Por medio del correo electrónico se ha comunicado con nosotros un fiel visitante de nuestro sitio de Internet, y nos hace la siguiente consulta. ¿Cuál es la importancia de la declaración “escrito está” pronunciada tres veces por el Señor Jesús, en Mateo capítulo cuatro y en el pasaje paralelo en Lucas capítulo 4?

Gracias por su consulta, amable oyente. La expresión: Escrito está, aparece por tres veces en el pasaje bíblico de Mateo 4:1-11 donde leemos lo siguiente: Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto,  para ser tentado por el diablo.

Mat 4:2  Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches,  tuvo hambre.

Mat 4:3  Y vino a él el tentador,  y le dijo:  Si eres Hijo de Dios,  di que estas piedras se conviertan en pan.

Mat 4:4  Él respondió y dijo:  Escrito está:  No sólo de pan vivirá el hombre,  sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

Mat 4:5  Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad,  y le puso sobre el pináculo del templo,

Mat 4:6  y le dijo:  Si eres Hijo de Dios,  échate abajo;  porque escrito está:

A sus ángeles mandará acerca de ti,  

 y,  

 En sus manos te sostendrán,  

 Para que no tropieces con tu pie en piedra.

Mat 4:7  Jesús le dijo:  Escrito está también:  No tentarás al Señor tu Dios.

Mat 4:8  Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto,  y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos,

Mat 4:9  y le dijo:  Todo esto te daré,  si postrado me adorares.

Mat 4:10  Entonces Jesús le dijo:  Vete,  Satanás,  porque escrito está:  Al Señor tu Dios adorarás,  y a él sólo servirás.

Mat 4:11  El diablo entonces le dejó;  y he aquí vinieron ángeles y le servían.

En el pasaje bíblico paralelo en el evangelio según Lucas, tenemos básicamente la misma situación. Existe mucha tela para cortar en este maravilloso pasaje bíblico, pero enfoquémonos solamente en aquella frase de interés para Usted: Escrito está. Un examen rápido del texto bíblico mostrará que después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, el Señor Jesús estaba con hambre y en esas condiciones, fue llevado por el Espíritu Santo al desierto para ser tentado por el diablo. El tentador, o el diablo, tentó tres veces al Señor Jesús, apelando a los deseos de la carne, cuando pidió al Señor Jesús que convierta las piedras en pan, apelando a los deseos de los ojos, cuando le ofreció todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, a cambio de que postrado le adore y apelando a la vanagloria de la vida, cuando le puso sobre el pináculo del templo y le invitó a lanzarse abajo para ver si sus ángeles le librarían de una muerte segura. En cada una de esas tres tentaciones, el Señor Jesús citó una porción de las Escrituras, anteponiendo la famosa frase: Escrito está y salió victorioso de las tentaciones. Por un lado, esto muestra el lugar de importancia que tenían las Escrituras en la vida y ministerio del Señor Jesús. A pesar de ser el Hijo de Dios, en forma humana, el Señor Jesús, echó mano de las Escrituras para hacer frente a Satanás. Pero por otro lado, cuando el Señor Jesús estaba en el desierto, siendo tentado por Satanás, no tenía consigo los rollos con los escritos del Antiguo Testamento, lo que tenía es la palabra de Dios guardada en su mente y en su corazón, y cuando fue necesario, lo sacó de allí para vencer con ella a Satanás. Esto muestra el poder de la palabra de Dios para ayudarnos a vivir en santidad. Note lo que dice el texto en Salmo 119:9 y 11 ¿Con qué limpiará el joven su camino? 

 Con guardar tu palabra.

En mi corazón he guardado tus dichos, 

 Para no pecar contra ti.

Es la pregunta que jóvenes, niños y viejos nos hemos hecho: ¿Con qué puedo yo vivir una vida limpia? ¿Una vida de santidad? La respuesta viene de la misma palabra cuando dice: Con guardar la palabra de Dios. Guardar se entiende tanto en el sentido de almacenar la palabra de Dios en la mente, como en el sentido de aplicar la palabra de Dios en determinada situación. Esto se confirma por lo que dice el resto del pasaje bíblico leído. Es el testimonio de alguien que puso a funcionar lo que Dios dice en su palabra. Su testimonio es: En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti. Para la mentalidad hebrea, el corazón puede ser el órgano que bombea sangre en el cuerpo, o la mente, la capacidad de pensar y razonar. El contexto determina uno u otro significado. Cuando el salmista dice a Dios: En mi corazón he guardado tus dichos, está señalando que ha almacenado la palabra de Dios en su mente y eso ha hecho que su forma de pensar y en consecuencia su forma de actuar esté determinada por lo que dice la palabra de Dios. Cuando pasa algo así, la persona va a vivir en santidad. Para no pecar contra ti, dice el salmista. Aquí está la clave para vivir en victoria sobre la tentación. Es necesario atesorar la palabra de Dios en la mente, de modo que todo lo que piense y todo lo que haga esté conforme a lo que dice Dios en su palabra. Esto es en esencia lo que hizo el Señor Jesús cuando fue tentado tres veces por el diablo, y lo venció. Como aplicación a nuestra vida, debemos oír la palabra de Dios, debemos leer la palabra de Dios, debemos estudiar la palabra de Dios, debemos meditar en la palabra de Dios, debemos memorizar la palabra de Dios, de modo que cuando una tentación nos incite al pecado, no importa si se trata de nuestra propia carne, o del mundo o del diablo, podamos hacerla frente con la palabra de Dios previamente guardada en nuestra mente y podamos salir victoriosos. Yo no sé en cuanto a Usted, pero lo que es en cuanto a mí, mientras más conozco de la palabra de Dios y guardo ese conocimiento en mi mente, más alerta estoy en cuando a hacer cosas que no agradan a Dios. Es la obra maravillosa de la palabra de Dios ayudándonos a vivir en santidad. En Efesios 6:17 se compara a la palabra de Dios con la espada del Espíritu. Es la única forma de defensa contra Satanás. El diablo no puede hacer nada contra alguien que utiliza la palabra de Dios como la espada del Espíritu. Todo esto es lo que está encerrado en esa proverbial frase del Señor Jesús: Escrito está.

La segunda consulta para el programa de hoy nos llega desde Quito, Ecuador y dice así: ¿Por qué castiga Dios a la descendencia de alguien que ha pecado? ¿No sería injusto que un bebé pague la consecuencia del pecado de sus progenitores?

Gracias por su consulta. Vamos a dar lectura a uno de los tres textos en la Biblia que mencionan este hecho. Éxodo 20:4-6 dice: No te harás imagen,  ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo,  ni abajo en la tierra,  ni en las aguas debajo de la tierra.

Exo 20:5  No te inclinarás a ellas,  ni las honrarás;  porque yo soy Jehová tu Dios,  fuerte,  celoso,  que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,

Exo 20:6  y hago misericordia a millares,  a los que me aman y guardan mis mandamientos.

Se trata del segundo mandamiento del decálogo. Este mandamiento prohíbe hacerse imágenes de cualquier tipo de la deidad, para rendirles adoración. Violar este mandamiento es idolatría y provoca a celos al único Dios verdadero. En consecuencia, Dios visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que le aborrecen, a la vez que hace misericordia a millares, a los que le aman y guardan sus mandamientos. Leído superficialmente, parecería que Dios es injusto, al castigar a un inocente, los hijos, estos son los de la segunda generación, o los nietos, estos son los de la tercera generación, y los bisnietos, los de la cuarta generación. Por eso Usted se pregunta: ¿No sería injusto que un bebé pague la consecuencia del pecado de sus progenitores? Pero no es así, amable oyente. Dios no puede ser injusto. Si lo fuera habría dejado de ser Dios. Note lo que dice Deuteronomio 24:16 Los padres no morirán por los hijos,  ni los hijos por los padres;  cada uno morirá por su pecado.

Para reconfirmar este hecho, ponga atención a lo que dice Ezequiel 18:19-20Y si dijereis:   ¿Por qué el hijo no llevará el pecado de su padre?  Porque el hijo hizo según el derecho y la justicia,  guardó todos mis estatutos y los cumplió,  de cierto vivirá.

Eze 18:20  El alma que pecare,  esa morirá;  el hijo no llevará el pecado del padre,  ni el padre llevará el pecado del hijo;  la justicia del justo será sobre él,  y la impiedad del impío será sobre él.

Siendo así, ¿por qué entonces el segundo mandamiento habla que Dios visita la maldad de los padres sobre los hijos, hasta la tercera y cuarta generación? Bueno, en primer lugar no se trata de cualquier pecado sino del pecado de idolatría. En segundo lugar, cuando los padres son idólatras, la tendencia normal es que los hijos, nietos y bisnietos también sean idólatras y por eso Dios los castiga también a ellos, por su propio pecado de idolatría, no por el de sus padres. En tercer lugar, el pecado de idolatría de Israel, fue lo que en esencia causó que Israel sea llevado en cautiverio, a Asiria y Babilonia. En el cautiverio, los pecadores idólatras tuvieron hijos, nietos y bisnietos. Recuerde que el cautiverio Babilónico duró setenta años. Los hijos, nietos y bisnietos tuvieron que sufrir el cautiverio aun cuando tal vez no cometieron pecado de idolatría, aunque lo más probable es que lo hayan cometido, siguiendo el ejemplo de sus antepasados. Algo terrible del pecado y que nos debe hacer pensar mucho antes de cometerlo, es que las consecuencias pueden afectar a personas inocentes. No se trata de castigo por el pecado sino de consecuencias del pecado.

 

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