A través de Internet nos ha llegado la siguiente consulta: ¿Cuál es la diferencia entre el arrepentimiento de Dios y el arrepentimiento del hombre?

Gracias por su consulta amable oyente. Para algunos de nuestros amigos oyentes será una sorpresa saber que Dios se arrepiente. Pues efectivamente, eso es lo que dice la Biblia. Permítame leer unos pocos de los muchos textos donde la Biblia habla que Dios se arrepintió. El primero, se encuentra en Génesis 6:6-7 donde dice: “Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho” El segundo, se encuentra en Éxodo 32:14 donde dice: “Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo.” El tercero, se encuentra en 1 Samuel 15:35 donde dice: “Y nunca después vio Samuel a Saúl en toda su vida; y Samuel lloraba a Saúl; y Jehová se arrepentía de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel.” Estos son solo unos pocos ejemplos de textos en los cuales la Biblia habla de que Dios se arrepintió. Si damos por sentado que arrepentirse tiene que ver con reconocer algún error cometido, entonces vamos a llegar a conclusiones totalmente erradas, porque eso significaría que Dios está reconociendo que ha cometido algún error. Pero, ¿qué clase de Dios sería uno que comete errores y después los reconoce? No sería Dios en absoluto. Debe haber entonces alguna explicación lógica y legítima para el arrepentimiento de Dios. La explicación viene por el lado del significado de la palabra Hebrea que se ha traducido como arrepentirse. Es la palabra Hebrea “Nacham” que en Hebreo tiene su raíz en una palabra que significa suspirar o respirar profundamente. “Nacham” significa por tanto, sentir pesar por algo, o entristecerse por algo. En absolutamente todos los casos cuando la Biblia habla de que Dios se arrepintió, no se está dando a entender que Dios cometió un error y lo está reconociendo, sino que Dios está sintiendo pesar por algo que ha hecho el hombre, normalmente por el pecado del hombre. Dios sintió pesar por el hecho que el hombre se corrompió sobre la faz de la tierra y decidió raer de sobre la faz de la tierra a los hombres que había creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo. Dios iba a hacer encender su ira sobre el pueblo de Israel por el becerro de oro que el pueblo construyó para adorarlo, pero después de la intercesión de Moisés, Dios sintió pesar por lo que iba a hacer a su pueblo y no lo hizo. Dios también sintió pesar por haber puesto a Saúl por rey de Israel, por cuanto Saúl resultó ser un fracaso total en todo sentido. Note como esta idea queda totalmente confirmada en la misma Biblia en 1 Samuel 15:11 cuando Jehová dice lo siguiente: “Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras.” De modo que amigo oyente, cada vez que Usted se encuentra con algún texto en la Biblia que hable acerca de que Dios se arrepintió, no está diciendo que Dios ha cometido un error y lo está reconociendo. Está diciendo que a Dios le duele mucho o lo siente mucho, o le causa mucho pesar, alguna conducta pecaminosa del hombre o algún juicio que él mismo había pensado traer sobre el hombre. Muy bien, ahora veamos por contraste lo que significa el arrepentimiento del hombre. Aquí también existen muchos textos bíblicos que hablan del arrepentimiento del hombre. Solo voy a tomar uno a modo de ilustración. Se encuentra en Mateo 3:1-2 donde dice: “En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.” El verbo arrepentirse, en este texto, es la traducción del verbo griego “metanoéo”, el cual se forma de la preposición “meta” que significa un cambio, y el verbo “noiéo” que significa ejercitar la mente o comprender o considerar, percibir, pensar, entender. Arrepentirse en el caso del hombre, entonces nos habla de un cambio en la forma de pensar, en la forma de entender cosas, en la forma de percibir cosas. Cuando el arrepentimiento del hombre tiene que ver con el pecado, significa que el hombre cambia su manera de pensar en cuanto al pecado. Antes de arrepentirse, el hombre pensaba que no hay problema con el pecado, que el pecado es algo normal en el hombre, que no pasa nada cuando el hombre peca. Pero cuando el hombre se arrepiente cambia su manera de pensar en cuanto al pecado. Comenzará a pensar que el pecado ofende a Dios, que el pecado tiene serias consecuencias en la vida del pecador, que Dios castiga el pecado, etc. Esto es arrepentimiento. Un cambio de mente. En el caso del pecado, un hombre arrepentido verá al pecado tal cual como Dios lo ve.

 La segunda consulta para el programa de hoy, nos ha hecho una amiga oyente de Guayaquil, Ecuador. Dice así: ¿Cuál es su interpretación de Marcos 9:1? ¿A quienes se refiere? Los que estuvieron allí, ¿no gustaron la muerte?

Gracias por su consulta. Demos lectura al texto bíblico que se encuentra en Marcos 9:1. Dice así: “También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder.” Jesús había estado hablando a muchas personas, entre las cuales se encontraban sus discípulos. Esto lo sabemos por lo que dice Marcos 8:34. Luego de comunicarles algunas verdades de valor eterno, Jesús mencionó las palabras que han sido ya leídas. En ellas, Jesús comunica total seguridad acerca de algo que iba a acontecer en el futuro y en lo cual iban a participar algunos, no todos, que le estaban oyendo. Les dice: Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán hasta que vean el reino de Dios llegar con poder. Como podrá notar amiga oyente, la promesa no fue para todos los que estaban oyendo a Jesús, sino solo para algunos. ¿Para quienes? Inmediatamente vamos a identificarlos. Estas personas no iban a morir antes de contemplar la gloria y poder del reino de Dios. En el pasaje paralelo a este, en el libro de Mateo, capítulo 16 versículo 28 dice: “De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.” Esto se cumplió exactamente seis días después cuando tres de los discípulos de Jesús, Pedro, Jacobo y Juan presenciaron lo que se conoce como la transfiguración. Estos tres son los que no vieron la muerte hasta que vieron el reino de Dios venido con poder. Observe lo que pasó. Leo en Marcos 9:2-8 donde dice: “Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos. Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos. Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús. Entonces Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. Porque no sabía lo que hablaba, pues estaban espantados. Entonces vino una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd. Y luego, cuando miraron, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo.” Los tres discípulos, Pedro, Jacobo y Juan, contemplaron una vista anticipada de la futura exaltación de Jesús y del reino venidero. El Señor fue visto por estos discípulos en su cuerpo de gloria; Moisés y Elías simbolizaban a los que Cristo llevará con él a la gloria, bien sea mediante la muerte y resurrección como lo que sucederá con Moisés o mediante la traslación sin ver la muerte, como fue el caso de Elías. Los tres discípulos que estaban contemplando la transfiguración simbolizan a los que estarán vivos en la tierra cuando el Señor Jesucristo venga por segunda vez en poder y gloria. Así que, amiga oyente, cuando Jesús dijo que algunos de los que estaban allí con él no gustarían la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder, se estaba refiriendo a Pedro, Jacobo y Juan, quienes antes de morir, tuvieron el gran privilegio de contemplar con sus propios ojos a Jesús en su estado glorificado en el reino de Dios.

 

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