A través del correo electrónico se ha comunicado con nosotros un amigo oyente para compartirnos algunas inquietudes. Dice así: Yo me alegro que el evangelio esté llegando por la radio, la televisión, el Internet y otros medios, pero esto está haciendo que muchos cristianos se vuelvan cómodos, a tal punto que algunos de ellos ya no se congregan, porque es más fácil quedarse en casa y oír o ver el mensaje desde la comodidad de su hogar. ¿Aprueba esto la Biblia? Y ¿Dónde nos quedamos los que pensamos y sabemos que no hay iglesia sin comunidad? ¿Hay versículos que nos ordenen que la iglesia siempre debe congregarse?

Gracias por su consulta amable oyente. Comparto su preocupación por la cantidad de creyentes que rehúsan congregarse en una iglesia local, bajo el pretexto que en sus casas, a través de la radio, la televisión, la literatura, el Internet y cualquier otra forma de difusión masiva de la palabra de Dios, pueden recibir lo mismo que recibirían si se congregaran. La Biblia jamás puede estar de acuerdo con esta conducta y la confronta enérgicamente en textos como Hebreos 10:25 donde dice: Mantengamos firme,  sin fluctuar,  la profesión de nuestra esperanza,  porque fiel es el que prometió.

Heb 10:24  Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras;

Heb 10:25  no dejando de congregarnos,  como algunos tienen por costumbre,  sino exhortándonos;  y tanto más,  cuanto veis que aquel día se acerca.

El autor del libro de Hebreos se está dirigiendo a creyentes, y les exhorta a mantener firme la esperanza que profesan, por la única razón que quien hizo la promesa es fiel. Volverse inestables en la esperanza que profesamos, es un riesgo que corremos todos los creyentes, de modo que para evitarlo es necesario hacer lo que dice el pasaje bíblico a continuación. Es necesario que nos consideremos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras. Esto significa que todos los creyentes en general debemos preocuparnos los unos por los otros con la finalidad de que todos estemos intensamente involucrados en amarnos los unos a los otros por medio de hacer buenas obras. La única forma de poner en práctica este mandato es por medio de congregarnos en una iglesia local. Por eso dice el texto: No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca. Es imposible, desde cualquier punto que se lo mire, el lograr este objetivo quedándose en casa para aprender la palabra de Dios a través de la radio, o de la televisión, o por la literatura, o por Internet. Cuando hablo a los creyentes acerca de su responsabilidad de congregarse, les hago pensar en una brasa de carbón. Mientras todos los trozos de carbón están unidos, todos están ardiendo, pero si un trozo de carbón se aleja de la brasa, muy pronto se enfría y termina por apagarse. Así sucede con los creyentes. Cuando un creyente deja de congregarse, comienza a enfriarse espiritualmente y en algún momento estará tan frío que pensará y actuará como si fuera un incrédulo. Espero que a nadie le quede duda alguna en cuanto a la necesidad de congregarse en una iglesia local, no solamente para recibir sino también para dar. Ahora paso comentar sobre la difusión de la palabra de Dios a través de medios masivos de comunicación, como la radio, la televisión, el Internet. Todo esto obedece al mandato del Señor Jesucristo en textos como Marcos 16:15 donde dice: Y les dijo:  Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El mandato tiene que ver con proclamar el mensaje del evangelio a todo ser humano en todo el mundo. El mandato no estable la forma o le medio para lograrlo. Existen muchas maneras de predicar el evangelio en todo el mundo a toda criatura. Una de ellas es de persona a persona, otra es desde un púlpito, otra es por medio de la página impresa, otra es por medios masivos de comunicación, como radio, televisión, Internet. Son solamente medios para hacer llegar el mensaje del evangelio a toda criatura en todo el mundo. Mientras el mensaje sea el correcto, el único evangelio que existe, los medios pueden ser muy diversos y muy legítimos. No es culpa de los medios que se usa para difundir el evangelio, el hecho que algunos creyentes hayan adoptado la mala costumbre de quedarse en sus casas y no congregarse. Los que usamos medios masivos de comunicación para difundir el evangelio tal vez deberíamos insistir en el hecho que cuando alguien recibe al Señor Jesucristo como Salvador, entre los muchos hábitos que debe incorporar a su vida está este, de congregarse en una iglesia local.

Desde San Pedro Sula, Honduras nos escribe un amigo oyente quien cuestiona que se espiritualicen los pasajes bíblicos que tienen que ver con ayudar al prójimo y de esa manera la iglesia se desentiende de su responsabilidad de ayudar a los pobres, a los enfermos, a los presos, a los hambrientos. Nos pide nuestra opinión.

Gracias amable oyente por su consulta. La palabra de Dios habla bastante en cuanto a la responsabilidad de todo creyente por ayudar al prójimo. De ninguna manera es justificable el ignorar la necesidad del prójimo recurriendo a una interpretación alegórica de los textos bíblicos que tratan este tema. Note por ejemplo lo que Jehová dijo a su pueblo Israel por medio del profeta Isaías. Leo Isaías 58:3-8 ¿Por qué,  dicen,  ayunamos,  y no hiciste caso;  humillamos nuestras almas,  y no te diste por entendido?  He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto,  y oprimís a todos vuestros trabajadores.

Isa 58:4  He aquí que para contiendas y debates ayunáis y para herir con el puño inicuamente;  no ayunéis como hoy,  para que vuestra voz sea oída en lo alto.

Isa 58:5   ¿Es tal el ayuno que yo escogí,  que de día aflija el hombre su alma,  que incline su cabeza como junco,  y haga cama de cilicio y de ceniza?   ¿Llamaréis esto ayuno,  y día agradable a Jehová?

Isa 58:6   ¿No es más bien el ayuno que yo escogí,  desatar las ligaduras de impiedad,  soltar las cargas de opresión,  y dejar ir libres a los quebrantados,  y que rompáis todo yugo?

Isa 58:7   ¿No es que partas tu pan con el hambriento,  y a los pobres errantes albergues en casa;  que cuando veas al desnudo,  lo cubras,  y no te escondas de tu hermano?

Isa 58:8  Entonces nacerá tu luz como el alba,  y tu salvación se dejará ver pronto;  e irá tu justicia delante de ti,  y la gloria de Jehová será tu retaguardia.

Es un fuerte cuestionamiento a la falsa espiritualidad representada por cumplir con acciones como el ayunar, pero a la vez atentar contra el prójimo al abusar de él o ignorar su necesidad. La verdadera espiritualidad consiste en una buena comunión con Dios, pero también en una buena comunión con el prójimo, en el sentido de amarlo al punto de sacrificarnos para su beneficio. Esto es en esencia lo que enseñó el Señor Jesucristo. Marcos 12:28-31 dice: Acercándose uno de los escribas,  que los había oído disputar,  y sabía que les había respondido bien,  le preguntó:  ¿Cuál es el primer mandamiento de todos?

Mar 12:29  Jesús le respondió:  El primer mandamiento de todos es:  Oye,  Israel;  el Señor nuestro Dios,  el Señor uno es.

Mar 12:30  Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,  y con toda tu alma,  y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.  Este es el principal mandamiento.

Mar 12:31  Y el segundo es semejante:  Amarás a tu prójimo como a ti mismo.  No hay otro mandamiento mayor que éstos.

Nadie puede decir que ama a Dios y a la vez ignora la necesidad del prójimo. Hablando a los creyentes, Santiago dice lo siguiente en el capítulo 2 versículos 14-17 Hermanos míos,  ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe,  y no tiene obras?  ¿Podrá la fe salvarle?

Jas 2:15  Y si un hermano o una hermana están desnudos,  y tienen necesidad del mantenimiento de cada día,

Jas 2:16  y alguno de vosotros les dice:  Id en paz,  calentaos y saciaos,  pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo,  ¿de qué aprovecha?

Jas 2:17  Así también la fe,  si no tiene obras,  es muerta en sí misma.

Esta responsabilidad no es sólo para con los que comparten nuestra misma fe, sino para con todos. Obviamente, existe el peligro de ir a uno de dos extremos. El uno es el que Usted ha notado, me refiero a espiritualizarlo todo e ignorar la necesidad del prójimo, pero el otro extremo también es peligroso, me refiero a limitarnos a ayudar en las necesidades materiales del prójimo olvidando su necesidad espiritual. Lo correcto sería compartir las verdades espirituales de valor eterno a la par de ayudar en las cosas materiales en la medida de las posibilidades.

 

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