La primera consulta para el programa de hoy nos ha sido hecha por un amigo oyente de Quito, Ecuador. Dice así: Sabiendo que yo como carne de cerdo, un amigo mío me ha dicho que no debería hacerlo porque eso está prohibido en la Biblia. ¿Dónde dice la Biblia que no se debe comer carne de cerdo?
Bueno, amigo oyente, seguramente su amigo se estaba refiriendo a la ley de Moisés, dentro de la cual consta una detallada reglamentación sobre lo que el pueblo de Israel podía comer y lo que no podía comer. Un parte de este reglamento se halla en Levítico 11:2-7 donde dice: “Hablad a los hijos de Israel y decidles: Estos son los animales que comeréis de entre todos los animales que hay sobre la tierra. De entre los animales, todo el que tiene pezuña hendida y que rumia, éste comeréis. Pero entre los animales, todo el que tiene pezuña hendida y que rumia, éste comeréis. Pero de los que rumian o que tienen pezuña, no comeréis éstos: el camello, porque rumia pero no tiene pezuña hendida, lo tendréis por inmundo. También el conejo, porque rumia, pero no tiene pezuña, lo tendréis por inmundo. Asimismo la liebre, porque rumia, pero no tiene pezuña, la tendréis por inmunda. También el cerdo, porque tiene pezuñas, y es de pezuñas hendidas, pero no rumia, lo tendréis por inmundo.” Esta es la razón por la cual el pueblo de Israel no comía carne de cerdo. Este reglamento estuvo en vigencia mientras la ley de Moisés estuvo en vigencia. Pero a raíz de la muerte y resurrección de Cristo, la ley de Moisés fue abrogada. Hablando de la ley de Moisés, Hebreos 7:18 dice: “Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de debilidad e ineficacia” Este es el motivo para afirmar que los que creemos en Cristo ya no estemos bajo la ley de Moisés y por tanto ya no estamos en obligación de cumplir con aquel reglamento sobre lo que se debe comer y lo que no se debe comer. El mismo apóstol Pedro fue expuesto a esta verdad en visión. Hechos 10:9-16 dice: “Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta. Y tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis; y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado a las cuatro puntas era bajado a la tierra; en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. Volvió a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común. Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo.” Aunque la visión tenía como propósito mostrar a Pedro que los gentiles también tenían parte en las bendiciones resultantes del evangelio, sin embargo, es muy significativa la manera que utilizó Dios para mostrar este hecho. Puso delante de Pedro todo tipo de cuadrúpedos, el cerdo inclusive, y todo tipo de reptiles y aves. Muchos de estos animales eran inmundos conforme a la ley de Moisés. Luego Dios ordenó a Pedro: Levántate, mata y come. Estando bajo la ley, Dios jamás hubiera pedido esto a Pedro. Dios no puede contradecirse en algo que él mismo previamente ha ordenado. Pero por el hecho que ya no estamos bajo la ley sino bajo la gracia, es absolutamente legítimo que Dios diga a Pedro: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común. Levántate, mata y come. Otro pasaje bíblico que muestra que para los creyentes que estamos bajo la gracia ya no tienen vigencia las restricciones sobre los alimentos que aparecen en la ley de Moisés es 1 Timoteo 4:1-5 donde dice: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad. Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado.” Así que, amigo oyente, no es del todo correcto afirmar que la Biblia prohíbe que se coma carne de cerdo. Esto fue prohibido para el pueblo de Israel mientras estaba en vigencia la ley de Moisés, pero hoy en día, una vez que fue abrogada la ley de Moisés, los creyentes están en libertad de hacerlo. Sin embargo, es necesario recalcar que la libertad de un creyente maduro debe tomar en cuenta la clara enseñanza de la Biblia en cuanto a no ofender al hermano débil. Note lo que dice 1Corintios 8:8-9 “Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque comamos seremos más, ni porque no comamos seremos menos. Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles.” El hecho de comer o no comer carne de cerdo no nos hace ni mejores ni peores delante de Dios. Sin embargo, debemos tener cuidado de que el uso de nuestra libertad no lastime a un hermano débil. Un hermano débil es aquel que tiene escrúpulos en cuanto a cosas que caen dentro de la libertad que tenemos en Cristo, como esto de comer carne de cerdo, por ejemplo. Puede ser que haya algún hermano que sinceramente piensa que comer carne de cerdo es pecado. Bueno, si es así, este hermano no debe comer carne de cerdo y los que piensan que no hay problema con comer carne de cerdo, no deben hacer uso de esta libertad en presencia del hermano débil, para no herir su débil conciencia. Eso es lo que aconseja el Nuevo Testamento. Ponga atención a lo que leo en 1 Corintios 8:10-13 “Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. Por lo cual, si la comida l es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano.” En esencia se trata de ceder a los derechos que tenemos por amor a los demás. Considere lo que dice Romanos 14:14-15 “Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; mas para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es. Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió.” Aplicando este principio a nuestro caso relacionado con comer o no, carne de cerdo, Pablo diría: Yo sé, y estoy seguro de ello porque confío en Jesucristo, que la carne de cerdo no es inmunda en sí misma, pero si alguien piensa que la carne de cerdo es inmunda, para esa persona es inmunda. Pero si por causa de comer carne de cerdo, tu hermano se siente ofendido, tu conducta ya no es de amor. Que tu comida no sea causa de que se pierda aquel por quien Cristo murió. Esto es la libertad en Cristo, ejercida dentro del marco del amor. De modo que, amigo oyente, si Usted no tiene problema en comer carne de cerdo, pero está en presencia de un hermano que piensa que los creyentes no deben comer carne de cerdo, es mejor que ceda su derecho a comer carne de cerdo y evite de esa manera lastimar la conciencia del hermano que piensa que es malo comer carne de cerdo.
La segunda consulta de hoy nos ha hecho una amiga oyente de Santiago, Chile. Dice así ¿Hay algún problema con que un creyente colabore con un ministerio cristiano que no es parte de su propia iglesia local?
través de los diferentes ministerios de la iglesia local. De esta manera se estará contribuyendo con el crecimiento de la iglesia local. Pero no siempre es posible cumplir con esto. Imagine por ejemplo si un creyente ha sido capacitado para servir al Señor en un ministerio de Televisión o Radio o Prensa, etc. pero la iglesia local no ha desarrollado ministerios de Televisión o Radio o Prensa. ¿Significará esto que este creyente debe cruzarse de brazos y no hacer nada? ¿No le parece que lo sensato sería que ese creyente investigue para ver si existe algún ministerio donde pueda hacer uso del conocimiento y los dones que Dios le ha dado, aun a pesar que ese ministerio no sea parte de su iglesia local? A mí parece que debería hacerlo y cuando lo encuentre, si todo está en orden debería involucrarse en ese ministerio. Cuando pongo como condición que todo esté en orden, me estoy refiriendo a que exista compatibilidad en doctrina y práctica con ese ministerio en cuestión. Un creyente jamás debería involucrarse en ningún ministerio que proclame doctrinas falsas o que tolere o incentive prácticas reñidas con lo que enseña la palabra de Dios. Pero si no hay problema en esta área y se abren las puertas para servir al Señor en un ministerio que no es parte de su iglesia local, no hay ningún inconveniente, amiga oyente. Sin embargo, e insisto sobre esto, si la iglesia local tiene ya un ministerio donde Usted podría funcionar muy bien por su preparación y por sus dones, lo aconsejable sería que Usted procure involucrarse en ese ministerio como su primera prioridad.
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