Desde Nazca, Perú nos escribe un amable oyente para hacernos varias consultas. La primera dice así: ¿Es el infierno lo mismo que el Hades? Yo he escuchado que el diablo va a ser arrojado al infierno y por eso he pensado que el infierno es el lago de fuego, porque en Apocalipsis dice que el diablo va a ser arrojado por la eternidad en el lago de fuego. Pero en uno de sus programas Usted dijo que Pilato estaba en el infierno, ¿significa eso que Pilato ya ha sido arrojado al lago de fuego? ¿No es que los incrédulos van a ser arrojados al lago de fuego una vez que comparezcan ante el gran trono blanco?
Gracias por su consulta. Después de la muerte y resurrección de Cristo, la palabra Hades se refiere al lugar de tormento en fuego donde están las almas y espíritus de todos los seres humanos que han muerto sin haber recibido el perdón de sus pecados en Cristo. Lucas 16:22-23 dice: Y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos estando en tormentos. Más adelante en Lucas 16:24 el rico dice que en el Hades está atormentado en llama. En cuanto al infierno, es la traducción de la palabra griega “gehena” el nombre de un lugar en el valle de Hinom donde se había ofrecido sacrificios humanos, en el cual se arrojaba cadáveres de animales muertos y además se quemaba continuamente la basura de la ciudad de Jerusalén. Era un lugar pestilente, sombrío y saturado de humo, que lo hacía un símbolo adecuado del tormento en fuego. Mateo 5:22 dice: Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.
El infierno por tanto simboliza tanto al Hades en la actualidad, como al lago de fuego. Simplemente denota el lugar de tormento en fuego, ya sea el Hades o el lago de fuego. Al decir que un incrédulo que ha muerto va al infierno se debe entender en el sentido de que va al Hades el lugar de tormento en fuego donde están las almas y espíritus de todos los que han muerto sin haber recibido a Cristo como Salvador y más tarde, después del juicio del gran trono blanco, llegará al lago de fuego. El Nuevo Testamento muestra que llegará un momento cuando todos los incrédulos muertos van a resucitar y se van a presentar ante el juicio del gran trono blanco, donde escucharán su sentencia eterna de ser arrojados al lago de fuego. Sobre la base de todo lo dicho, todo incrédulo que ha muerto, entre los cuales está Pilato, está actualmente en el infierno, entendiéndose la palabra infierno como símbolo que simboliza el Hades, el lugar de tormento en fuego donde están las almas y espíritus de todos los que han muerto sin haber hallado perdón de pecados. Un día futuro, todos los muertos incrédulos que están en el Hades van a resucitar y luego de comparecer en el juicio del gran trono blanco van a ser arrojados al lago de fuego, el lugar de tormento en fuego donde Satanás, el Anticristo, el falso profeta, los demonios y todos los incrédulos con cuerpos resucitados tendrán que sufrir por la eternidad. La palabra infierno también simboliza a este lago de fuego. Por ahora, en el lago de fuego no existe nadie, y en el Hades están todos los que han muerto sin haber obtenido su salvación. Los primeros ocupantes del lago de fuego serán el Anticristo y el falso profeta, y llegarán allá cuando el Señor Jesucristo venga por segunda vez. Mil años después de este evento llegarán al lago de fuego a hacerle compañía Satanás, sus demonios y todos los incrédulos resucitados. Resumiendo entonces, Hades es el lugar de tormento en fuego donde están en la actualidad las almas y espíritus de todos los que no aprovecharon su oportunidad de hallar salvación mientras estuvieron vivos en este mundo. La palabra infierno denota simplemente el tormento en fuego tanto en el Hades, en el lago de fuego, el lugar donde, con cuerpos resucitados, ya no solo en alma y espíritu, sufrirán pena de eterna condenación en fuego todos aquellos que jamás arreglaron su problema de pecado con Dios.
La siguiente consulta proviene de al menos un par de amigos oyentes que han expresado su inconformidad y hasta malestar con una respuesta nuestra, según la cual, si un genuino creyente se suicida no pierde su salvación.
Comienzo dando gracias a todos los que nos han hecho llegar su reclamo, inclusive airado, por la respuesta que di a una consulta en cuanto a si un genuino creyente que se suicida pierde o no su salvación. No me sorprende y tampoco me ofende que Usted no esté de acuerdo conmigo, amigo oyente. Mi responsabilidad no es proclamar las creencias de los bautistas o presbiterianos, o de cualquier otra denominación, como han pensado algunos, sino lo que dice Dios en su Palabra, la Biblia, al menos hasta donde yo puedo discernir con la ayuda del Espíritu Santo, porque estoy consciente que como humano que soy puedo equivocarme en alguna de mis conclusiones. En apoyo a mi afirmación, diría que los cuestionamientos que nos han llegado, siguen dos líneas de pensamiento. La primera: ¿puede un genuino creyente llegar a suicidarse? Los que no están de acuerdo en mi conclusión dicen que un genuino creyente jamás puede suicidarse. Al respecto, debo decir que el suicidio es un pecado, porque niega varias cosas con relación a Dios. Niega la soberanía de Dios, por cuanto Dios es el único que tiene soberanía sobre la vida del hombre. Él es quien da y quien quita la vida. Niega el poder de Dios, porque la persona que se suicida piensa que no hay ninguna solución posible a su situación y Dios dice que nada es imposible para Él. Niega las promesas de Dios, porque la persona que se suicida pone en tela de duda cantidad de promesas de Dios según las cuales Dios es capaz de sostenernos aún en las circunstancias más difíciles que podríamos imaginar. Niega los propósitos de Dios, porque la persona que se suicida piensa que Dios se ha equivocado al permitir que esté pasando por esa situación difícil, pero todo lo que tiene que soportar el creyente tiene su propósito. El suicidio niega todas estas cosas y por eso es pecado. Si admitimos que un genuino creyente no puede suicidarse, tendríamos entonces que admitir que un genuino creyente no puede pecar, algo contrario a la Biblia porque la Biblia, hablando de genuinos creyentes afirma en 1 Juan 1:8 que si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. La segunda línea de pensamiento de los que discrepan con mi conclusión tiene que ver con la seguridad de la salvación. ¿Puede un genuino creyente perder su salvación? Los amigos oyentes que han refutado mi conclusión, afirman que un genuino creyente puede perder su salvación. Según ellos, el pecado de suicidio hace perder la salvación. Ponen a Judas Iscariote como ejemplo. Judas Iscariote se suicidó y el Nuevo Testamento dice que se fue a su lugar, entendiéndose esto, en el sentido del castigo eterno en fuego. Al respecto debo decir que Judas Iscariote jamás fue creyente. Judas Iscariote fue un apóstata, alguien que externamente parecía un creyente pero interiormente no lo era. En algún momento se manifestó lo que realmente era y vendió al Señor Jesús por el precio de un esclavo. Más tarde sintió remordimiento por lo que había hecho, no arrepentimiento, y fue y se suicidó. Una vez muerto, recibió el castigo de su pecado. El caso de Judas Iscariote no es el de un creyente que pierde su salvación por suicidarse. El suicidio no es el pecado imperdonable como afirman algunos de los amigos oyentes que me han escrito. Judas Iscariote no recibió condenación por suicidarse, sino porque jamás puso su fe en Cristo Jesús como su Salvador. El pecado imperdonable es la incredulidad, no el suicidio. Lo que dice la Biblia es que el momento que una persona recibe por la fe al Señor Jesucristo como Salvador, es eternamente salva. En prueba de eso, yo cité Juan 10:28-30, pero hay muchísimos otros textos que lo corroboran. Romanos 8:38-39 dice: Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
Rom 8:39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Consecuente con mi convicción que un genuino creyente jamás puede perder su salvación, estoy obligado a concluir que un genuino creyente que se suicida no pierde su salvación. Esto por supuesto no es para alentar a los creyentes ni a nadie a que se suiciden, como piensa alguno de nuestros amigos oyentes, porque insisto, el suicidio es pecado y ofende a Dios, pero existe la posibilidad no deseada, que un genuino creyente, tal vez padeciendo problemas mentales, tome su vida en su propia mano. Que el Señor nos libre de algo así.
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