Por medio del correo electrónico se ha comunicado con nosotros un amable oyente de Perú, quien ha notado que en algunas versiones de la Biblia no aparece el pasaje bíblico de Marcos 16:9-20 ni una buena parte de 1 Juan 5:7-8. Nos pregunta cuál es la razón de esto.
Gracias por su consulta amable oyente. Vayamos por partes. En primer lugar, en cuanto al pasaje bíblico que en la traducción Reina-Valera, revisión 1960, se encuentra en Marcos 16:9-20. Lo que podemos decir es que todo este pasaje bíblico no aparece en los manuscritos existentes más antiguos, aunque aparece como tal en muchos manuscritos que datan de fechas posteriores a esos manuscritos más antiguos. Mientras más antiguo el manuscrito, más confiable es su texto. Esta es la razón por la cual la autenticidad de este pasaje bíblico está en debate entre los eruditos bíblicos. En segundo lugar, consideremos el otro pasaje bíblico que se encuentra en 1 Juan 5:7-8. En la traducción Reina-Valera, revisión 1960, aparece de esta manera: Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.
1Jo 5:8 Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan.
Ahora compare como se leería este mismo pasaje bíblico pero en los manuscritos existentes más antiguos del Nuevo Testamento. Diría así: Porque tres son los que dan testimonio: El Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan. Al igual que en el caso anterior, lo que tenemos en la traducción Reina Valera, revisión 1960 aparece en muchos manuscritos del Nuevo Testamento aunque no son tan antiguos como los manuscritos más antiguos del Nuevo Testamento. Por este motivo, la autenticidad de este texto está en debate por los eruditos bíblicos. Esto no debe arrojar ninguna sombra de duda en cuanto a la autenticidad de todo el Nuevo Testamento, por cuanto las doctrinas fundamentales que tocan estos pasajes bíblicos en debate en cuanto a su autenticidad, son claramente expuestas en otros pasajes bíblicos acerca de los cuales no existe ninguna controversia en absoluto.
La segunda consulta de hoy nos llega desde Perú. Es de un amigo oyente que ha recibido al Señor Jesucristo como su personal Salvador y está tratando de agradarle en todo con su vida. Sucede que nuestro amigo oyente tiene un muy buen trabajo desde antes de ser creyente, pero como parte de sus obligaciones tiene que servir licor a los invitados de su jefe. Muchas de estas personas terminan ebrias. A nuestro amigo oyente no le gusta el licor y tampoco le gusta ver a personas ebrias. Nos pide un consejo acerca de si debe seguir en este trabajo obedeciendo las órdenes de su jefe o si debe buscar otro empleo.
Aprecio mucho su consulta, amable oyente. Doy gracias al Señor primeramente porque Usted es un hijo de Dios al haber recibido al Señor Jesucristo como su Salvador, y en segundo lugar, por el deseo profundo en su alma de agradar al Señor en todo. El deseo de vivir una vida de santidad es una de las evidencias de un genuino creyente. Hasta donde entiendo, antes de recibir al Señor Jesucristo, le gustaba su trabajo aun a pesar que su jefe le pedía que sirva licor a los invitados de él, y algunos terminaban borrachos. Hoy que es creyente, sabe que el abuso del licor conduce a la borrachera, lo cual es contrario a la voluntad de Dios. 1 Corintios 6:9-10 dice: ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones,
1Co 6:10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.
Me imagino que este conocimiento le ha hecho sentirse incómodo cuando su jefe le pide que sirva licor a la gente que él invita. Es natural entonces que en su interior se haya producido esa duda: ¿Debo seguir en este trabajo donde tengo que servir licor a la gente? O ¿Debo renunciar a este trabajo y encontrar otro que esté más acorde con mis convicciones espirituales? Tal vez muchos dirían: ¿Por qué debería renunciar? ¿Acaso es él quien está tomando licor hasta emborracharse? A lo mejor otros dirían: Debe renunciar porque está tomando parte en el pecado ajeno y 1 Timoteo 5:22 habla de no participar en pecados ajenos sino conservarse puro. De manera que la decisión no es fácil y demandará mucho discernimiento espiritual de su parte, y tal vez lo que convenga en su caso no necesariamente se puede generalizar a todos los casos similares. Cada caso deberá ser analizado en forma individual. Pero si me permite me gustaría compartir con Usted estos consejos. En primer lugar, ponga el asunto en oración. No se apresure tomando la decisión de quedarse o de irse. Pida a Dios que le dé discernimiento para saber si obedecer a su jefe y servir licor a los invitados de él hasta que algunos se emborrachan es algo que ofende a Dios. Recuerde que esto no es algo que parte de su voluntad, sino algo que lo está haciendo porque su jefe se lo está ordenando. Segundo, intente dialogar con su jefe con miras a que no le pida que sirva licor a la gente que él invita. Abra su corazón y dígale lo que siente en cuanto a sus convicciones espirituales sobre el licor y la borrachera. De esta manera Usted estará cumpliendo con lo que dice Efesios 5:11, donde leemos: Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas;
Es posible que su jefe, aunque no es creyente, entienda su situación y le libere de esta responsabilidad y Usted pueda seguir en ese trabajo. Inclusive es posible que su jefe se sienta atraído por la palabra de Dios al mirar su testimonio. Si la respuesta que recibe es negativa, tal vez sea Dios quien le está guiando a dejar ese trabajo y buscar otro, pero tómelo con la madurez del caso. En tercer lugar, hable con los pastores o ancianos de la iglesia donde se congrega, pidiendo consejo sobre este asunto. Como ellos conocen el medio más de cerca, su consejo será muy valioso. Pídales que le apoyen en oración en cuanto a la decisión que debe tomar. Cuarto, si todo apunta a que debe renunciar a ese trabajo y buscar otro, pida a Dios que le provea otro trabajo en el cual no tenga la misma lucha que está teniendo ahora. Si la voluntad de Dios es que salga de ese trabajo, Dios mismo le proveerá de un trabajo diferente. Que Dios le colme de sabiduría amable oyente.
La tercera consulta para el programa de hoy nos llega desde Mendoza, Argentina y dice así: ¿Cómo afectó la transfiguración a la vida de los tres discípulos?
El relato de la transfiguración aparece en Mateo 17:1-9 donde dice: Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto;
Mat 17:2 y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.
Mat 17:3 Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.
Mat 17:4 Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías.
Mat 17:5 Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.
Mat 17:6 Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor.
Mat 17:7 Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis.
Mat 17:8 Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo.
Mat 17:9 Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos.
De este relato, y en relación con su inquietud, se desprende que la primera reacción de los tres discípulos fue de adoración al Señor Jesús. Por eso es que Pedro, Jacobo y Juan se postraron sobre sus rostros. La segunda reacción fue de temor. Esto por un lado significa profundo respeto y admiración y por otro lado significa un miedo natural al reconocer el poder y la magnificencia del Señor Jesús. La tercera reacción fue un deseo profundo de prolongar lo más posible esta experiencia gloriosa. Por eso es que Pedro sugirió al Señor Jesús que sería bueno para los tres discípulos quedarse en el monte de la transfiguración y hacer tres enramadas, una para el Señor Jesús y otra para Moisés y otra para Elías. La respuesta del Padre celestial fue que el Señor Jesús es el Hijo amado de Él, en quien Él se complace y al único a quien se debe oír. La cuarta reacción fue un convencimiento interior de que el Señor Jesús es realmente el Mesías, el Cristo. Por eso es que el Señor Jesús les pidió que no digan a nadie sobre la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos.
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