Desde Ecuador se ha comunicado con nosotros un amigo oyente para hacernos la siguiente consulta: ¿Cómo puedo hacer comprender, de la manera más adecuada, lo que dice la Biblia, a una persona que dice ser atea y no cree en Dios, ni en el cielo, ni el infierno y que piensa que para ser feliz solamente hace falta explotar lo que ya tiene en su interior?

Gracias por su consulta amable oyente. Comprendo y comparto su interés por el bienestar espiritual de aquella persona que por ahora se considera a sí misma como atea. Pero a la vez, debo señalar que ni Usted, ni yo, ni ningún otro ser humano, por más inteligente o elocuente que sea, tiene el poder para hacer cambiar de manera de pensar a una persona que voluntariamente ha sacado a Dios de su vida. Solamente Dios puede derribar las fortalezas espirituales que mantienen en prisión a una persona que dice ser atea. Así que, amable oyente, no se frustre ni se desespere por la falta de interés en las cosas espirituales de esa persona atea que usted conoce. Pero esto no significa que usted no debe hacer nada. Lo que le sugiero hacer es lo siguiente. En primer lugar, ore a Dios fervientemente por esta persona. La oración eficaz del justo puede mucho, dice Santiago 5:16. Jamás desprecie la oración. Al orar, cite por nombre a esta persona atea. Pida que Dios quite la venda espiritual que esta persona tiene en sus ojos espirituales, por lo cual no puede tomar conciencia de su trágica condición espiritual. La voluntad de Dios es que todos se salven, pero a la vez, Dios no obliga a nadie a que se salve. Dios no quiere poblar el cielo con personas que no quieren estar allí. Note lo que dice 2 Pedro 3:9  El Señor no retarda su promesa,  según algunos la tienen por tardanza,  sino que es paciente para con nosotros,  no queriendo que ninguno perezca,  sino que todos procedan al arrepentimiento.

Fundamentado en este texto, dígale a Dios en oración, que por su gracia permita que entre la luz de su palabra a la entenebrecida mente de esa persona atea. De esta manera Usted está apelando al único que tiene el poder y los recursos para hacer volver en sí a una persona que por ahora está fuera de sí, al ignorar el peligro espiritual en que se encuentra. En segundo lugar, me gustaría recomendar, que además de orar, comparta con esta persona atea un mensaje verbal o escrito de la palabra de Dios. Observe lo que dice Romanos 10:17 Así que la fe es por el oír,  y el oír,  por la palabra de Dios.

Para que este hombre que se confiesa ateo, comience a tomar conciencia de su triste condición espiritual va a necesitar de fe. Esta fe no aparece de por sí, como por arte de magia. Según el texto leído, esta fe resulta de oír con atención el mensaje, y el mensaje que se debe oír es la palabra de Dios o la palabra de Cristo, lo cual no es otra cosa que el evangelio, las buenas nuevas de salvación. La persona atea se mostrará muy reacia a que alguien le hable este mensaje, pero no permita que esto le desanime, persevere comunicando el evangelio. Hágalo de una forma amable, con gracia, con amor, sin dar lugar a la discusión. En algún momento, en la soberanía de Dios, la palabra de Dios obrará por medio del Espíritu Santo en la mente de esta persona atea y comenzará a reconocer su necesidad espiritual. El asunto es que, mientras una persona incrédula, sea o no atea, no reconozca que existe un Dios personal y moral que se ha comunicado con el hombre por medio de la Biblia, y que todo ser humano es responsable ante Él por sus actos, esta persona jamás va a poder recibir al Señor Jesucristo como Salvador. Es inútil embarcarse en una discusión teológica con una persona atea, porque no se va a llegar a nada edificante. Como ya dije, lo primero que necesita saber el ateo es que Dios existe, que Dios ha hablado al hombre y que Dios es una persona moral, que Dios por tanto odia y castiga el pecado. Dios utiliza lo creado para testificar su existencia. Note lo que dice Romanos 1:18-20 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad;  porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto,  pues Dios se lo manifestó.  Porque las cosas invisibles de él,  su eterno poder y deidad,  se hacen claramente visibles desde la creación del mundo,  siendo entendidas por medio de las cosas hechas,  de modo que no tienen excusa.

Ningún ateo, por tanto, puede algún día decir: Yo no llegué a creer en que Dios existe porque Él jamás me dio pruebas de su existencia. Sólo hace falta mirar la naturaleza, o el cielo estrellado para saber que detrás de todo lo que existe está un Creador. Ese Creador es el que también envió a su Hijo unigénito para que muera en la cruz para pagar el castigo que todo pecador merece, de modo que todo aquel que en él cree sea eternamente salvo. En tercer y último lugar, además de orar y hacer oír el mensaje de salvación, usted necesita mostrar con su ejemplo, con su conducta, con su estilo de vida, lo que el Señor Jesucristo ha hecho en su vida. Su testimonio apoya o se opone a que esta persona incrédula eventualmente venga a los pies de Cristo. El mal testimonio de personas que se supone creyentes, ha sido un gran obstáculo para que algunas personas que se consideran ateas lleguen a conocer a Dios. Un famoso ateo solía decir: De no haber sido por los cristianos, yo me hubiera hecho cristiano. De manera que, amable oyente, por ahora no intente demostrar bíblicamente a esa persona atea, que existe el cielo, que existe el infierno, que la felicidad verdadera radica en tener una relación personal con Dios. La persona atea no lo va a entender, porque le hace falta primeramente reconocer que Dios existe, que Dios ha hablado, que Dios es una persona, que Dios es un ser moral, es decir que hace diferencia entre lo bueno y lo malo y que el hombre es responsable ante Dios por sus actos.

La segunda consulta para el programa de hoy nos llega desde Quito, Ecuador. Dice así: ¿Qué significa la mezcla de barro cocido y hierro en los pies de la imagen vista por el rey Nabucodonosor, relatada en Daniel 2?

Gracias por su consulta. El relato del sueño que tuvo Nabucodonosor y que fue interpretado por Daniel, se encuentra en Daniel 2:31-35. La Biblia dice: Tú,  oh rey,  veías,  y he aquí una gran imagen.  Esta imagen,  que era muy grande,  y cuya gloria era muy sublime,  estaba en pie delante de ti,  y su aspecto era terrible.  La cabeza de esta imagen era de oro fino;  su pecho y sus brazos,  de plata;  su vientre y sus muslos,  de bronce;  sus piernas,  de hierro;  sus pies,  en parte de hierro y en parte de barro cocido.  Estabas mirando,  hasta que una piedra fue cortada,  no con mano,  e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido,  y los desmenuzó.  Entonces fueron desmenuzados también el hierro,  el barro cocido,  el bronce,  la plata y el oro,  y fueron como tamo de las eras del verano,  y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno.  Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra.

Daniel interpretó este sueño de Nabucodonosor, y en la parte relativa a los pies de esa gran imagen, Daniel dijo lo que se encuentra en Daniel 2:41-45. La Biblia dice: Y lo que viste de los pies y los dedos,  en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro,  será un reino dividido;  mas habrá en él algo de la fuerza del hierro,  así como viste hierro mezclado con barro cocido.  Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido,  el reino será en parte fuerte,  y en parte frágil.  Así como viste el hierro mezclado con barro,  se mezclarán por medio de alianzas humanas;  pero no se unirán el uno con el otro,  como el hierro no se mezcla con el barro.  Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido,  ni será el reino dejado a otro pueblo;  desmenuzará y consumirá a todos estos reinos,  pero él permanecerá para siempre,  de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra,  no con mano,  la cual desmenuzó el hierro,  el bronce,  el barro,  la plata y el oro.  El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir;  y el sueño es verdadero,  y fiel su interpretación.

Poco antes del establecimiento del reino de Dios en la tierra, conocido como el reino milenial de Cristo, en la tierra existirá una alianza formada por diez reyes o reinos, representados por los diez dedos de los pies de la imagen. El hierro de los diez dedos representa el imperio romano revivido, el cual tiene una férrea fortaleza para conquistar, pero la presencia del barro, significa que la alianza de estos diez reyes o reinos no será firme, porque se hará pedazos cuando el Señor Jesucristo venga por segunda vez a la tierra. La piedra cortada no con mano representa al Señor Jesucristo.

 

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