Desde Santiago de Chile, se ha comunicado con nosotros una amiga oyente para hacernos la siguiente consulta. ¿Pasó el Señor Jesús por el Infierno o Seol?

Gracias por su consulta amable oyente. Antes de nada es necesario reconocer que Infierno y Seol no son palabras sinónimas. La palabra infierno aparece exclusivamente en el Nuevo Testamento y es la traducción de la palabra griega “geenna” que es el equivalente griego de la palabra en idioma hebreo para el valle de Hinom, un lugar donde se arrojaba y se incineraba la basura de la ciudad de Jerusalén. Este lugar era fétido, sombrío y con permanentes hogueras humeantes, y por eso hacía un cuadro perfecto de aquel lugar de tormento eterno donde el fuego nunca se apaga. El infierno por tanto es el lugar donde van a parar las personas que voluntariamente rechazaron su oportunidad de recibir perdón de pecados por medio de recibir al Señor Jesucristo como su personal Salvador. El Señor Jesucristo alertó apasionadamente a sus oyentes acerca de lo terrible del ir a parar en el infierno. Note lo que dijo según Marcos 9:43-48. Si tu mano te fuere ocasión de caer,  córtala;  mejor te es entrar en la vida manco,  que teniendo dos manos ir al infierno,  al fuego que no puede ser apagado,  donde el gusano de ellos no muere,  y el fuego nunca se apaga.  Y si tu pie te fuere ocasión de caer,  córtalo;  mejor te es entrar a la vida cojo,  que teniendo dos pies ser echado en el infierno,  al fuego que no puede ser apagado,  donde el gusano de ellos no muere,  y el fuego nunca se apaga.  Y si tu ojo te fuere ocasión de caer,  sácalo;  mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo,  que teniendo dos ojos ser echado al infierno,  donde el gusano de ellos no muere,  y el fuego nunca se apaga.

El infierno es sinónimo del lago de fuego, y el Nuevo Testamento enseña que una vez que resuciten todos los incrédulos de todas las épocas de la humanidad, se van a presentar a un juicio ante el gran trono blanco, y allí oirán una fatídica sentencia. Observe lo que dice Apocalipsis 20:11-14 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él,  de delante del cual huyeron la tierra y el cielo,  y ningún lugar se encontró para ellos.  Y vi a los muertos,  grandes y pequeños,  de pie ante Dios;  y los libros fueron abiertos,  y otro libro fue abierto,  el cual es el libro de la vida;  y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros,  según sus obras.  Y el mar entregó los muertos que había en él;  y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos;  y fueron juzgados cada uno según sus obras.  Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego.  Esta es la muerte segunda.

El infierno o el lago de fuego es la morada de todos los incrédulos quienes con cuerpos resucitados sufrirán eterna condenación en fuego. Ahora hablemos sobre el Seol. Por contraste con la palabra anterior, esta palabra aparece exclusivamente en el Antiguo Testamento. Es una palabra hebrea. Básicamente denota el mundo de los muertos. A veces se usa para hablar del sepulcro, a veces se usa para hablar de la muerte, a veces se usa para hablar de un pozo o cisterna. Depende del contexto. El Seol del idioma hebreo halla su equivalente en el Hades en el idioma griego. De la historia relatada por el Señor Jesucristo, acerca del rico y Lázaro, se desprende que el Hades tenía dos divisiones separadas por una gran sima de modo que no se podía pasar de una a otra división. Una de estas divisiones se llamaba el seno de Abraham y era un lugar de bendición reservado para los que habían muerto habiendo arreglado su problema de pecado con Dios. La otra división, se llamaba simplemente Hades y era un lugar de tormento, en el cual están los que murieron sin jamás haber arreglado su problema de pecado. Están allí sufriendo tormento en fuego. Según lo que leímos anteriormente, algún día todavía futuro, el Hades entregará los muertos, esto es que resucitarán, para presentarse ante el juicio del gran trono blanco, luego del cual serán arrojados al tormento eterno en fuego en el infierno o el lago de fuego. Todo esto para dejar en claro que infierno y Seol no son palabras sinónimas. Habiendo dicho esto, muchos creyentes dan por sentado que entre su muerte y resurrección, el Señor Jesús fue al infierno, pero esto no aparece de una manera clara en ninguna parte de la Biblia. Este concepto parte de un credo atribuido a los apóstoles y conocido como: Credo de los apóstoles, el cual afirma lo siguiente: Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra; y en Jesucristo, su único Hijo, Señor nuestro; que fue concebido del Espíritu Santo, nació de la virgen María, padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió al cielo, y está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso; y desde allí vendrá al fin del mundo a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Universal, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección del cuerpo y la vida perdurable. Amén. Este credo dice muchas cosas buenas y comprobables bíblicamente, pero no es la palabra inspirada de Dios. Se piensa que fueron los apóstoles quienes lo plantearon, pero no se lo puede comprobar. Parece ser que quien o quienes formularon el credo apostólico interpretaron al menos un par de escrituras en el sentido que el Señor Jesucristo fue al infierno entre su muerte y resurrección. La primera escritura se encuentra en Efesios 4:9-10 donde dice: Y eso de que subió,  ¿qué es,  sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra?  El que descendió,  es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo.

Note que este texto no habla del infierno, sino de las partes más bajas de la tierra. Tampoco habla de algo que el Señor Jesucristo hubiera hecho entre su muerte y resurrección sino algo que hizo sin especificar cuándo lo hizo. Perfectamente puede ser que el texto esté hablando de la humillación máxima del Hijo de Dios cuando se hizo hombre, y en esas condiciones se humilló a lo sumo, inclusive muriendo y permaneciendo en un sepulcro, las partes más bajas de la tierra, por tres días y tres noches. Pero después de ser humillado tan grandemente, el Señor Jesús fue exaltado a lo sumo y en esas condiciones triunfó sobre Satanás y compartió despojos con los que son suyos. Las partes más bajas de la tierra no necesariamente significa el infierno. El otro pasaje bíblico es 1 Pedro 3:18-20. Permítame leer este texto. La Biblia dice: Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados,  el justo por los injustos,  para llevarnos a Dios,  siendo a la verdad muerto en la carne,  pero vivificado en espíritu;  en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados,  los que en otro tiempo desobedecieron,  cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé,  mientras se preparaba el arca,  en la cual pocas personas,  es decir,  ocho,  fueron salvadas por agua.

Pedro deseaba animar a sus lectores que estaban sufriendo por su fe. Lo hace mostrando que también el Señor Jesucristo sufrió injustamente por hacer la voluntad de Dios. Pero esto sirvió para que los que creemos en él podamos ser llevados a Dios. Jesucristo fue muerto en la carne pero vivificado en espíritu. Esto no se refiere al Espíritu Santo, sino a la verdadera vida interna del Señor Jesús, o a su propio espíritu. En contraste con su carne o su humanidad, que estaba en el sepulcro por tres días, su espíritu, o su deidad estaba llena de vida. Fue su espíritu vivificado, quien entre la muerte y la resurrección, fue a predicar o anunciar a los espíritus encarcelados que había triunfado sobre ellos. Los espíritus encarcelados es una referencia a los ángeles caídos o demonios que fueron puestos en prisión perpetua a causa de su extrema peligrosidad e impiedad en los días de Noé. De estos espíritus o demonios encarcelados habla 2 Pedro 2:4 donde dice: Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron,  sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad,  para ser reservados al juicio;

Cuando este texto habla de infierno, no está usando la palabra griega “geenna” que en otras partes se traduce correctamente como infierno, sino que usa la palabra “tartaros” que significa abismo, por eso el texto habla de prisiones de oscuridad. De modo que amable oyente, en este pasaje tampoco se habla de infierno de una manera clara y enfática. Por estas consideraciones es demasiado riesgoso afirmar que el Señor Jesucristo pasó por el infierno entre su muerte y su resurrección. Al menos hasta donde yo entiendo lo que leo en la palabra de Dios, no me queda claro que el Señor Jesús hubiera pasado por el infierno entre su muerte y su resurrección. Lo que si me queda claro es que el Señor Jesús descendió a las partes más profundas de la tierra, hablando de su humillación suma, y cuando murió, en su espíritu vivificado fue y proclamó su victoria a los espíritus o demonios que fueron encarcelados en los días de Noé en el abismo o en prisiones de oscuridad. En todo caso, no se puede ser dogmático en situaciones como esta porque al menos el pasaje bíblico en 1 Pedro 3:18-20 es uno de los de más difícil interpretación en la Biblia.

 

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