitir que los títulos divinos pertenezcan propiamente al Padre. Sin embargo el Hijo y el Espíritu Santo llevan las mismas designaciones. El Hijo es llamado Dios en Juan 1:1, el verdadero Dios en 1 Juan 5:20, Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos, en Romanos 9:5, gran Dios en Tito 2:13. El Espíritu Santo es también llamado Dios en Hechos 5:3-9 y Señor en 2 Corintios 3:17. Así que, cuando en Mateo 28:19 habla del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, se está refiriendo a las tres personas que componen la trinidad. Cada una de estas tres personas tiene sus títulos y sus nombres propios. Cuanto este texto usa el singular, nombre, para referirse a las tres personas, está mostrando el concepto de la Trinidad. Un solo Dios verdadero que existe en tres personas diferentes, cada una de la misma esencia, pero con diferente subsistencia.
A La segunda consulta de hoy nos ha sido hecha por un amigo oyente de Quito, Ecuador. Con relación a 1 Corintios 7:6-9 nos pregunta ¿qué significa este pasaje bíblico y cómo se aplica a la vida de alguien que es soltero?
Vamos a dar lectura al pasaje bíblico que se encuentra en 1 Corintios 7:6-9 donde dice: “Mas esto digo por vía de concesión, no por mandamiento. Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo, y otro de otro. Digo, pues a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo; pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando.” Pablo está hablando no con lenguaje de ley o de mandamiento, sino por vía de concesión. Es una forma de decir cosas importantes sin llegar a dar órdenes. Pablo reconocía que no es prudente ni ordenar casarse ni ordenar vivir sin casarse. Se limita a decir cosas importantes, sin llegar a ponerlas en forma de mandato. A esto se refiere cuando dice: Mas esto digo por vía de concesión, no por mandamiento. Lo que va a decir es algo importante, que debería ser considerado con cuidado, máxime si viene de un apóstol como Pablo. Luego prosigue diciendo que quisiera más bien que todos los hombres fuesen como él, como Pablo. Por lo que dice un poco más adelante, es obvio que Pablo no tenía una compañera como esposa. Puede ser que nunca se casó, o que si se casó había enviudado. Esto merece un análisis pormenorizado que por ahora lo vamos a evitar para ir a lo medular de la consulta de nuestro amigo oyente. Pablo está entonces sugiriendo que sería bueno que los hombres se queden solteros o si han enviudado que se queden viudos. Pero inmediatamente, Pablo reconoce que esto depende totalmente de la manera como Dios ha capacitado a cada uno en particular en cuanto a lo que se llama el don de continencia. El don de continencia es la capacidad sobrenatural, dada por Dios a algunos creyentes, hombres o mujeres, para refrenar sus impulsos sexuales y vivir sin tener que casarse. El don de continencia no significa que los creyentes que poseen este don no tienen deseos sexuales. Lo que significa es una capacidad para poder vivir sin la necesidad de satisfacer esos deseos sexuales. Pablo reconoce que no todos los creyentes han recibido de Dios este don de continencia, por eso dice: Cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo, y otro de otro. A los que tienen este don de continencia, Pablo les dice que fuera bueno que vivan solos, sin casarse. Esto tiene sus ventajas, en especial cuando se lo mira a la luz de la posibilidad de servir al Señor sin las preocupaciones de un hombre o una mujer que se ha casado. A los que no tienen este don de continencia, Pablo aconseja que se casen, porque mejor es casarse que estarse quemando. El deseo sexual puede acrecentarse de tal manera que llega a ser como un fuego que quema. Si este es el caso, es necesario satisfacerlo. La Biblia enseña que el sexo es bueno y que la única forma legítima para su uso es dentro del matrimonio. Sexo fuera del matrimonio es condenado por Dios. 1 Corintios 6:18 dice: “Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo, mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca.” De manera que, amigo oyente, si un creyente no ha recibido de Dios este don de continencia, va a ser muy difícil que pueda refrenar su deseo sexual toda la vida. Si este es el caso, lo aconsejable es comenzar lo antes posible a orar a Dios para que provea de una pareja. Dios sabe mejor que nadie lo que Usted necesita y Dios está en capacidad de traer a su vida la pareja ideal para Usted. A la par de orar, observe bien alrededor, porque puede ser que Dios ponga a su pareja en su propia iglesia o donde Usted trabaja, o donde Usted estudia. No se olvide que la voluntad de Dios jamás es que Usted siendo creyente se enamore o peor se case con alguien que no sea creyente. Si le gusta alguien pero ese alguien no es creyente, entonces Usted ya sabe que ese alguien no es la voluntad de Dios para Usted. Mientras ora y espera la voluntad de Dios trayendo una pareja, no se desespere, Dios está en control de todo. Si Usted no tiene el don de continencia, Dios mismo se encargará de proveer una pareja para que dentro del matrimonio Usted pueda satisfacer su deseo sexual.
0 comentarios