A través de Internet se ha comunicado con nosotros un amable oyente para decirnos lo siguiente: Soy un nuevo cristiano y tengo muchas ganas de aprender sobre la vida cristiana. Les felicito por la labor que están realizando a través de la radio y el Internet. Tengo dos preguntas. La primera es la siguiente: Si todas las razas que existen en el mundo tienen su origen en Adán, ¿qué efecto tuvo el diluvio sobre esto?, porque después del diluvio quedaron solamente Noé, su esposa, sus hijos y las esposas de sus hijos. ¿De dónde volvieron a aparecer las razas? ¿A partir de quien?
Gracias por sus palabras de aliento. Nos da mucho gozo saber que siendo un nuevo creyente, usted tiene mucho deseo de conocer más de Dios y de su palabra. La palabra de Dios es muy clara y precisa al mostrar que todas las razas existentes en el mundo tienen un solo origen. Observe lo que hablando de Dios dijo Pablo a los filósofos griegos en el Areópago de Atenas. Se encuentra en Hechos 17:26 que dice: “Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación.” Es decir que todo ser humano, independientemente de su raza, o lugar geográfico donde se encuentre, está emparentado, porque todos descendemos de un solo hombre, Adán. El libro de Génesis, capítulo 5, nos muestra la numerosa descendencia de Adán hasta Noé. No se puede saber con precisión cuánto tiempo transcurrió desde la creación de Adán hasta el nacimiento de Noé, pero sí se sabe que la raza humana en general comenzó a multiplicarse durante ese período de tiempo. Génesis 6:1 hace referencia a este hecho. Dice: “Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra.” Lamentablemente, los hombres escogieron un estilo de vida totalmente impío, por lo cual Dios les dio 120 años de plazo para que se arrepientan, caso contrario serían exterminados por un diluvio. Génesis 6: 3 dice: “Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; más serán sus días ciento veinte años.” El ser humano, con la excepción de Noé, su esposa y sus tres hijos con sus respectivas esposas, hizo caso omiso de la advertencia y pereció en el diluvio. Al final del diluvio, la tierra estaba poblada por ocho personas. Todas estas personas eran descendientes de Adán, por supuesto. Fue partiendo de estas ocho personas que la tierra comenzó a repoblarse. Esto fue en cumplimiento del mandato que Dios dio a Noé y su familia. Génesis 9:1 dice: “Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra.” En Génesis capítulo 10 encontramos la descendencia de Noé hasta el momento que se produjo la confusión de las lenguas, en lo que se conoce como la torre de Babel. Génesis 10:32 dice: “Estas son las familias de los hijos de Noé por sus descendencias, en sus naciones, y de estos se esparcieron las naciones en la tierra después del diluvio.” La dispersión que se produjo fue el detonante para el surgimiento de las diferentes razas en el mundo. La dispersión que en esencia fue una división de un grupo grande en muchos grupos pequeños, hizo que la reproducción se restrinja a los miembros del grupo pequeño, porque hablaban el mismo idioma. Esto a su vez hizo que la población resultante tuviera diferentes mezclas de genes, creando características físicas distintivas. Adán y Eva fueron creados perfectos y en sus genes llevaban toda la información genética para permitir que sus descendientes tengan todas las combinaciones posibles de modo que produzcan las diferentes combinaciones de piel, cabellos y color de ojos existentes en el mundo. La población actual desciende de Noé y su familia, y ellos a su vez, de Adán y Eva. Después del diluvio, la cantidad de genes disponibles tal vez era levemente menor que la que tenían Adán y Eva, pero eso no representó ningún obstáculo para que a partir de ellos se produzcan las diferentes razas en el mundo. Así que, la dispersión en la torre de Babel hizo que dentro de corto tiempo ciertas diferencias fijas o permanentes se vuelvan visibles en algunos de los grupos pequeños, que después llegaron a llamarse razas separadas.
La segunda consulta de nuestro amigo oyente es la siguiente: Si los judíos tenían tanto conocimiento de Dios, ¿Cómo es posible que no hayan creído en la Trinidad y no creen en ella hasta ahora?
Gracias por su consulta. Por Trinidad de Dios se quiere decir que Él es uno en ser y sustancia, poseyendo tres distinciones personales que se nos revelan como Padre, Hijo y Espíritu Santo. En el Antiguo Testamento, la doctrina de la trinidad se enseña por implicación e insinuación más que por declaración directa. La concepción teológica de la Trinidad no compromete la verdad de la unidad de Dios. El peso del mensaje del Antiguo Testamento parece ser la unidad divina. No obstante, la Trinidad se insinúa de la siguiente manera. Primero, por el nombre Hebreo que se utiliza para Dios. El nombre El es uno de los varios nombres para Dios en el Antiguo Testamento, pero con mucha frecuencia, este nombre aparece en número plural en la forma de Elohim, como por ejemplo en Génesis 1:1. Este nombre plural expresa la naturaleza divina en su plenitud esencial, englobando una pluralidad de personalidades. Segundo, por el uso de la palabra Hebrea para uno. La palabra Yacheed es una palabra Hebrea que significa uno en el sentido absoluto, y se utiliza en expresiones tales como “el único”, pero nunca se usa en el Hebreo para expresar la unidad de la Deidad. En lugar de ella, se usa la palabra “echad”, la cual denota unidad compuesta. A pesar del intenso monoteísmo de los judíos, se usaba la palabra plural para el único Dios, ya que hay una pluralidad de personas en la Deidad única. Tercero, por los pronombres personales plurales que se usan para Dios. Por ejemplo, en Génesis 1:26 dice: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen” Nuestra es un pronombre plural, dando a entender una pluralidad en la Deidad. Cuarto, por la mención de más de una persona con atributos divinos. Por ejemplo, note lo que dice Zacarías 2:10-11 “Canta y alégrate, hija de Sión; porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho Jehová. Y se unirán muchas naciones a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo, y moraré en medio de ti; y entonces conocerás que Jehová de los ejércitos me ha enviado a ti.” Note, Jehová viene a morar en medio de Israel, y es Jehová quien le envía. ¿Cómo es eso? Los judíos no lo podían entender. Nosotros los creyentes lo entendemos. Dios el Hijo viene a morar en medio de Israel y es enviado por Dios el Padre. Quinto, por las teofanías o apariciones de la Deidad, especialmente las del Ángel de Jehová, a quien se lo distingue de Dios, y al mismo tiempo se lo identifica con Dios. El ángel de Jehová es reconocido como Dios en diversos textos de la Biblia, pero es obvio que se trata de una persona diferente de Jehová. La Biblia contiene suficiente información para identificar al Ángel de Jehová como el Hijo de Dios en su estado pre-encarnado. De modo que, amable oyente, la doctrina de la Trinidad es insinuada o está implícita en muchos textos del Antiguo Testamento, textos que son ampliamente conocidos y aceptados por los judíos de antaño y del presente. Pero para una completa revelación de la doctrina de la Trinidad, es necesario echar mano de la información que aparece en el Nuevo Testamento. De entre los muchos textos que claramente enseñan la doctrina de la Trinidad permítame solamente citar uno, a manera de ejemplo. Se trata de lo que se conoce como: La gran comisión. Se encuentra en Mateo 28:19-20 donde dice: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” En estas instrucciones de despedida a sus discípulos encontramos a Jesús dando testimonio definitivo de la verdad de la Trinidad. Está comunicando la fórmula bautismal. Cada creyente es bautizado en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Se trata de una relación de pacto con cada una de las personas de la Deidad tal como se nombran. El lenguaje implica que cada nombre representa a una persona y que las personas son iguales entre ellas, sin embargo no son tres dioses sino un solo Dios verdadero, porque no dice en los nombres, plural, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, sino el en nombre, singular, del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. De modo que, amable oyente, muchos judíos, no todos, tanto en el pasado como en el presente, no reconocen a Jesús como el Cristo o el Mesías de Israel, y por tanto no reconocen ningún valor ni en la persona de Jesús ni en el testimonio sobre él en el Nuevo Testamento. Esta es la razón por la cual no pueden aceptar la doctrina de la Trinidad. Les falta la iluminación espiritual para discernir que Jesús es el Cristo y para reconocer que el Nuevo Testamento también es la palabra inspirada de Dios tal cual como el Antiguo Testamento.
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