Es un gozo saludarle mi amiga, mi amigo. Bienvenida o bienvenido a nuestro Consultorio Bíblico. Damos gracias a Dios por la oportunidad de estar juntos a través de las ondas radiales de esta emisora amiga. Gracias sinceras a todos los amigos oyentes que nos apoyan de diversas maneras. Apreciamos mucho sus oraciones por nosotros. Sus ofrendas nos han sido de mucha bendición y ¿qué decir de aquellos que nos han hecho llegar sus consultas para este programa? Solo podemos decir: Gracias amigos oyentes. En instantes más estará David Logacho respondiendo las consultas de hoy. Y no olvide que está abierta la posibilidad para que Usted reciba gratuitamente una copia del librito que lleva por título: ¿Qué habría ocurrido si Cristo no hubiera nacido? Escrito por Ord. L. Morrow. Este librito es ideal para la época navideña. Usted se beneficiará de este librito al meditar en lo grandioso que es el hecho que el Hijo de Dios se hizo carne. Y si Usted tiene algún conocido que necesita saber lo que Dios ha hecho por él, este librito le hará mucho bien. Obséquielo por Navidad. Se lo agradecerá. Para pedidos por correo escriba una carta con su nombre completo, su dirección postal y el nombre de la emisora por la cual escucha este programa y envíela a la siguiente dirección postal: La Biblia Dice… casilla 1701-3715 Quito, Ecuador. Para pedidos por fax o por teléfono, marque cualquiera de estos números: 475563, o 475564 o 472292, todos en Quito, Ecuador. Si desea hacer su pedido por Internet, venga a nuestro web site en la siguiente dirección: HYPERLINK «http://www.labibliadice.org» www.labibliadice.org
Nos ha escrito una amiga oyente de Bogotá, Colombia. Nos escucha a través de la Emisora Nuevo Continente. Luego de felicitarnos y agradecernos por nuestro ministerio, nos hace dos consultas. La primera dice así: ¿Cuánto de mis ingresos debo dar al Señor? Según algunos debe ser el diezmo o el 10%. ¿Qué dice la Biblia?
Gracias amiga oyente por haberse comunicado con nosotros. Su carta nos ha traído mucho gozo al corazón. Quiero decirle que todo lo que hacemos o decimos es por la gracia de Dios. Por tanto es a Dios a quien damos toda la honra y la gloria. Me anima mucho saber que Usted está interesada en dar al Señor conforme a lo que dice su palabra. Si todos los que somos creyentes tendríamos este mismo pensar, la obra de Dios no carecería en absoluto de recursos económicos para seguir funcionando. A Usted le interesa saber específicamente cuánto se debe dar al Señor. Por ahora entonces dejemos a un lado cosas importantes como la actitud para dar al Señor, dónde dar al Señor, cuándo dar lo que es para el Señor, qué dar al Señor, además del dinero, etc. La Biblia nos habla de todo esto, pero a Usted, por ahora le interesa saber cuánto debemos dar al Señor. De hecho, Usted ha oído mucho acerca de lo que se llama el diezmo. Esto significa dar al Señor el 10% de nuestros ingresos. Pero antes de llegar a una conclusión sobre esto, examinemos primero los hechos. A este respecto, quisiera que me acompañe a considerar una fascinante historia en la cual Jesús en persona alabó el dar de una persona. Si Jesús alabó el dar de esta persona, ciertamente esta persona habrá hecho lo correcto acerca del dar, incluyendo el cuánto. La historia se encuentra en Marcos 12:41-44 donde dice: “Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba como el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante. Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.” Interesante historia. Jesús está contemplando a la gente mientras daba para el Señor. Su atención se fijó en el bolsillo de esta gente. Interesante que Jesús pone atención en el bolsillo de la gente. No para sacar provecho de la gente, como hacen muchos pseudo ministros del evangelio, sino porque como dice su palabra, donde está el tesoro allí está el corazón del hombre. Interesante también que Jesús se fijó más en lo que la gente retenía, que en lo que la gente daba. Así es amiga oyente. Dios está más interesado en lo que retenemos en el bolsillo que en lo que le damos a él. ¿Por qué? Pues porque lo que retenemos en el bolsillo es la medida de nuestro compromiso con él. Si a él le damos una miseria y nosotros nos quedamos con la mayor parte, entonces eso indica que nos interesa más nuestro bienestar propio que el Señor y su obra. Muy bien. Jesús vio a muchos ricos que depositaban su ofrenda en el arca diseñada para ello. Pero al mirar los bolsillos de estos ricos, Jesús vio que habían dado de lo que les sobraba. Pero también vio a una viuda pobre. Ella se acercó al arca de las ofrendas y depositó allí dos blancas, o un cuadrante. La cantidad que esta pobre viuda depositó en el arca, no llamó tanto la atención de Jesús, como lo que quedó en el bolsillo de la viuda pobre. Recuerde que a Dios le interesa más lo que se queda con nosotros que lo que le damos a él. En el bolsillo de la viuda pobre no quedó ni un solo centavo diríamos hoy. La viuda pobre había echado todo lo que tenía, todo su sustento. Jesús alabó esta acción de la viuda. Observe con atención. La viuda no dio el 10% ni el 20%, ni el 50%, ni el 90%. La viuda dio el 100%. Muchos dirán: Pero si yo doy el 100% al Señor, entonces ¿De qué voy a vivir? ¿Con qué voy a comer? ¿Cómo voy a sustentar a mi familia? Son cuestionamientos válidos. Pero ¿sabe una cosa amiga oyente? Ese no es su problema. Es problema de Dios y él sabe resolver los problemas a la perfección. Por supuesto que Dios no espera que siempre demos el 100% de nuestros ingresos, pero no sería malo hacerlo de vez en cuando, al igual que la viuda pobre. Lo que Dios espera es que seamos generosos en nuestro dar, que haya un sentido de sacrificio en nuestro dar, no para ganarnos la salvación o para apaciguar la conciencia por algo malo que hicimos, sino para mostrarnos a nosotros mismos que estamos más interesados en él que en nosotros mismos. Eso fue lo que hicieron las iglesias de Macedonia, según el testimonio de Pablo en 2 Corintios 8:3 donde dice: Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas” Las iglesias de Macedonia no limitaron su dar al 10% ni al 20% ni a cualquier otra proporción fija. Dice el texto que dieron conforme a sus fuerzas y aun más allá de sus fuerzas. Esta es la medida del dar al Señor. Note como instruye el apóstol Pablo con relación al cuánto se debe dar al Señor. 2 Corintios 9:7 dice: “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.” Pablo no dice: Cada uno dé el 10 o el 15 o el 20%, etc. Dice cada uno dé como propuso en su corazón. Eso significa lo que Dios le guíe a dar, entre el 0 y el 100%. El porcentaje en mucho dependerá de la manera como Dios le ha prosperado. 1Corintios 16:2 dice: Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.” Intentemos hacer una conclusión sobre la base de todo lo dicho. El Nuevo Testamento, no ordena una proporción determinada para dar al Señor. Dice que debe ser algo dirigido por Dios, dice que debe ser algo que guarda relación a lo que Usted ha percibido, dice que debe ser conforme a sus fuerzas y aun más allá de sus fuerzas, ejemplo de la viuda pobre. Finalmente, la Biblia presenta una hermosa promesa para los que dan generosamente. Escuche atentamente lo que dice 2 Corintios 9:6 “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.”
La segunda consulta de nuestra amiga oyente de Bogotá, Colombia dice así: ¿Es de vital importancia leer toda la Biblia? Pregunto esto, porque he oído que lo que se debe leer es solamente el Nuevo Testamento aunque sea una vez al año.
DAV Gracias por su consulta. Demos lectura al texto que se encuentra en 2 Timoteo 3:16 donde dice: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” Cuando este texto habla de toda la Escritura, se está refiriendo a la Biblia en general. Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento son inspirados por Dios. Son la palabra de Dios, no del hombre. Siendo así, el creyente debe poner atención tanto a lo que dice el Antiguo Testamento como lo que dice el Nuevo Testamento. Debe leer tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento. Por supuesto que el creyente debe ser muy cuidadoso para trazar bien la palabra de Dios. Esto significa entre varias cosas reconocer que lo que el Antiguo Testamento anticipó o lo presentó mediante símbolos, tuvo su cumplimiento en el Nuevo Testamento, con la venida de Cristo en la persona de Jesús. Del Antiguo Testamento podemos aprender tantas buenas y preciosas lecciones espirituales como del Nuevo Testamento. Por tanto, amiga oyente, yo le animo a que diseñe un sistema de lectura bíblica que combine tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento.
0 comentarios