Desde Escuintla, Escuintla, Guatemala nos escribe un amigo oyente para hacernos la siguiente consulta: Apocalipsis 14:6 menciona a un ángel con el evangelio eterno. ¿Es este el ángel Moroni, el que dio mensajes a José Smith? Si o no y por qué.

Gracias por su consulta amable oyente. Vamos a dar lectura al texto en Apocalipsis 14:6, pero para tomar en cuenta el contexto, incluyamos el versículo 7. La Biblia dice: Vi volar por en medio del cielo a otro ángel,  que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra,  a toda nación,  tribu,  lengua y pueblo,  diciendo a gran voz:  Temed a Dios,  y dadle gloria,  porque la hora de su juicio ha llegado;  y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra,  el mar y las fuentes de las aguas.

Este episodio está todavía en el futuro. Sucederá a la mitad de los siete años de tribulación, o lo que es lo mismo al inicio de la Gran tribulación. No olvide amable oyente, que la tribulación tiene lugar justo después que la iglesia de Cristo sea arrebatada de la tierra para encontrarse con el Señor Jesucristo en el aire. El texto no revela la identidad del ángel que vuela por en medio del cielo. Lo único que dice es que este ángel tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo. Esto corresponde a lo que tenemos en Mateo 24:14 donde leemos lo siguiente:  Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo,  para testimonio a todas las naciones;  y entonces vendrá el fin.

Se trata, por decirlo así, del último llamado de gracia que Dios hará a este mundo antes de que Cristo venga a derramar un terrible juicio sobre los incrédulos. El mensaje es el evangelio eterno y aparece en el versículo siete. Exhorta a los hombres a temer a Dios, en lugar de temer a la bestia o el Anticristo. Exhorta a dar gloria a Dios, en lugar de dar gloria a la imagen que el falso profeta pondrá en el templo de Jerusalén. La razón para esto es porque ha llegado la hora para que se derrame su ira en juicio sobre el mundo incrédulo. Dios es el único que merece adoración porque él es quien hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas. De modo que, amable oyente, el ángel que volará por en medio del cielo con el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, según Apocalipsis 17:7 no tiene nada que ver con el supuesto mensajero angélico llamado Moroni según la mitología de la secta de los Mormones. Según ellos, cuando José Smith tenía 17 años, estaba orando acostado en su cama, y en eso se le presentó un ángel, a quien Smith identificó como el ángel Moroni, quien le dio instrucciones para buscar unas planchas doradas que estaban enterradas, las cuales contenían la historia de la América antigua. El mensajero celestial añadió que en aquellas planchas estaba escrito “la plenitud del Evangelio eterno” tal cual como fue dado por el Salvador a los habitantes de antaño. Por el hecho que los escritos supuestamente estaban en un código llamado: caracteres egipcios reformados, un lenguaje que no existe, el ángel dijo a Smith que iba a necesitar también un par de piedras transparentes montadas en un marco de plata, como una especie de anteojos, sin lo cual era imposible traducir las planchas. Smith encontró las planchas, pero no se le permitió tomarlas sino cuatro años más tarde. Finalmente, en 1827, después que el ángel Moroni se le apareció unas cuantas veces más, Smith pudo tomar las planchas con estrictas instrucciones de guardarlas en algún lugar secreto. En 1829 un maestro llamado Oliver Cowdery visitó a Smith y se convirtió a la nueva religión de Smith. Cowdery se transformó en el escriba de Smith. Mientras Smith miraba a través de las piedras, conocidas como urim y tumim, esos jeroglíficos egipcios reformados se transformaban en idioma Inglés. Smith los leía y Cowdery los escribía. Sin embargo Cowdery y otros ayudantes nunca vieron las planchas por cuanto Smith se escondía detrás de una cortina para leer las planchas. Como un mes después que Smith y Cowdery comenzaron la traducción, supuestamente recibieron la visita de Juan el Bautista, quien les instruyó a que se bauticen y se impongan manos mutuamente y de esa manera fueron ordenados en el sacerdocio aarónico. Más tarde, se les aparecieron Pedro, Jacobo y Juan, quienes les ordenaron en el sacerdocio de Melquisedec. En 1830 se publicó la traducción y así salió a la luz el famoso Libro de Mormón, libro que para los Mormones es más importante que la misma Biblia. El 6 de Abril de aquel año, José Smith, de 24 años y cinco personas más oficialmente iniciaron lo que más tarde se llamaría la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. En resumen entonces, amable oyente, el supuesto ángel Moroni que se le apareció a José Smith el fundador del Mormonismo, no tiene nada que ver con el ángel que volará en medio del cielo con el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra durante la tribulación.

La segunda consulta para el programa de hoy dice así: ¿Cómo puede una persona saber que es salva?

Gracias por haber tocado ese asunto tan importante amable oyente. Esta pregunta es importantísima. Una persona es salva cuando ha recibido por la fe a Cristo como su Salvador personal. Recibir a Cristo como mi Salvador personal, significa creer totalmente que Cristo murió en la cruz en mi lugar, para pagar el castigo que yo merezco porque yo soy un pecador. Recibir a Cristo como mi Salvador personal significa también creer que Cristo fue sepultado pero resucitó al tercer día y que hoy está vivo, ofreciendo vida eterna a todos los que en él creen. La diferencia entre estar condenado y ser salvo descansa sobre el hecho de creer o no creer en Jesucristo como Salvador. Juan 3:36 dice: «El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.»

La salvación viene por creer en una persona, mas no en un dogma de cualquier religión que sea. La salvación no es por ser Católico Romano o Evangélico o Mormón, o Testigo de Jehová o Musulmán o cualquier otra religión que sea. La salvación es por creer en una persona. Esa persona es Cristo Jesús. Hoy en día existe mucha confusión en cuanto al significado de creer. Se piensa que creer es solamente un mero asentimiento intelectual; pero creer va más allá de lo intelectual. Creer es sinónimo de confiar plenamente. Una persona que cree en Cristo ha depositado totalmente su confianza en Cristo como su Salvador y por tanto ha dejado de confiar totalmente en su religión o en sus obras como aquello que le otorga mérito para ser salvo. Una persona que cree en Cristo como Salvador depende única y exclusivamente de lo que Cristo ha hecho por él en la cruz del Calvario. Para creer en Cristo se necesita de fe. La fe que salva no es una fe ciega, sino que es una fe inteligente. El objeto de esa fe es la persona de Cristo. La fe que salva ha sido llamada una fe viva. Si existe una fe viva, entonces debe existir también una fe muerta. ¿Cómo se diferencia una fe viva de una fe muerta? Pues por el fruto de la fe. La fe viva produce buenas obras. La fe muerta produce malas obras. Cuando una persona recibe a Cristo como Salvador y es sincera en la decisión de recibir a Cristo como Salvador, entonces es de esperarse que esa persona manifieste buenas obras que resultan de su fe viva. No estoy diciendo que las buenas obras producen salvación o que las buenas obras dan seguridad de salvación. Lo que estoy diciendo es que las buenas obras son el resultado de la fe viva de una persona que es verdaderamente salva. Jesucristo decía: Guardaos de los falsos profetas que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. ¿Cómo puede saber una persona que es salva? La pregunta en realidad debería ser planteada así. ¿Ha recibido esa persona a Cristo como su Salvador? Si lo ha hecho, esa persona es salva, si no lo ha hecho, esa persona está perdida. Si una persona ha recibido a Cristo como su Salvador, y quiere saber si su fe es viva, entonces tiene que mirar sus obras, mirar su conducta diaria. Si sus obras son buenas, entonces esa persona es como un buen árbol cuyo buen fruto son sus buenas obras. Pero si las obras de esa persona son malas, si vive en pecado, entonces esa persona es como un mal árbol. Su fe es muerta y aunque se llene la boca diciendo que es salva, porque ha recibido a Cristo como Salvador, en la realidad, esa persona no es salva. Jamás ha recibido a Cristo como Salvador. Sus malas obras le delatan.

 

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