Desde La Masica, Honduras, Centro América nos escribe una amiga oyente y nos dice lo siguiente: Que el Señor les bendiga grandemente. Quisiera felicitarles por su programa. Aquí en La Masica, Honduras es bastante escuchado y es de gran bendición para todos los hermanos. El motivo de mi carta es para preguntar si tienen algún material que hable sobre las coronas que el Señor ha prometido entregar en el Tribunal de Cristo. Yo necesito algo que trate específicamente con cómo serán entregadas y que tenemos que hacer para recibirlas.

Gracias por sus generosos comentarios sobre nuestro ministerio amable oyente. La honra y la gloria son para el Señor. Le felicito por el interés que tiene acerca del Tribunal de Cristo. Esto es algo que debería captar el interés de todo genuino creyente. Existen básicamente tres pasajes bíblicos que tratan acerca del tribunal de Cristo. El primero de ellos se encuentra en Romanos 14:10 donde dice: Pero tú,  ¿por qué juzgas a tu hermano?  O tú también,  ¿por qué menosprecias a tu hermano?  Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.

El contexto de este versículo tiene que ver con no juzgarnos los unos a los otros, porque el único que tiene la facultad de juzgar a los creyentes es el Señor Jesucristo y lo hará en lo que el apóstol Pablo ha llamado el tribunal de Cristo. El segundo pasaje bíblico se encuentra en 2 Corintios 5:10. La Biblia dice: Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo,  para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo,  sea bueno o sea malo.

El contexto de este versículo tiene que ver con la responsabilidad de cada creyente de vivir una vida agradable al Señor, por cuanto todo lo que el creyente hace va a ser evaluado por el Señor Jesucristo en el tribunal de Cristo. La entrega de recompensas para los creyentes conforme a sus obras mientras estaban en vida en este mundo es ampliamente expuesta por Pablo en el tercer pasaje bíblico acerca del tribunal de Cristo. Note lo que dice 1 Corintios 3:10-15. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada,  yo como perito arquitecto puse el fundamento,  y otro edifica encima;  pero cada uno mire cómo sobreedifica.  Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto,  el cual es Jesucristo.  Y si sobre este fundamento alguno edificare oro,  plata,  piedras preciosas,  madera,  heno,  hojarasca,  la obra de cada uno se hará manifiesta;  porque el día la declarará,  pues por el fuego será revelada;  y la obra de cada uno cuál sea,  el fuego la probará.  Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó,  recibirá recompensa.  Si la obra de alguno se quemare,  él sufrirá pérdida,  si bien él mismo será salvo,  aunque así como por fuego.

Parece ser que el enfoque principal de este pasaje bíblico está sobre los que sirven al Señor en su obra, pero dado que todo genuino creyente debería estar sirviendo al Señor desde su propia trinchera, cualquiera que sea, bien podemos aplicar este pasaje bíblico a todos los creyentes en general. Lo que en esencia está diciendo este pasaje bíblico es que las obras de cada creyente pueden ser comparadas a dos grupos de materiales. El primer grupo está formado por oro, plata, piedras preciosas. Esto simboliza las obras realizadas por el creyente mientras está en vida en este mundo, para agradar al Señor, es decir, todo lo que hacemos para glorificar o exaltar el nombre del Señor Jesucristo. El segundo grupo está formado por madera, heno y hojarasca. Esto simboliza las obras realizadas por el creyente mientras está vivo en este mundo, para agradarse a sí mismo o para agradar a los hombres. El apóstol Pablo dice que la obra de cada creyente se va a hacer manifiesta algún día. Será el día cuando se aclaren todas las cosas. En ese día el Señor probará todas las obras mediante el fuego ardiente de su omnisciencia. El fuego ardiente de la omnisciencia del Señor reducirá a cenizas las obras simbolizadas por la madera, el heno, la hojarasca. Todo lo que el creyente haya hecho para su propia gloria o para agradar a los hombres. Por este motivo, el creyente perderá la oportunidad de recibir recompensas, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego. Por contraste el fuego ardiente de la omnisciencia de Dios no quemará las obras simbolizadas por el oro, la plata, las piedras preciosas. Todo lo que el creyente haya hecho para la gloria del Señor. A cambio, el creyente recibirá recompensa. Así que, amable oyente, el tribunal de Cristo es un día todavía futuro, una vez que la iglesia haya sido arrebatada por el Señor Jesucristo, cuando la iglesia ya esté en el cielo, cuando el Señor Jesucristo evaluará las obras que hemos hecho los creyentes mientras estábamos con vida en este mundo. Por las obras hechas para la gloria del Señor, los creyentes seremos recompensados. La recompensa no es la salvación, porque recuerde que todos los creyentes ya estaremos en el cielo. La gran pregunta sería: ¿Qué son estas recompensas? Pues, en el Nuevo Testamento aparecen con el nombre de coronas. La palabra que se ha traducido como “corona” describe una guirnalda entretejida de ramas y hojas, por lo común de olivo o laurel, la cual es colocada sobre los ganadores en una competencia atlética. El Nuevo Testamento presenta al menos cinco coronas. Primero, la corona incorruptible. De esta corona nos habla 1 Corintios 9:25 donde dice: Todo aquel que lucha,  de todo se abstiene;  ellos,  a la verdad,  para recibir una corona corruptible,  pero nosotros,  una incorruptible.

Esta corona será para los creyentes que renunciando a sus legítimos derechos, viven la vida cristiana, dispuestos a sufrir y soportar cualquier contratiempo con tal de alcanzar la meta de ser semejantes al Señor Jesucristo. Segundo, la corona de gozo. Sobre esta corona nos habla 1 Tesalonicenses 2:19-20. La Biblia dice: Porque  ¿cuál es nuestra esperanza,  o gozo,  o corona de que me gloríe?  ¿No lo sois vosotros,  delante de nuestro Señor Jesucristo,  en su venida?  Vosotros sois nuestra gloria y gozo.

Esta corona está reservada para los ganadores de almas. Será para todos aquellos que presenten delante del Señor, las personas que lograron guiar al Salvador mediante la predicación del Evangelio. No será sólo para aquellos que ayudan a personas a dar el paso de fe por el cual reciben a Cristo como Salvador, por medio de confesar con sus bocas que Jesús es el Señor y creer en su corazón que Dios le levantó de los muertos, sino también para los que sembrando la Palabra fueron instrumentos del Espíritu Santo, preparando a las personas para que eventualmente lleguen a tomar la más importante de las decisiones. Tercero, la corona de justicia. Sobre esto nos habla 2 Timoteo 4:8. La Biblia dice: Por lo demás,  me está guardada la corona de justicia,  la cual me dará el Señor,  juez justo,  en aquel día;  y no sólo a mí,  sino también a todos los que aman su venida.

Esta corona será el premio o la recompensa para los que aman la venida del Señor. Es para los creyentes que despreciando lo mucho que este mundo ofrece para que se sientan satisfechos, anhelan algo mejor, la justicia de Dios, lo cual será una realidad cuando venga por segunda vez el Señor Jesucristo. Amar la venida del Señor Jesucristo no es lo mismo que desear la venida del Señor Jesucristo. Amar la venida del Señor Jesucristo tiene que ver con una vida de sacrificio por el Señor y sobre todo, una vida tal como si el Señor Jesucristo estuviera por venir el siguiente instante. Esto es amar la venida del Señor. Note lo que dice 1 Juan 3:2-3 Amados,  ahora somos hijos de Dios,  y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser;  pero sabemos que cuando él se manifieste,  seremos semejantes a él,  porque le veremos tal como él es.  Y todo aquel que tiene esta esperanza en él,  se purifica a sí mismo,  así como él es puro.

Muy bien, la cuarta, es la corona de gloria. De ella nos habla 1 Pedro 5:1-4. La Biblia dice: Ruego a los ancianos que están entre vosotros,  yo anciano también con ellos,  y testigo de los padecimientos de Cristo,  que soy también participante de la gloria que será revelada.  Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros,  cuidando de ella,  no por fuerza,  sino voluntariamente;  no por ganancia deshonesta,  sino con ánimo pronto;  no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado,  sino siendo ejemplos de la grey.  Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores,  vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.

Esta corona será para los creyentes que siendo ancianos, obispos o pastores, cuidan con sano propósito la grey de Dios. El Señor Jesucristo, quien es el Príncipe de los pastores, premiará con la corona de gloria todo esfuerzo de discipulado y buen cuidado de los que son suyos. La quinta y última corona es la corona de vida. Hay dos pasajes que nos hablan acerca de esta corona. Uno es Santiago 1:12 y el otro es Apocalipsis 2:10. Tomemos el primero para ver lo que dice. Bienaventurado el varón que soporta la tentación;  porque cuando haya resistido la prueba,  recibirá la corona de vida,  que Dios ha prometido a los que le aman.

Esta corona está reservada para todos los creyentes que soporten de manera digna, las pruebas y tentaciones por causa de la fe en la persona de nuestro Señor Jesucristo. Estas son las coronas que el Señor Jesucristo entregará a los creyentes en el cielo, una vez que examine las obras de los creyentes en el tribunal de Cristo. La vida cristiana consiste en hacer todo para la gloria del Señor Jesucristo y esto tiene jugosas recompensas en el cielo. No olvide que el tribunal de Cristo no es para los incrédulos sino para los creyentes. El tribunal de Cristo tendrá lugar en el cielo, una vez que los creyentes hayamos sido arrebatados. El tribunal de Cristo no es para saber quien se salva o quien se condena. El tribunal de Cristo es para repartir recompensas a los creyentes que mientras estuvieron en vida hicieron cosas para la gloria del Señor.

 

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