A través del correo electrónico se ha comunicado con nosotros un amigo oyente y luego de saludarnos dice lo siguiente: Soy líder de jóvenes en la iglesia y hace poco me hicieron una pregunta que no supe responder. La pregunta fue: ¿Prohíbe la Biblia el matrimonio entre primos? Parece que lo que la Biblia prohíbe es el matrimonio entre hermanos y con tíos. ¿Por qué Isaac y Jacob se casaron con sus primas?
Gracias por su consulta amable oyente. Cuando Dios creó al hombre y a la mujer y los puso en el huerto de Edén les dio, entre otras cosas el mandamiento de multiplicarse. Note lo que dice: Génesis 1:28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
Esto implica que los hijos de Adán y Eva deben haberse casado entre ellos y más tarde el abanico de opciones debe haberse abierto para que ocurran matrimonios entre primos y sobrinos. La descendencia de estas uniones no corría ningún riesgo de problemas genéticos. La composición genética de los progenitores no tenía ninguna falencia en los albores de la humanidad. Todas estas uniones fueron aprobadas por Dios. Pero muchos siglos después, tal vez miles de años, Dios determinó regular el tema del parentesco en los matrimonios. Para entonces, la composición genética del ser humano debe haberse deteriorado notablemente. El mandato aparece en Levítico 18:6. La Biblia dice: Ningún varón se llegue a parienta próxima alguna, para descubrir su desnudez. Yo Jehová.
Según este texto, Dios está prohibiendo las uniones entre parientes cercanos. ¿Cuán cercanos? Es la pregunta. Lo que sigue del pasaje muestra lo que Dios tenía en mente cuando habló de parientes cercanos. Note. Levítico 18:7-18 dice: La desnudez de tu padre, o la desnudez de tu madre, no descubrirás; tu madre es, no descubrirás su desnudez. La desnudez de la mujer de tu padre no descubrirás; es la desnudez de tu padre. La desnudez de tu hermana, hija de tu padre o hija de tu madre, nacida en casa o nacida fuera, su desnudez no descubrirás. La desnudez de la hija de tu hijo, o de la hija de tu hija, su desnudez no descubrirás, porque es la desnudez tuya. La desnudez de la hija de la mujer de tu padre, engendrada de tu padre, tu hermana es; su desnudez no descubrirás. La desnudez de la hermana de tu padre no descubrirás; es parienta de tu padre. La desnudez de la hermana de tu madre no descubrirás, porque parienta de tu madre es. La desnudez del hermano de tu padre no descubrirás; no llegarás a su mujer; es mujer del hermano de tu padre. La desnudez de tu nuera no descubrirás; mujer es de tu hijo, no descubrirás su desnudez. La desnudez de la mujer de tu hermano no descubrirás; es la desnudez de tu hermano. La desnudez de la mujer y de su hija no descubrirás; no tomarás la hija de su hijo, ni la hija de su hija, para descubrir su desnudez; son parientas, es maldad. No tomarás mujer juntamente con su hermana, para hacerla su rival, descubriendo su desnudez delante de ella en su vida.
Note como Dios prohíbe uniones con los padres, entre hermanos, con los hijos e hijas, con los tíos, con las tías, con nietos, con los yernos, con las nueras, con los cuñados y con las cuñadas. Ciertamente que no se menciona expresamente a los primos y a las primas, pero se puede asumir que están dentro de las prohibiciones y no constan expresamente porque no existe la palabra para “primo” o “prima” en el Antiguo Testamento. Dios debe tener buenas razones para prohibir estas uniones. Dios jamás hace algo para causarnos daño. Es conocido el riesgo para la descendencia de las uniones entre primos. Ponga atención a lo que afirma el Dr. Yunis experto en genética. Dice así: «en un par de primos 1 de cada 12 de sus genes son iguales, mientras que en dos personas que no tienen nexo sanguíneo 1 de cada 3 mil genes son idénticos, por tanto, la procreación entre este tipo de parientes implica riesgo».
«Por ejemplo, si soy portador de un gen malo voy a encontrar uno igual más fácilmente entre miembros de mi misma familia que en las personas que no tienen nexo sanguíneo conmigo -afirma el Dr. Yunis-. Por esta razón, en una familia endogámica, es decir un matrimonio entre personas de ascendencia común, existe la posibilidad de que se presente una forma de retraso mental, sordera, ceguera u otra de carácter genético.»
Casos como los anteriores han ocurrido a lo largo de la historia en comunidades como la nobleza europea, que buscaban a través del matrimonio entre parientes conservar los privilegios o intercambios económicos, sociales, políticos y religiosos.
Para evitar riesgos como los señalados por este científico, es aconsejable asumir que las prohibiciones de matrimonios entre parientes cercanos, incluye también a los matrimonios entre primos. Rebeca, la esposa de Isaac, fue prima de Isaac, hija de Nacor, hermano de Abraham, padre de Isaac. El caso de Jacob es un poquito diferente, el parentesco era más distante. Raquel, una de las esposas de Jacob, fue hija de Labán, quien a su vez fue nieto de Nacor, hermano de Abraham. En cuanto a por qué Isaac se casó con su prima, es necesario reconocer que este matrimonio ocurrió antes que entre en vigor la prohibición de Levítico capítulo 18, cuando este tipo de uniones todavía estaban aprobadas por Dios.
La segunda consulta para el programa de hoy dice lo siguiente: ¿Cuál es el significado del texto Bíblico que se encuentra en 1 Corintios 7:14, donde dice que la mujer incrédula es bendecida en el varón y el varón incrédulo es bendecido en la mujer?.
Vamos a dar lectura al texto que se encuentra en 1Corintios 7:12-14. La Biblia dice: «Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consciente en vivir con él, no la abandone. Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consciente en vivir con ella, no lo abandone. Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos».
Pablo está tratando un caso en el cual uno de los cónyuges había llegado a ser creyente, pero el otro todavía no. Algunos creyentes estaban pensando que la mejor solución en este caso sería el divorcio o al menos la separación. Pero Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, y con la autoridad de un apóstol determina la conducta a seguir en esta situación. Dice que si una esposa incrédula está de acuerdo en vivir con un esposo creyente, la obligación del esposo creyente es no abandonar a su esposa incrédula. Igual en la situación inversa. Si un esposo incrédulo está de acuerdo en vivir con una esposa creyente, la obligación de la esposa creyente es no abandonar a su esposo incrédulo.
Luego, el apóstol Pablo da la razón para este mandato. El “porque” con el cual comienza el versículo 14 introduce la razón para lo que Pablo acaba de decir. Se trata básicamente de que un cónyuge creyente no debe separarse del cónyuge incrédulo, porque el cónyuge incrédulo es santificado en el cónyuge creyente. Note que el texto habla de santificar y no de bendecir. El verbo santificar, de donde proviene la palabra santificado, significa primordialmente separar. En este caso, la presencia de un cónyuge creyente en un hogar, separa, en cierto modo, a ese hogar del mundo, y le provee de una influencia cristiana, que en la voluntad de Dios puede inclusive conducir a que el cónyuge incrédulo se convierta al Señor en algún momento. Esto no se daría jamás si el cónyuge creyente se separara, por eso justamente Pablo ordena a la parte creyente que no se separe, siempre y cuando la parte incrédula esté de acuerdo en vivir junto a la parte creyente por supuesto.
Es decir que cuando la Biblia habla de que el cónyuge incrédulo es santificado en el cónyuge creyente, no está dando a entender que el cónyuge incrédulo se salva automáticamente debido a su relación con el cónyuge creyente. La salvación es asunto entre Dios y la persona. Si la persona no quiere ser salva, jamás lo será, aun cuando esté unida en matrimonio a un cónyuge creyente. Además, Pablo prosigue diciendo, que un cónyuge creyente no debe separarse del cónyuge incrédulo, por el beneficio que el cónyuge creyente trae a los hijos de la pareja. La parte creyente pensaba que debía separarse de la parte incrédula para que de esa manera los hijos de la pareja no sean inmundos, pero Pablo dice que lo opuesto es lo correcto. Es decir que la presencia de la parte creyente en la pareja hace santos a los hijos de la pareja, pero si la parte creyente se aleja los hijos de la pareja serían inmundos.
Nuevamente aquí, cuando Pablo dice que los hijos de la pareja son santos, no está diciendo que son salvos, sino que están santificados en el cónyuge creyente, es decir, puestos aparte del mundo para recibir la influencia benéfica del creyente, lo cual eventualmente podría conducir a la salvación a los hijos de la pareja. Esto es en esencia el significado de este interesante pasaje bíblico.
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