La primera consulta de hoy nos ha sido hecha por un amigo oyente de San Juan de Sacotepequez, Guatemala, y dice así: ¿Cuántas muertes suceden al hombre con y sin Cristo en su corazón?

La palabra del Señor nos habla de tres tipos de muerte. La espiritual, la física y la eterna. La muerte espiritual significa la separación entre el alma y Dios. Esta muerte fue la primera consecuencia del pecado de Adán y Eva en el Jardín del Edén. Dios es santo, y no puede tener comunión con el pecador, por tanto el pecador se separó de Dios y juntamente con él, todos sus descendientes. La muerte espiritual es el estado en el cual vienen al mundo todos los seres humanos. Romanos 5:12 declara esta verdad cuando dice: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.” Muy bien. Por otro lado, la muerte física significa la separación entre el alma y el cuerpo. Esta muerte también es una consecuencia del pecado de Adán y Eva, pero no aconteció el mismo instante que ellos cayeron en pecado. Adán murió físicamente 930 años después que murió espiritualmente. A diferencia de los ángeles, el hombre fue creado con una naturaleza inmaterial y una naturaleza material. La naturaleza inmaterial recibe información exterior a través de los sentidos. El cuerpo es el órgano a través del cual, la naturaleza inmaterial toma contacto con otros seres humanos y con el mundo que les rodea. Cuando alguien muere, la naturaleza inmaterial pierde el contacto con la naturaleza material y por lo que sabemos, las almas de los que han muerto no tienen más contacto con los que están vivos ni con el mundo que les rodea. El cuerpo, compuesto de más de 30 diferentes elementos químicos regresa a la tierra de donde fue tomado, en espera de la resurrección, ya sea para vida o para condenación. En cuanto a la muerte eterna, ésta tiene lugar cuando alguien que estando en el estado de muerte espiritual, se muere físicamente. Este estado ha sido descrito como la muerte espiritual en su máxima expresión. En estas circunstancias, la persona que ha muerto recibe todo el peso de la ira de Dios. La separación de Dios, quien es la fuente de la vida y del gozo, es entonces, total, esto significa la muerte en el sentido más terrible de su significado. Sobre esta muerte hace referencia Apocalipsis 14:11 donde dice: “y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche…” De modo que, existen tres tipos de muerte, la espiritual, la física y la eterna.”

¿Y todas las personas van a pasar por estos tres tipos de muerte?

Por la gracia y misericordia de Dios, no todos vamos a pasar por estos tres tipos de muerte. Permítame explicarlo así: Ninguno de nosotros puede evitar la muerte espiritual. Simplemente venimos a este mundo en estas condiciones. Romanos 3:23 dice: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” Según lo que dice este texto, toda persona nace muerta espiritualmente. Por eso todo ser humano es considerado pecador. Pero algunos de nosotros, hemos recibido el perdón de nuestros pecados, el cual nos fue ofrecido gratuitamente por Dios en Cristo. De esta manera ya no existe motivo para que un pecador perdonado por Dios siga separado de Dios. En otras palabras, alguien que tiene a Cristo Jesús en su corazón ha vuelto a nacer a una nueva vida de relación estrecha con Dios. Una persona en estas condiciones, ha dejado de estar muerta espiritualmente, y ha pasado a estar viva espiritualmente. Esto fue justamente lo que Jesús dijo a Marta según Juan 11:25-26 donde leemos: “Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente” De modo que al recibir a Cristo como Salvador, resucitamos o nacemos de nuevo espiritualmente y en estas condiciones jamás llegaremos a experimentar la muerte eterna.

¿Y por qué los creyentes no han sido librados de la muerte física?

La muerte física en un creyente es la única muerte que experimentará, y eso, si es que el Señor tarda en su venida por su pueblo en lo que se llama el arrebatamiento. Pero aunque el creyente muera físicamente, esa muerte no es castigo por el pecado, por cuanto Cristo con su muerte pagó todo lo que el pecador merece. La muerte física del creyente puede ser una medida de disciplina por algún pecado en el creyente o simplemente la partida para estar con Dios en el cielo cuando el creyente ha cumplido con el propósito que Dios tenía para él en este mundo.

¿Y qué pasa cuando una persona muere sin haber recibido a Cristo como Salvador?

Esto es lo peor que puede pasar a una persona. Por el hecho de no haber recibido el perdón de sus pecados, esta persona estaba muerta espiritualmente o separada de Dios, y si en esas condiciones le sobrevino la muerte física, se acabó para esta persona la oportunidad de arreglar su problema de pecado con Dios. Lo único que le espera es la muerte eterna, lo cual implica pasar la eternidad en un lugar de tormento en fuego. Los creyentes nacen dos veces y mueren solo una vez, pero los incrédulos nacen solo una vez y mueren dos veces. Si Usted, amigo oyente, quiere experimentar la muerte una sola vez, es necesario que Usted nazca de nuevo. Para ello, lo único que necesita hacer es reconocer que Usted es un pecador, o dicho en otras palabras que Usted está muerto espiritualmente y por tanto está separado de Dios. Luego necesita reconocer que por ser pecador, Usted está en peligro de morir físicamente y sellar para siempre su destino eterno en un lugar de tormento en fuego, lo que se llama la muerte eterna. Después necesita reconocer que Cristo tomó el lugar que a Usted le corresponde y murió en la cruz por Usted, de modo que Usted quede libre del castigo por su pecado. Por último, por la fe, tiene que recibir a Cristo como su único y personal y suficiente Salvador. Esta decisión le dará derecho para ser considerado hijo de Dios. En consecuencia, usted habrá nacido de nuevo. Si todavía no ha tomado esta decisión, hágalo hoy mismo y póngase en contacto con nosotros para enviarle gratuitamente literatura que le será útil para su crecimiento espiritual.

La segunda consulta de hoy nos ha sido hecha por un amigo oyente de Panamá, República de Panamá. Dice así: ¿Qué consejos me pueden dar para que yo pueda evangelizar en mi comunidad?

Felicitaciones por el deseo que tiene de que la gente de su comunidad conozca a Cristo como Salvador. Para responder a su consulta, me gustaría hacer referencia al episodio cuando Jesús devolvió la vista a un ciego de nacimiento. Este hecho espectacular despertó enorme inquietud entre los enemigos de Jesús, quienes comenzaron a acosar al ciego que había recibido la vista, tratando que reconozca que Jesús es pecador. La respuesta de este hombre fue muy interesante y útil para nuestro propósito de ser buenos comunicadores del evangelio. Juan 9:25 dice: “Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo” Qué interesante. Los enemigos de Jesús querían arrastrar a este hombre hacia un debate teológico acerca de si Jesús era o no pecador. Pero este hombre no se prestó para esto. Simplemente dijo: Si es pecador, no lo sé. Con esto estaba diciendo que no estaba dispuesto a debatir teología con los enemigos de Jesús. Pero ponga atención a lo que este hombre dijo después: Una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo. El hombre se limita a señalar los hechos y nada más que los hechos. El mismo era una prueba de la veracidad y autenticidad de esos hechos. Igual tiene que ser con Usted en su labor de comunicar el evangelio a la gente de su comunidad. Algunos tratarán de arrastrarle a algún debate teológico. No lo permita. No caiga en ese error. No tiene sentido que un creyente se embarque en un debate teológico con un incrédulo. Lo que debe hacer es lo que hizo aquel ciego que recibió la vista. Limítese a declarar los hechos. Hable de lo que Usted era antes de recibir a Cristo como su Salvador. Luego hable de lo que Usted es después de recibir a Cristo como Salvador. Debe enfocarse en cosas que sean obvias para la persona con quien esta Usted hablando. Para poder hacer esto, Usted necesita ser un hombre de buen testimonio. Viva lo que cree. Ponga en práctica lo que Usted sabe de la palabra de Dios. Además, Usted necesita comunicar el fundamento bíblico sobre el cual Usted descansa para saber que es salvo. Cite la Biblia textualmente, sabiendo que la fe es por el oír y el oír por la palabra de Dios. Es necesario que Usted cite o lea textos que hablen que el hombre es pecador. Luego es necesario que cite o lea textos que muestren que por ser pecador, el hombre está condenado a muerte. Después hace falta citar o leer textos que hablen sobre lo que Jesucristo hizo por Usted al morir en la cruz del Calvario. Muestre con la Biblia que Cristo tomó el lugar del pecador y murió en lugar del pecador. Finalmente cite textos que hablan sobre la necesidad de que el hombre reciba por la fe a Cristo como su Salvador. Esto es todo. Si Usted lo hace con amor, amabilidad, respeto y genuino interés en la otra persona, Dios añadirá su bendición a su obra de evangelizar.

 

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