Es motivo de mucho gozo amable oyente, estar junto a Usted y darle la bienvenida a nuestro consultorio bíblico. Damos gracias a los amigos oyentes que se han comunicado con nosotros para hacernos sus consultas. En instantes más estará con nosotros David Logacho para responder las consultas de hoy. Mientras tanto, quisiera invitarle a solicitar nuestra oferta del mes. Este mes está de oferta un librito devocional que trae un pensamiento diario a partir del 1 de Enero hasta el 30 de Junio, el cual le ayudará a enfocar su atención sobre la persona y obra de Dios. No se quede sin su ejemplar gratuito. Para ello haga su pedido por fax o por teléfono marcando estos números: 475563 o 475564, ambos en Quito, Ecuador. Para pedidos por Internet, venga a nuestro web site en la siguiente dirección: HYPERLINK «http://www.labibliadice.org» www.labibliadice.org Si desea hacer su pedido por correo, escriba una carta a La Biblia Dice… casilla 1701-3715 Quito, Ecuador. En su carta indique su nombre completo, su dirección postal y el nombre e la emisora por la cual escucha este programa.
A través de Internet se ha comunicado con nosotros un amigo oyente para hacernos varias consultas. La primera dice así: ¿Cómo pudo decir Pablo, en Hechos 20:22 que iba a Jerusalén sin saber lo que allá le iba a acontecer, si el Espíritu Santo le anunció que iba a ser entregado en manos de los gentiles, según Hechos 21:11?
Interesante su consulta amigo oyente. Para entenderlo es necesario mirar algunos textos acerca de cómo surgió la idea de Pablo para ir a Jerusalén. Durante su tercer viaje misionero, Pablo planificó su futuro itinerario. Lo tenemos en Hechos 19:21 donde dice: “Pasadas estas cosas, Pablo se propuso en espíritu ir a Jerusalén, después de recorrer Macedonia y Acaya, diciendo: Después que haya estado allí, me será necesario ver también a Roma.” Fue así como envió a Timoteo y Eraso a Macedonia y él se quedó por algún tiempo en Asia. Fue allí cuando estalló el conflicto en Efeso causado por los plateros que fabricaban estatuillas de la diosa Diana. Una vez que cesó el alboroto, Pablo se despidió de la iglesia y salió para Macedonia. Después llegó a Grecia. En su camino hacia Jerusalén pasó por Troas y Mileto. Fue aquí, en Mileto, donde Pablo hizo llamar a los ancianos de Efeso para despedirse de ellos antes de marchar hacia Jerusalén. En su despedida, note lo que les dijo según Hechos 20:22 “Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer” Pablo habla de un deseo muy profundo de su corazón por ir a Jerusalén. A eso se refiere la frase: ligado en espíritu. Sin embargo, Pablo sabía que su estadía en Jerusalén no iba a ser sin contratiempos. Ponga atención a lo que dice Hechos 21:23 “salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones” Pablo sabía que su tiempo en Jerusalén no iba a ser un lecho de rosas. Le esperaban prisiones y tribulaciones. Pero Pablo no sabía detalles de ello. No sabía quien le iba a acusar, de qué le iban a acusar, dónde le iban a encarcelar, etc. A esto se refirió Pablo cuando dijo que no sabía lo que le iba a acontecer. Muy bien. Pablo se despidió con lágrimas de los ancianos de Efeso y partió hacia Cesarea. El barco en que viajaban hizo una parada en Tiro. Allí se quedó Pablo por siete días y los discípulos que allí había trataban de disuadir a Pablo que vaya a Jerusalén, porque el Espíritu se había encargado de mostrarles a estos discípulos también que Pablo iba a sufrir prisiones y tribulación en Jerusalén. Pablo no cedió a las advertencias y salió hacia Cesarea. Allí posó en casa de Felipe, el Evangelista, quien tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban. Mientras Pablo estaba con esta familia, vino a Cesarea, desde Judea un profeta llamado Agabo. Cuando este profeta vio a Pablo, tomó el cinto de Pablo y atándose los pies y las manos dijo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles. Recién ahora, Pablo sabía algunos detalles de las prisiones y la tribulación que le esperaban en Jerusalén. Eran los judíos quienes estaban detrás de todo. Agabo y los que con él estaban pensaban que esta profecía haría desistir a Pablo de ir a Jerusalén. Pero note lo que Pablo dijo. Hechos 21:12-14 dice: “Al oír esto, le rogamos nosotros y los de aquel lugar, que no subiese a Jerusalén. Entonces Pablo respondió: ¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el corazón? Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, mas aun a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús. Y como no le pudimos persuadir, desistimos, diciendo: Hágase la voluntad del Señor.” Pablo pues, llegó a Jerusalén. El resto de la historia muestra como fue acusado y maltratado por los judíos y finalmente encarcelado, tal cual como se había profetizado. Así que, amigo oyente, cuando Pablo dijo que iba a Jerusalén y que no sabía lo que le iba a pasar allí, en realidad estaba diciendo que no sabía detalles de lo que le iba a pasar allí, porque por el Espíritu Santo ya sabía que iba a padecer prisiones y tribulación.
La segunda consulta para el programa de hoy nos ha sido hecha por el mismo amigo oyente y dice así: En Hechos 27:10 Pablo profetiza que el viaje sería con mucha pérdida del cargamento y de vidas humanas. Si embargo, Hechos 27:44 dice que todos se salvaron. ¿Falló la profecía?
Analicemos los hechos, amigo oyente. Vamos a leer Hechos 27:8-12 donde dice: “Y costeándola con dificultad, llegamos a un lugar que llaman Buenos Puertos, cerca del cual estaba la ciudad de Lasea. Y habiendo pasado mucho tiempo, y siendo peligrosa la navegación, por haber pasado ya el ayuno, Pablo les amonestaba, diciéndoles: Varones, veo que la navegación va a ser con perjuicio y mucha pérdida, no solo del cargamento y de la nave, sino también de nuestras personas. Pero el centurión daba más crédito al piloto y al patrón de la nave, que a lo que Pablo decía. Y siendo incómodo el puerto para invernar, la mayoría acordó zarpar también de allí, por si pudiesen arribar a Fenice, puerto de Creta que mira al nordeste y sudeste, e invernar allí.” Pablo estaba en calidad de prisionero, siendo transportado junto con otros presos a Roma, bajo el cuidado de un centurión llamado Julio, de la compañía Augusta. La nave alejandrina en la cual eran transportados, zarpó de Mira y con mucha dificultad, por las condiciones climáticas, llegó a Buenos Puertos. Esperando que el tiempo mejore, se perdió mucho tiempo y llegó el invierno. Para todos era conocido que la navegación durante el invierno era muy peligrosa. Por esto Pablo comunicó su preocupación al centurión romano, en cuanto a que zarpar de Buenos Puertos en esas condiciones climáticas pondría en peligro no solo el cargamento, sino la vida de los pasajeros y la tripulación. No es que Pablo estaba profetizando que se iba a perder el cargamento y que todos, o algunos iban a morir en el percance. Pablo simplemente estaba haciendo uso de su sentido común para convencer al centurión romano que lo mejor sería pasar el invierno en Buenos Puertos. Parece que esa embarcación tenía mucha urgencia por llegar a Roma porque llevaba cereales para el imperio. Además, Buenos Puertos no era un puerto tan bueno como su nombre porque no ofrecía comodidades para los viajeros para pasar el invierno. Por eso, decidieron que a pesar de las condiciones atmosféricas adversas debían zarpar de Buenos Puertos, rumbo a Fenice, primera parada en la ruta hacia Roma. Este error de cálculo por parte de la tripulación de la nave, hizo que la embarcación zozobre. Gracias a Dios no hubo pérdida de vidas humanas, pero sí se perdió todo el cargamento. Así que, amigo oyente, Pablo no profetizó o anunció de antemano que se iba a perder el cargamento y las vidas humanas. Lo que hizo, fue simplemente manifestar su preocupación por la navegación en el invierno, porque se pondría en peligro el cargamento y las vidas humanas. La advertencia de Pablo no fue escuchada. Sin ser marinero, Pablo tenía más sentido común que los mismos marineros. La tripulación corrió el riesgo de navegar en difíciles condiciones climáticas y las cosas no salieron como ellos pensaban. Zozobró la nave y gracias a Dios no hubo pérdida de vidas humanas aunque se perdió todo el cargamento y la nave alejandrina.
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