La primera consulta de hoy nos ha sido hecha por un amigo oyente de Zapotillo, Provincia de Loja, Ecuador. Dice así. ¿Es contrario a la voluntad de Dios que un hombre creyente contraiga matrimonio con una mujer incrédula?

La voluntad de Dios con respecto al estado espiritual de los que están por casarse ha sido claramente expresada en su palabra. La voluntad de Dios es que su pueblo escogido no se mezcle con otros pueblos. Note lo que dice Deuteronomio 7:1-3 “Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra en la cual entrarás para tomarla, y haya echado de delante de ti a muchas naciones, al heteo, al gergeseo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, siete naciones mayores y más poderosas que tú, y Jehová tu Dios las haya entregado delante de ti, y las hayas derrotado, las destruirás del todo; no harás con ellas alianza, ni tendrás de ellas misericordia. Y no emparentarás con ellas; no darás tu hija a su hijo, ni tomarás a su hija para tu hijo.” Allí lo tiene amigo oyente. Es un claro mandamiento para el pueblo de Israel a no unirse en matrimonio con personas de otros pueblos. La razón para este mandato no es porque el pueblo de Israel sea mejor o superior que los demás pueblos de la tierra o que los demás pueblos de la tierra no sean dignos de emparentarse con el pueblo de Israel. Nada de esto. La razón es puramente espiritual. Note lo que dice el versículo siguiente del pasaje que leímos anteriormente. Se encuentra en Deuteronomio 7:4 donde dice: “Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a dioses ajenos; y el furor de Jehová se encenderá sobre vosotros, y te destruirá pronto.” Esta es la razón por la cual Dios no quería que su pueblo escogido se mezcle con los demás pueblos de la tierra. El punto es este: Cuando alguien que es escogido de Dios y sirve a Dios se casa con alguien que no conoce a Dios y que no sirve a Dios, lo más probable que acontezca es que el escogido de Dios sea arrastrado a adorar y servir a dioses ajenos. ¿Ve Usted el punto? La misma idea se encuentra en el Nuevo Testamento. Mire lo que dice 2 Corintios 6:14 “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente.” El apóstol Pablo mira a la unión de un creyente con un incrédulo, como un yugo desigual. No sé si Usted habrá visto arar con bueyes. Bueno, habrá notado que los bueyes deben ser de igual tamaño para que puedan estar bajo el yugo y puedan hacer su trabajo. No se puede poner bajo el mismo yugo a un buey adulto y a un ternero recién nacido. Esa es la ilustración que Pablo usa para decir que un creyente no debe unirse en matrimonio con un incrédulo, porque será tan absurdo como intentar poner un buey y un ternero bajo un mismo yugo. Para clarificar más el asunto, Pablo hace varias preguntas retóricas ¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? Ninguno. El creyente es justicia, el incrédulo es injusticia. La justicia no puede unirse con la injusticia. ¿Qué comunión la luz con las tinieblas? Ninguna. La luz y las tinieblas se excluyen mutuamente. Donde hay luz no puede haber tinieblas y donde hay tinieblas no puede haber luz. Un creyente es luz, un incrédulo es tinieblas, no pueden tener comunión entre ellos. ¿Qué concordia Cristo con Belial? Ninguna. Cristo es el perfecto, puro y santo Hijo de Dios. Belial es un nombre antiguo para Satanás y encierra la esencia misma de maldad e impiedad. El creyente está revestido de Cristo. El incrédulo está revestido de Belial. Entre los dos no puede haber ningún acuerdo. ¿Qué parte el creyente con el incrédulo? Ninguna. ¿Qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Ninguno. El creyente es templo de Dios. El incrédulo es templo de los ídolos. No puede jamás haber ningún acuerdo entre alguien que es el templo de Dios y alguien que es el templo de los ídolos. Queda claro por tanto que un creyente no debe unirse en matrimonio con un incrédulo. Pero Satanás es muy astuto. Satanás sabe que logrando que un creyente se una en matrimonio con un incrédulo, inutilizará a ese creyente y por eso mete en la cabeza de los creyentes pensamientos muy extraños. Como ese, según el cual Dios no quiere que sea feliz y por eso no quiere que me case con un incrédulo. O como ese otro, según el cual, si me caso con un incrédulo, algún día lograré guiarlo a los pies del Señor. Pensamientos así son una vil mentira de Satanás. No se deje engañar por Satanás amigo oyente. No piense jamás que Dios va a bendecir la unión matrimonial de un creyente con un incrédulo, porque de antemano, Dios ha dicho que un creyente no debe unirse en yugo desigual con un incrédulo.

La segunda consulta para el programa de hoy, nos ha sido hecha por un amigo oyente de Quito, Ecuador. Dice así. Acabo de leer en el libro de Esdras, que los judíos que se habían casado con mujeres no judías, fueron ordenados a separarse. ¿Significa esto que si un creyente hoy en día está casado con un incrédulo deberían también separarse?

Efectivamente amigo oyente, en el libro de Esdras aparece el relato del evento mencionado por Usted en su consulta. Esdras 9:1-2 dice: “Acabadas estas cosas, los príncipes vinieron a mí, diciendo: El pueblo de Israel y los sacerdotes y levitas n se han separado de los pueblos de las tierras, de los cananeos, heteos, ferezeos, jebuseos, amonitas, moabitas, egipcios y amorreos, y hacen conforme a sus abominaciones. Porque han tomado de las hijas de ellos para sí y para sus hijos, y el linaje santo ha sido mezclado con los pueblos de las tierras; y la mano de los príncipes y de los gobernadores ha sido la primera en cometer este pecado.” Cuando Esdras supo de esto, rasgó sus vestidos y su manto, y arrancó pelos de su cabeza y de su barba y se sentó angustiado en extremo. Luego oró a Dios confesando este pecado. El quebrantamiento de Esdras por este pecado contagió a todo el pueblo, y una multitud de Israel, hombres, mujeres y niños lloraba amargamente. Más tarde llegó el momento de hacer práctico este arrepentimiento. Note lo que dice Esdras 10:10-12 “Y se levantó el sacerdote Esdras y les dijo: Vosotros habéis pecado, por cuanto tomasteis mujeres extranjeras, añadiendo así sobre el pecado de Israel. Ahora, pues, dad gloria a Jehová Dios de vuestros padres, y haced su voluntad, y apartaos de los pueblos de las tierras y de las mujeres extranjeras.” Esta orden de Esdras se cumplió. Observe lo que dice Esdras 10:12 “Y respondió toda la asamblea, y dijeron en alta voz: Así se haga conforme a tu palabra.” Este episodio se repitió más tarde en los tiempos de Nehemías. Nehemías 13:23 dice: “Vi asimismo en aquellos días a judíos que habían tomado mujeres de Asdod, amonitas, y moabitas” La reacción de Nehemías ante este hecho fue severa. Nehemías 13:25 dice: “Y reñí con ellos, y los maldije, y herí a algunos de ellos, y les arranqué los cabellos, y les hice jurar, diciendo: No daréis vuestras hijas a sus hijos, y no tomaréis de sus hijas para vuestros hijos, ni para vosotros mismos.” El desenlace fue que Nehemías hizo separar a los judíos de sus mujeres extranjeras. Nehemías 13:30 dice: “Los limpié, pues, de todo extranjero, y puse a los sacerdotes y levitas por sus grupos, a cada uno en su servicio.” Muy bien. Si la Biblia no dijera nada más sobre un creyente casado con un incrédulo, entonces lo que se debería hacerse es lo mismo que ordenaron Esdras y Nehemías, es decir la separación. Pero el Nuevo Testamento da enseñanza sobre este asunto. Veamos lo que dice 1 Corintios 7:12-13 “Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone. Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone.” En otras palabras, si un creyente, hombre o mujer está casado o casada con una persona incrédula, y esta persona incrédula no tiene ningún problema con eso, entonces el hombre o mujer creyente no debe separarse de su pareja incrédula. Así que, si Usted siendo creyente, está casado con su esposa que es incrédula y ella consiente en vivir con Usted, entonces Usted no debe separarse de ella. Pero ¿Qué pasa si la parte incrédula no quiere saber nada de estar casada con el creyente? Entonces se aplica lo que dice 1 Corintios 7:15 donde leemos: “Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios.” Note que es el incrédulo, quien no quiere seguir casado con el creyente, y es el incrédulo, no el creyente, quien inicia el proceso de separación. En estas condiciones el creyente no puede obligar al incrédulo a seguir con él y debe separarse. Eso es lo que enseña la palabra del Señor.

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