La primera consulta de hoy nos ha sido hecha por un amigo oyente de Quito, Ecuador, en los siguientes términos: En el Nuevo Testamento se enseña que los creyentes no debemos maldecir a nuestros enemigos sino antes bien bendecirlos como nos lo dice Mateo 5:44, entonces ¿por qué el profeta Eliseo que sucedió al profeta Elías, maldijo a unos muchachos que se estaban burlando de él como nos narra 2 de Reyes 2:23-24?

Gracias por su consulta. Voy a dar lectura al texto en Mateo 5:43-44. La Biblia dice: Oísteis que fue dicho:  Amarás a tu prójimo,  y aborrecerás a tu enemigo.

Mat 5:44  Pero yo os digo:  Amad a vuestros enemigos,  bendecid a los que os maldicen,  haced bien a los que os aborrecen,  y orad por los que os ultrajan y os persiguen;

Los rabinos judíos del tiempo del Señor Jesús tomaron algo que decía la ley de Moisés y añadieron algo más por su propia cuenta. La Ley de Moisés simplemente dice que se debe amar al prójimo como a uno mismo, tal cual como aparece en Levítico 19:18 donde dice: No te vengarás,  ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo,  sino amarás a tu prójimo como a ti mismo.  Yo Jehová.

En ninguna parte de la Ley de Moisés aparece algo como: Aborrecerás a tu enemigo, sin embargo los rabinos judíos del tiempo del Señor Jesús añadieron esto para justificar su odio especialmente a los gentiles. El Señor Jesús está poniendo las cosas en su lugar cuando reivindica el espíritu de la Ley de Moisés en el sentido que se debe amar a todos, inclusive a los enemigos. Los enemigos pueden maldecir, aborrecer, ultrajar y perseguir, pero no es correcto que se les pague con la misma moneda, maldiciendo, aborreciendo, ultrajando y persiguiendo, sino todo lo contrario, se los debe tratar bendiciéndolos, haciéndoles bien y orando por ellos. Siendo este el caso, entonces cómo se explica la acción del profeta Eliseo que se relata en 2 Reyes 2:23-24, donde dice: Después subió de allí a Bet-el;  y subiendo por el camino,  salieron unos muchachos de la ciudad,  y se burlaban de él,  diciendo:  ¡Calvo,  sube!  ¡calvo,  sube!

2Ki 2:24  Y mirando él atrás,  los vio,  y los maldijo en el nombre de Jehová.  Y salieron dos osos del monte,  y despedazaron de ellos a cuarenta y dos muchachos.

Esto no se trata de que Eliseo tomó la venganza en su propia mano y por eso maldijo a esos muchachos de la ciudad que se burlaron de él. En primer lugar no eran niños sino adultos jóvenes, quienes sabían perfectamente lo que estaban haciendo al oponerse al profeta de Dios. En segundo lugar, no debemos olvidar que este episodio aconteció inmediatamente después que Elías subió al cielo en el carro de fuego y Eliseo tomó el manto para continuar con la obra profética en Israel. Los muchachos de la ciudad de Betel intentaron desacreditar a Eliseo diciéndole algo como: no te aceptamos, calvo, desaparece de aquí como desapareció Elías. Se trataba de un claro desafío al profeta de Dios. Fue para confirmar su llamamiento como profeta de Dios que Eliseo maldijo a estos muchachos de la ciudad en el nombre de Jehová, y la maldición se efectivizó cuando salieron dos osos del monte y despedazaron a cuarenta y dos de ellos. En todo caso, debe realzarse que el espíritu de la ley de Moisés era que se debe amar al prójimo como a uno mismo, aun cuando el prójimo sea enemigo, y maldiga, ultraje y persiga. El Señor Jesús amando a sus enemigos es el perfecto ejemplo de esta conducta.

La segunda consulta de nuestro amigo oyente de Quito, Ecuador dice así:  ¿Qué verdad espiritual quiso comunicar Jesús cuando enseñó que el creyente era la sal de la tierra en Mateo 5:13 donde dice: “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres”? ¿Qué significado espiritual tiene la sal?

Gracias por su consulta, amable oyente. El versículo citado por Usted es parte de un extenso pasaje bíblico en el Evangelio según Mateo, conocido como el Sermón del Monte. En este pasaje bíblico, el Señor Jesús está estableciendo las leyes o las normas que rigen el reino de los cielos, cuyo rey es justamente el Señor Jesús. En esta parte del sermón, el Señor Jesús está enseñando por medio de una metáfora, la sal. Una metáfora es una figura de lenguaje que consiste en trasladar el sentido recto de las voces a otro figurado en virtud de una comparación tácita. La sal sirve para al menos tres propósitos. Primero, para sazonar la comida. Una comida sin sal pierde mucho de su delicado sabor. Segundo, la sal sirve para preservar. En algunos lugares donde no existen facilidades para refrigerar la carne, se utiliza la sal para su preservación. Tercero, la sal sirve para producir sed. Un elemento indispensable para los caminantes en los desiertos es una porción de sal. Al ingerirla, experimentan sed, lo cual les estimula a beber agua y evitar la peligrosa deshidratación. Como se trata de una metáfora, la tarea del intérprete es aplicar estas características de la sal a la vida espiritual de los discípulos del Señor Jesús. En consecuencia, el creyente por su testimonio, por su manera de vivir, debe ser lo que pone el toque de sabor en contraste con lo desabrido de la vida de pecado. El creyente también, por su testimonio, o su estilo de vida, debe ser lo que preserva o se opone a la corrupción que caracteriza a este mundo entregado al pecado. El creyente también por su testimonio o su estilo de vida, debe ser lo que provoca una sed por obtener lo mismo en otros. Si un creyente hace esto, estará cumpliendo su responsabilidad de ser la sal de la tierra. Pero ¿qué pasa cuando un creyente tiene un testimonio, o vive un estilo de vida totalmente alejado de esto que hemos visto? Pues sucede lo mismo que cuando la sal se desvanece o pierde su sabor. Una sal así no sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. De igual manera, cuando un creyente no tiene un buen testimonio, o no tiene un estilo de vida conforme a lo que dice la palabra de Dios, no causará ningún impacto en este mundo y de esa manera será un fracaso en dar el toque de sabor, en medio de un mundo desabrido por el pecado, en contrarrestar la creciente corrupción de este mundo y en producir un deseo en otros por conocer personalmente al Señor Jesucristo. Así que, amable oyente, los creyentes somos la sal de la tierra, pero para que la sal cumpla con su propósito, necesita salir del salero, los creyentes también necesitamos salir de la comodidad de nuestro encierro para cumplir con el propósito para el cual Dios nos ha llamado.

La tercera consulta de nuestro amigo oyente de Quito, Ecuador, dice así: Marcos 9:50 dice: “Buena es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros. ¿Qué quiso decir Jesús cuando dijo: “Tened sal en vosotros mismos”?

En la respuesta anterior se explicó el uso metafórico de la sal, para ilustrar la responsabilidad del creyente de vivir en santidad, manteniendo un buen testimonio en este mundo sumido en la impiedad. Si la sal pierde su propiedad de sazonar los alimentos, porque se ha vuelto insípida, ya no sirve para nada. ¿Cómo le pueden volver a dar sabor? Acorde con esto, el Señor Jesús ordena a sus discípulos a tener sal en ellos mismos. Se trata de un mandato expresado por medio de una metáfora. La idea es que los creyentes causen un impacto positivo en el mundo por medio de su testimonio para la gloria de Dios. Solamente así podrán ser la sal de la tierra como dijo el Señor Jesús en el Sermón del Monte. La pregunta que todo creyente debería hacerse es: ¿Estoy siendo la sal de la tierra? ¿Es mi estilo de vida algo que hace reflexionar a los que todavía no conocen a Cristo como Salvador? ¿Estoy frenando la corrupción en este mundo? O tal vez yo también estoy siendo arrastrado por la corriente de corrupción del mundo. ¿Estoy mostrando a Cristo en mi vida de modo que los que todavía no lo conocen sientan un vivo deseo de también tener a Cristo en sus vidas? De esto se trata el tener sal en nosotros mismos.

 

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