A través del correo electrónico se ha comunicado con nosotros una amiga oyente, quien es creyente y está casada con un hombre, quien, aunque dice que es creyente, sin embargo su vida dista mucho de lo que se espera de un creyente. El hecho es que el esposo de nuestra amiga oyente ha caído reiteradamente en adulterio y cada vez que ha sido confrontado por su esposa, le ha pedido perdón y ella le ha perdonado, pero el esposo ha vuelto a caer en adulterio una cantidad de veces. Nuestra amiga oyente nos consulta si debe seguir soportando la reiterada infidelidad de su esposo.

Gracias por su consulta, amiga oyente. Ruego al Señor que le fortalezca en medio de tan difícil prueba. La conducta de su esposo deja mucho lugar para dudar de su salvación. Yo no soy Dios para saber a ciencia cierta si su esposo es salvo o no, pero el fruto en la vida de su esposo hace dudar que realmente sea una nueva criatura en Cristo. Considere lo que dice Mateo 7:15-20. La Biblia dice: Guardaos de los falsos profetas,  que vienen a vosotros con vestidos de ovejas,  pero por dentro son lobos rapaces.

Mat 7:16  Por sus frutos los conoceréis.  ¿Acaso se recogen uvas de los espinos,  o higos de los abrojos?

Mat 7:17  Así,  todo buen árbol da buenos frutos,  pero el árbol malo da frutos malos.

Mat 7:18  No puede el buen árbol dar malos frutos,  ni el árbol malo dar frutos buenos.

Mat 7:19  Todo árbol que no da buen fruto,  es cortado y echado en el fuego.

Mat 7:20  Así que,  por sus frutos los conoceréis.

No sólo los falsos profetas se visten de ovejas pero por dentro son lobos rapaces, los falsos creyentes también se visten de ovejas pero por dentro son lobos rapaces. ¿Cómo reconocerlos? Pues por sus frutos. Así como no se puede recoger uvas de los espinos ni higos de los abrojos, tampoco se puede recoger buen fruto de un árbol malo. El principio inviolable es que el buen árbol da frutos buenos pero el árbol malo da frutos malos. Por sus frutos los conoceréis fue la conclusión del Señor Jesucristo. Los frutos que está manifestando su esposo no son buenos, lo cual hace pensar que su esposo no es un buen árbol. Así que, existe la probabilidad que su esposo no sea del Señor y por eso vive dominado por el pecado, en este caso, el pecado de adulterio. Si este fuera el caso, lo que más necesita su esposo es el nuevo nacimiento que resulta de recibir a Cristo como Salvador. No estoy minimizando la gravedad del adulterio en la vida de su esposo, simplemente estoy señalando que esa vida de inmoralidad persistente de su esposo probablemente se debe a que no es creyente. Uno de los frutos de la carne es justamente el adulterio. Le aconsejo que busque la ayuda de los ancianos o pastores de la iglesia local donde usted y su esposo se congregan, con la finalidad de confrontar el pecado de adulterio de su esposo, confiando que en el proceso salga a la luz si su esposo es o no creyente y los ancianos o pastores hagan lo que sea pertinente. Ahora en cuanto a usted, amable oyente, en primer lugar, me parece acertada su disposición a perdonar a su esposo. Esto es lo que la palabra de Dios demanda de todo creyente cuando es ofendido, sin importar la magnitud de la ofensa. Gracias a Dios por el espíritu de perdón que usted ha manifestado cada vez que su esposo le ha traicionado. En segundo lugar, hubiera sido muy bueno que la primera vez que su esposo cayó en adulterio, además de perdonarle como lo hizo, también lleve el caso a los ancianos o pastores de la iglesia. ¿Por qué? Pues porque el pecado de adulterio atenta contra Dios en primer lugar, contra usted como esposa traicionada en segundo lugar, contra la familia en tercer lugar y contra la iglesia en cuarto lugar. Está bien perdonar y buscar la restauración del adúltero, pero la iglesia también necesita administrar la disciplina necesaria. Inclusive, en el caso de que el adúltero se resista a abandonar el pecado de adulterio, la iglesia debería separar a esta persona de la congregación, asumiendo que esta persona es creyente, por supuesto. Note lo que dice 1 Corintios 5:11, hablando de las causales por las cuales se debe separar de la comunión a un hermano quien a pesar de ser hermano, sin embargo vive en pecado. La Biblia dice: Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que,  llamándose hermano,  fuere fornicario,  o avaro,  o idólatra,  o maldiciente,  o borracho,  o ladrón;  con el tal ni aun comáis.

La fornicación incluye el adulterio. Cuando alguien llamándose hermano, pretende vivir en adulterio, la iglesia no debe cruzarse de brazos y aceptar el hecho. La iglesia debe confrontar al adúltero, y si persiste en pecar a pesar de todos los intentos para que abandone su pecado, el adúltero debe ser separado de la iglesia. Esa medida no tiene como propósito castigar al adúltero sino buscar su restauración. Usted no debió ocultar el pecado de adulterio de su esposo la primera vez que pasó. A veces las esposas encubren este pecado de sus esposos por el temor a ser mal vistas por los hermanos de la iglesia, pero no debe ser así. No enfrente sola el pecado de adulterio de su esposo. Busque la ayuda de los ancianos o pastores de la iglesia. En tercer lugar, una vez que haya llevado el caso de reiterado adulterio de su esposo ante los ancianos o pastores de la iglesia, y si su esposo persiste en el adulterio, además de ser separado de la iglesia, usted debería separarse de su esposo. Separarse no es lo mismo que divorciarse. Separarse significa que por el bien suyo, de su familia, y de la iglesia, usted va a dejar de vivir con el adúltero. En algunos casos, esta medida ha servido para hacer recapacitar al esposo adúltero, de modo que reconozca su pecado, lo confiese y se aparte del pecado. Si el esposo adúltero cambia su estilo de vida, podría restaurarse la relación matrimonial y por un tiempo prudencial los dos deberían pasar por un periodo de consejería con ancianos o pastores. ¿Qué pasaría si aun estando separados su esposo persiste en su vida de adulterio? En este punto hay bastante divergencia entre los intérpretes bíblicos. Unos piensan que se debería entrar a un permanente estado de separación hasta la muerte, porque no admiten el divorcio por la causa que sea. Respetando como el que más criterios así, y sin ser dogmático en esto, mi convicción personal es que en un caso así, se habría configurado la única causal válida para un divorcio, me refiero a la fornicación. El divorcio por cualquier causa que fuere no es la voluntad de Dios, pero cuando hay fornicación de por medio, aunque el divorcio no es la voluntad de Dios, el divorcio es el mal menor para un matrimonio en el cual uno de los cónyuges decide vivir en fornicación. Me baso en. Mateo 19: 3-9 La Biblia dice: Entonces vinieron a él los fariseos,  tentándole y diciéndole:  ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?

Mat 19:4  El,  respondiendo,  les dijo:  ¿No habéis leído que el que los hizo al principio,  varón y hembra los hizo,

Mat 19:5  y dijo:  Por esto el hombre dejará padre y madre,  y se unirá a su mujer,  y los dos serán una sola carne?

Mat 19:6  Así que no son ya más dos,  sino una sola carne;  por tanto,  lo que Dios juntó,  no lo separe el hombre.

Mat 19:7  Le dijeron:  ¿Por qué,  pues,  mandó Moisés dar carta de divorcio,  y repudiarla?

Mat 19:8  El les dijo:  Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres;  mas al principio no fue así.

Mat 19:9  Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer,  salvo por causa de fornicación,  y se casa con otra,  adultera;  y el que se casa con la repudiada,  adultera.

Usted nos consultó sobre si debiese seguir soportando la infidelidad de su esposo. A la luz de todo lo dicho, la respuesta es: No. Usted no debe tolerar la infidelidad de su esposo. Ninguna esposa debería tolerarlo. Busque la dirección del Señor en oración, busque la ayuda de los ancianos y pastores, y con amor pero con firmeza tome las decisiones que sean correctas a la luz de la Biblia. No permita que su esposo pisotee lo que Dios lo diseño como algo honroso. Note lo que dice Hebreos 13:4  Honroso sea en todos el matrimonio,  y el lecho sin mancilla;  pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.

El matrimonio es algo honroso amiga oyente. No permita que su esposo lo deshonre. El lecho, o la relación íntima entre esposos, es sin mancilla, no permita que su esposo lo mancille con el adulterio. Dios es celoso de la fidelidad conyugal y por eso dice que juzgará a los fornicarios y adúlteros. Usted no debe esconder el adulterio en su esposo. Yo sé que es triste y doloroso pasar por esta experiencia y peor que otros se enteren que está pasando por esta experiencia, pero más triste y doloroso es pasar toda una vida sufriendo en la soledad al saber que está viviendo con un esposo que reiteradamente le clava en la espalda el agudo puñal de la infidelidad. Inclusive su salud física está en riesgo de contagiarse con alguna enfermedad de transmisión sexual adquirida por su esposo. No permita un solo segundo más que su esposo le humille de esta manera.

 

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