A través del correo electrónico se ha comunicado con nosotros un amigo oyente para hacernos la siguiente consulta: ¿Puede un creyente casarse con una mujer que siendo ya creyente se unió, sin casarse a un incrédulo, con quien tuvo un hijo, pero después se separó de ese incrédulo y se reconcilió con el Señor?
Gracias por su consulta amable oyente. La Biblia presenta básicamente tres requisitos que deben cumplir las personas que desean casarse siguiendo el patrón bíblico, por supuesto. El primero es muy sencillo, debe ser entre personas de distinto sexo. Tal vez a Usted le parezca que está por demás pensar en esto como un requisito, pero dadas las circunstancias actuales cuando se tiende a ver como algo normal los matrimonios entre personas del mismo sexo, es indispensable señalar que esa institución establecida por Dios llamada matrimonio, desde su mismo comienzo da por sentado que debe ser entre un hombre y una mujer. Dios no creó a Juan ni a Pedro ni a Luis para que sea ayuda idónea de Adán. Dios creó a Eva, una mujer, para que sea ayuda idónea para Adán. El matrimonio entre personas del mismo sexo es absolutamente contrario a la voluntad de Dios. Con esto no estoy atacando a los homosexuales o a las lesbianas. Lo que estoy atacando es al pecado que ellos están cometiendo. Dios ama a los homosexuales y a las lesbianas porque son pecadores como cualquier otro, y en su amor Dios les otorga la misma oportunidad de perdón como a cualquier pecador, pero Dios aborrece la homosexualidad, el lesbianismo, y en general toda desviación del uso del sexo establecido por Dios en su palabra. El segundo requisito que deben cumplir las personas que desean casarse es que los dos deben ser creyentes, los dos deben haber nacido de nuevo, espiritualmente, por medio de haber recibido al Señor Jesucristo como su único y salvador personal. Amós 3:3 dice: ¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?
Si no hay acuerdo en las convicciones espirituales entre los contrayentes no se deben casar. Esto se ratifica en textos como 2 Corintios 6:14 donde dice: No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?
Si uno de los contrayentes es creyente y el otro incrédulo y los dos se casan, están unidos en yugo desigual, algo que es contrario a la voluntad de Dios. Es como tratar de unir el agua con el aceite. El tercer requisito para las personas que desean casarse es que deben discernir la voluntad de Dios. Mírelo en mi caso, por ejemplo. Cuando yo era soltero y estaba por casarme, había cantidad de mujeres, creyentes, hermanas en la fe, con quienes pude haberme casado. Eso por supuesto no significa que todas estas hermanas en la fe estuvieran interesadas en casarse conmigo. Obviamente, no podía casarme con todas, porque eso tampoco es la voluntad de Dios. Dios creó una mujer para un hombre. El matrimonio al estilo de Dios es monogámico. Siendo este el caso, entonces yo tuve que discernir o buscar la voluntad de Dios para saber con cual de esas muchas hermanas en la fe, yo debía casarme. Cuando se busca hacer la voluntad de Dios con sinceridad, Dios mismo se encarga de mostrar cuál es su voluntad. En mi caso, eventualmente Dios me guió a unirme en matrimonio con quien ya llevo como treinta años de casado. El matrimonio no se fundamenta en la atracción sexual, tampoco en la conveniencia social, económica, laboral, o cosas por el estilo. El matrimonio ni siquiera se basa en el amor, porque el amor es algo que se aprende. El matrimonio se basa en un compromiso solemne ante Dios por el cual un hombre y una mujer se unen el uno al otro como esposos sabiendo que esa es la voluntad de Dios para los dos. Aparte de estos requisitos, la Biblia no presenta ningún otro requisito para que los creyentes se casen entre ellos. Es decir, amable oyente, que el hermano de quien habla su consulta, no tendría ningún problema en casarse con aquella hermana, por cuanto es mujer, es creyente y la voluntad de Dios es que se una en matrimonio con ella. Tal vez Usted cuestionará mi conclusión diciendo: Pero, ella, siendo creyente se unió a un hombre incrédulo y procreó un hijo con él. Bueno, efectivamente, ese es el caso. La hermana ciertamente cometió un grave pecado. La Biblia lo llama fornicación, palabra que significa el uso del sexo en una forma no establecida por Dios. Pero, hasta donde entiendo, esta hermana ha reconocido su pecado, seguramente lo ha confesado al Señor, ha abandonado el pecado, porque se ha separado de ese hombre incrédulo, y se ha reconciliado con el Señor. Siendo este el caso, se hace necesario tomar en cuenta lo que dice la Biblia en 1 Juan 1:9-10 en donde leemos lo siguiente: Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.
Según este texto, la hermana en cuestión ha sido perdonada de su pecado de fornicación y no sólo eso, sino que también ha sido limpiada de toda maldad. Por supuesto que todo pecado tiene su consecuencia, y en este caso existe un hijo de por medio. Es responsabilidad de esta hermana velar porque ese niño crezca en disciplina y amonestación del Señor. El hermano que pretende casarse con ella debe saber con precisión lo que hubo en el pasado de ella y si aún así el Señor muestra al hermano que la voluntad del Señor es que se case con ella, no hay ningún problema. Por estar en la voluntad del Señor los tres, él, ella y el hijo de ella, tienen todo el derecho para vivir felices bajo la guía y provisión del Señor.
Por medio del correo electrónico se ha comunicado con nosotros un amigo oyente para hacernos la siguiente consulta: ¿Aparece en la Biblia algún caso de demonios que hayan sido expulsados de una persona, invocando la sangre de Cristo? ¿Cuántas veces aparece en la Biblia la expresión: La sangre de Cristo?
Gracias por su consulta. Comencemos por la segunda parte. ¿Cuántas veces aparece en la Biblia la expresión: La sangre de Cristo? Con la ayuda de una computadora y un programa que maneje la Biblia, es relativamente sencillo hacer una búsqueda de la frase: La sangre de Cristo. Yo hice justamente esto y encontré que la expresión: La sangre de Cristo, aparece solamente cuatro veces, sólo en el Nuevo Testamento, en la versión Reina Valera 1960. La primera vez que ocurre es en 1 Corintios 10:16 donde dice: La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?
La sangre de Cristo es una frase vívida que se usa para referirse a la muerte sacrificial de Cristo y a la obra total de expiación. La segunda vez que ocurre la expresión la sangre de Cristo es en Efesios 2:13 donde dice: Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.
En este caso también, la expresión: La sangre de Cristo se refiere al sacrificio de Cristo, mediante la cual se hace posible que un gentil quien estaba lejos de Dios, llega a ser cercano a Dios, cuando ese gentil recibe a Cristo como Salvador. La tercera vez que ocurre la expresión la sangre de Cristo es en Hebreos 9:14 donde dice: ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?
Otra vez, aquí, la expresión: La sangre de Cristo se refiere a la muerte de Cristo en la cruz del Calvario, mediante la cual el pecador que recibe a Cristo como Salvador es limpiado en su conciencia de las obras muertas para que sirva al Dios vivo. La cuarta vez que aparece la expresión: La sangre de Cristo es en 1 Pedro 1:19. Para incluir el contexto, leamos desde el versículo 18. Dice: sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
Una vez más aquí, la expresión: La sangre de Cristo se refiere al sacrificio de Cristo en la cruz, mediante el cual un creyente es redimido o comprado para Dios. Aparte de estas cuatro veces, no aparece en la Biblia la expresión: La sangre de Cristo. Ahora vamos a la primera parte de su consulta. La respuesta se sustenta en lo que ya hemos señalado. La Biblia no contiene ni un solo caso en el cual se haya expulsado demonios invocando la expresión: La sangre de Cristo. Es un hecho verificable que demonios fueron expulsados de personas, pero la Biblia no registra ni un solo caso en el cual se haya invocado la sangre de Cristo para hacerlo. Lo que sí se ve en la Biblia es que demonios fueron expulsados en el nombre de Cristo, como por ejemplo en Lucas 9:49 donde dice: Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros.
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