A través de Internet hemos recibido la siguiente consulta: Llevo muchos años en el evangelio, y he constatado que en todas las iglesias que he estado obligan a diezmar. Al comienzo dicen que se debe diezmar cuando uno siente que debe hacerlo pero que se lo haga de corazón, pero cuando pasa algo de tiempo ya obligan a diezmar. ¿Es esto bíblico? Nosotros somos trabajadores autónomos y tenemos que invertir dinero para poder trabajar. Para determinar cuánto hemos ganado, tenemos que restar lo que invertimos en transporte, combustible, seguro y tantas otras cosas más. Solíamos diezmar sobre lo que hemos ganado, pero el pastor de nuestra iglesia dice que no debe ser así, sino que debemos diezmar sobre los ingresos netos, es decir sin descontar lo que hemos invertido para poder trabajar. Esto me tiene cansada. Veo como la gente se aleja de la iglesia porque se les obliga a diezmar. Pido una orientación.

Aprecio mucho su consulta amable oyente. Ante el cuadro que usted ha presentado será muy útil recordar los principios que el Nuevo Testamento provee acerca de ofrendar. Para ello, permítame citar el texto en 2 Corintios 9:7. La Biblia dice: Cada uno dé como propuso en su corazón:  no con tristeza,  ni por necesidad,  porque Dios ama al dador alegre.

En primer lugar, la ofrenda es un privilegio de todos y cada uno de los creyentes. No sólo de los ricos, no sólo de los creyentes que llevan años en el evangelio, no sólo de los maduros en la fe. Una de las primeras cosas que todo creyente debe aprender tan pronto recibe al Señor Jesucristo como Salvador, es justamente ofrendar. Lo que pasa es que para muchos creyentes el ofrendar es equivalente a que se les meta la mano al bolsillo, o se les explote, pero en la Biblia se ve algo totalmente distinto. Ofrendar beneficia más al creyente que ofrenda que a la iglesia o a Dios que recibe esa ofrenda. Por eso es que en el Nuevo Testamento aparecen textos como 2 Corintios 9:6 donde dice: Pero esto digo:  El que siembra escasamente,  también segará escasamente;  y el que siembra generosamente,  generosamente también segará.

Al ofrendar generosamente parecería que quedara menos para nosotros, pero no hay tal, porque entra en acción las matemáticas de Dios. Las matemáticas de Dios dice: Mientras más damos, más nos da Dios para poder dar más a Dios y el ciclo nunca termina. ¿No le parece maravilloso? De modo que los beneficiarios de ofrendar son los que ofrendan no Dios ni la iglesia que recibe la ofrenda. Esto se torna difícil comprender a muchos creyentes y por eso piensan que el ofrendar es una carga, cuando en realidad es una bendición. Quedamos entonces en que ofrendar es un privilegio de todo creyente, no sólo de algunos. En segundo lugar la ofrenda debe ser como se haya propuesto en el corazón. Esto significa que el ofrendar es un asunto privado, en el cual interviene única y exclusivamente el que ofrenda y Dios. Además es un asunto premeditado, o decidido con anticipación. Nadie debería ofrendar impulsivamente como lamentablemente muchos de nosotros hicimos en el pasado o seguimos haciendo en el presente. Me refiero a esto de dar al Señor como ofrenda lo que se nos ocurre el instante que se está recogiendo la ofrenda. No debe ser así. Lo que se ofrenda al Señor debe ser un asunto planificado con anticipación, el resultado de un acuerdo previo con el Señor. Ningún creyente debería ir al culto dominical sin saber de antemano cuánto va a ofrendar al Señor. Inclusive es recomendable ir con el dinero ya separado y listo para ser entregado. Esto evitaría que algunos creyentes cometan el bochorno de solicitar el cambio, o el vuelto como dicen en algunos países, cuando depositan un billete grande en la ofrenda. En tercer lugar, la tristeza no debe tener parte cuando se ofrenda. El texto en 2 Corintios 9:7 dice textualmente: No con tristeza. Cuando se entiende que ofrendar es un privilegio que beneficia más al que ofrenda que a quien recibe esa ofrenda, no hay lugar para el pesar, o la queja o la incomodidad. Si usted estuviera a punto de recibir un regalo inmensamente grande, ¿qué clase de emociones despertaría esto en usted? Dudo que sea la tristeza o el pesar. Todo lo contrario. Se pondría extremadamente feliz, contento, expectante. Pues así debería ponerse al ofrendar al Señor con generosidad, porque está a punto de ver en la práctica las promesas de Dios hechas realidad. Al decir esto no estoy predicando el evangelio de la prosperidad. La codicia por tener más jamás debe ser lo que motiva a un creyente para ofrendar con generosidad. Esto es el meollo o el núcleo del evangelio de la prosperidad. Dé uno para que Dios le devuelva cien. Lo que debe motivar a un creyente a ofrendar con generosidad es el amor por lo que el Señor hizo por él. De manera que al Señor no se lo debe ofrendar con tristeza. El texto en 2 Corintios 9:7 dice que Dios ama al dador alegre. Si no es con alegría es mejor no ofrendar al Señor. En cuarto lugar, el ofrendar no debe ser por necesidad. ¿Qué significa esto? Pues simplemente significa que nadie debe sentirse obligado a ofrendar, así como también, nadie debería obligar a otros a ofrendar. La expresión: Por necesidad, se refiere a una presión externa o a la coerción, posiblemente acompañada de legalismo. Jamás se debe dar la ofrenda por el sólo hecho de que alguien está obligando o manipulando para ofrendar. Justamente la obligación a ofrendar en las iglesias donde usted ha estado le han herido profundamente. Siento mucho por usted. Lo que usted ha visto en las iglesias donde ha estado no tiene sustento bíblico. La Biblia claramente enseña que se debe ofrendar no por necesidad o por obligación. Mal hacen las iglesias o los pastores que obligan a los creyentes a ofrendar. Para examinar el quinto principio es necesario mirar otro pasaje bíblico. Se encuentra en 1 Corintios 16:2. La Biblia dice: Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo,  según haya prosperado,  guardándolo,  para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.

La ofrenda debe ser parte de lo que se realiza durante el culto dominical en una iglesia local. La Biblia da evidencia en cuanto a que la ofrenda es parte de la adoración al Señor. Los magos que vinieron de oriente poco después que nació el Señor Jesús, vinieron a adorarle. Cuando llegaron a Jerusalén dijeron: ¿dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Después de una serie de eventos muy interesantes, los magos encontraron al niño Jesús con su madre María y note lo que hicieron como parte de su adoración. Voy a leer en Mateo 2:11. La Biblia dice: Y al entrar en la casa,  vieron al niño con su madre María,  y postrándose,  lo adoraron;  y abriendo sus tesoros,  le ofrecieron presentes:  oro,  incienso y mirra.

Los magos se postraron ante el niño Jesús en adoración a él, pero la adoración no terminó allí, porque el texto dice que abriendo sus tesoros, los magos ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. La adoración que no entrega algo de valor no es adoración verdadera. Por eso Pablo instruyó a la iglesia en Corinto que cada primer día de la semana se recoja la ofrenda. Ofrendar es parte de la adoración a Dios. Finalmente, en sexto lugar, la ofrenda debe ser proporcional a lo que se haya prosperado. La cantidad que se debe ofrendar es: según, o conforme haya prosperado. El Nuevo Testamento no establece una cantidad fija o un porcentaje determinado para ofrendar al Señor. La cantidad, es voluntaria, tomando en cuenta lo que se haya prosperado. Esto significa que a mayor ganancia de dinero, mayor la ofrenda, a menor ganancia de dinero, menor la ofrenda. Esto implica que el creyente debe evaluar sus finanzas para determinar cuánto ha ganado y usar eso como referencia para la cantidad a ofrendar. Las ganancias, no siempre se reducen al dinero neto que entra, a no ser que sea un trabajador en relación de dependencia, que percibe un sueldo por su trabajo, porque, como en su caso, existen rubros que se deben deducir del dinero neto que ha ingresado, para determinar la ganancia neta. La ofrenda debería guardar relación con esta ganancia neta. La gran pregunta es: ¿Cuánto? o ¿Qué proporción? El consejo es comenzar en algún punto, digamos el 15%, por el sólo hecho de librarnos del famoso 10%, y a medida que Dios va prosperando, ir aumentando esta proporción como Dios vaya guiando. Esto es lo que han hecho muchos creyentes y terminaron dando al Señor el 90% de sus ganancias y usando para ellos el 10% de sus ganancias. Sus ganancias eran tantas que con sólo el 10% de ellas podían vivir con absoluta comodidad. Dios sabe honrar a los que le honran. En el Antiguo Testamento, los judíos estaban obligados por la Ley de Moisés a dar dos diezmos completos y un tercer diezmo cada tres años. Es decir que la ley de Moisés obligaba a devolver a Dios un poco más que el 23% de lo que se ha prosperado. La pregunta que yo siempre me hago a mí mismo es la siguiente: Si bajo la ley daban al Señor más del 23% de sus ganancias, hoy que vivimos bajo la gracia, algo mucho mejor que bajo la ley, ¿deberíamos estar dando menos que ellos? Espero que estos principios sobre ofrendar aclaren las dudas que usted tenía acerca de este asunto.

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *