A través de Internet se ha comunicado con nosotros un amigo oyente para consultarnos acerca del origen del alma, quiere saber si Dios crea el alma de cada persona o el alma se transmite de padres a hijos en la procreación.
El alma amigo oyente, juntamente con el espíritu, constituyen la parte inmaterial de una persona. En el libro de Génesis, la Biblia habla sobre el origen de esa parte en el primer hombre. Se nos revela que el hombre llegó a ser alma viviente mediante el soplo divino. El problema que tenemos ahora es el relativo a la generación o perpetuación de la vida humana. En cuanto a esto, básicamente existen tres teorías. Permítame citarlas usando como guía el material que acerca de este tema provee la Teología Sistemática de Lewis Sperry Chafer. La primera se la conoce como la teoría de la preexistencia. Los abogados de esta hipótesis afirman, sobre bases racionales y muy aparte de la autoridad bíblica, que cualquiera que haya sido el origen del cual se derivó al principio la parte inmaterial del hombre, si fue creado o si existió eternamente, está sujeta a la reencarnación o transmigración de un cuerpo a otro, incluyendo los cuerpos de las formas inferiores de vida. Esta teoría, aunque la han trazado con diversas modificaciones algunos hombres que pudieran servirse de la verdad bíblica, le debe su origen completamente a la filosofía pagana. Es uno de los postulados del Hinduismo y modernamente está representada por la teosofía. En esencia, según el Dr. William G. T. Shedd, la teoría de la preexistencia enseña que todas las almas fueron creadas al principio de la creación, no sólo las de este mundo, sino las de todos los mundos. Todos los espíritus finitos fueron creados simultáneamente antes de la creación de la materia. El universo intelectual precede al universo que se puede percibir con los sentidos. Las almas de los hombres, en consecuencia, existieron antes de la creación de Adán. La vida preexistente fue antes de Adán. Esta teoría propone también que los hombres fueron seres angélicos al principio. Por causa de su apostasía en la esfera angelical fueron transferidos, como consecuencia de su pecado, a cuerpos materiales en la esfera terrenal. Esta teoría adolece de tres fallas. Número uno, no toma en cuenta las Escrituras. Número dos, aunque se reconoce el hecho del pecado, sin embargo se desacredita la doctrina del pecado original. Número tres, esta teoría no descansa sobre ninguna prueba. A la segunda teoría se la conoce como la teoría de la creación. Esta teoría enseña que Dios crea directa e inmediatamente un alma y un espíritu para cada cuerpo en el momento en que nace y que lo único que engendran los padres humanos es el cuerpo. Uno de los principales proponentes de esta teoría es el Dr. Hodge, quien dice lo siguiente: La doctrina común de la iglesia, y especialmente de los teólogos reformados, ha sido siempre la de que el alma del niño no la engendran los padres, ni se deriva de ellos, sino que es creada de manera inmediata por Dios. A la tercera teoría se la conoce como la teoría del generacionismo. Esta teoría afirma que tanto la parte inmaterial del hombre, como la material se propagan mediante la generación humana. Estas son las tres teorías en cuanto al origen del alma, amable oyente. La primera teoría debe ser desechada por las consideraciones que ya mencioné, pero las otras dos son dignas de consideración, porque ambas esgrimen argumentos bíblicos y ambas tienen como defensores a fieles hermanos en la fe. La cuestión no está determinada en forma definitiva. Cuando los hombres de buenas intenciones difieren tan ampliamente se debe generalmente a la falta de un testimonio contundente en las Escrituras. Debe observarse que en la historia de la iglesia, la teoría de la creación, es decir aquella que afirma que Dios crea el alma y el espíritu para cada persona que nace, fue ampliamente aceptada en el Este, en tanto que la teoría del generacionismo, es decir aquella que afirma que tanto la parte inmaterial del hombre como la inmaterial se propagan mediante la generación humana, fue ampliamente aceptada en el Oeste. El asunto ha dependido siempre de la opinión personal; no ha habido orden ni separación sobre base teológica. Este asunto, sin embargo, envuelve grandes temas. Allí está incluida la humanidad de Cristo y toda la verdad con respecto a la transmisión del pecado original, y con respecto a los rasgos hereditarios. En todo caso es difícil entender que esa naturaleza pecaminosa que se les atribuye a todos los hombres, y que procede del pecado de Adán, pueda existir si Dios crea cada alma y cada espíritu, de la nada, en el momento de nacer. En cambio, si como arguye la teoría del generacionismo, la parte inmaterial del hombre se transmite de padres a hijos, y que el padre procrea según su especie, la comunicación de la naturaleza que tuvo Adán no es sólo una consecuencia razonable, sino también inevitable. Cuando se intenta explicar la naturaleza universal del pecado, los partidarios de la teoría de la creación presentan extrañas especulaciones. La Biblia enseña que los padres engendran hijos, y no sólo cuerpos humanos. También es claro que las características mentales y temperamentales se heredan en la misma forma que la semejanza física. Probablemente no hay ningún pasaje bíblico tan revelador al respecto como aquel que se encuentra en Hebreos 7:9-10 donde dice: Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos; porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro.
En este pasaje se declara que Leví pagó diezmos, acto que no pudiera atribuirse al solo germen o a un cuerpo humano sin vida, cuando estaba en los lomos de su bisabuelo Abraham. La teoría del generacionismo reconoce que Dios realiza un acto creador cuando regenera a los hombres, y que todavía Él ha de crear nuevos cielos y nueva tierra; pero que también es cierto que el orden de sucesión en la creación, en el cual el hombre llegó a ser un ser existente, cesó con la creación del primer hombre y con la consumación del sexto día. Debe reconocerse también que, si el hombre no es íntegramente procreado, cuerpo, alma y espíritu, él sería la única excepción entre todas las formas de vida creadas. Habría una sorprendente falta de real parentesco entre aquellos que, por ventura, son creados individualmente de la nada, en el momento de nacer, y todos los demás animales. Bajo estas condiciones, la relación humana tiene que depender solamente de la procreación de un cuerpo sin vida. Así que la doctrina del Pariente que redime también entra en este asunto. Si la parte inmaterial de Cristo que fue humana, fue una creación de Dios en forma directa y completamente desconectada del género humano procedente de Adán, entonces, la base para que él pudiera servir como Pariente redentor desaparece casi hasta desvanecerse. La conclusión es que, aunque este tema está oculto en el misterio, como lo está el hecho de la vida de cualquier clase, la preponderancia de la evidencia sostiene la teoría del generacionismo. Hasta aquí, un breve resumen de lo que sobre el tema del origen del alma nos provee la Teología Sistemática de L. S. Chafer. De modo que, no todo esta dicho en cuanto a este fascinante tema, no todas las dudas están aclaradas y lo más probable es que mientras estemos a este lado del cielo, no vamos a poder tener un conocimiento total y absoluto acerca de esto. En cuanto a mí, sin jactarme de que tengo todo claro, tengo la tendencia a alinearme más con la teoría del generacionismo, es decir ese sistema de fe que afirma que tanto la parte inmaterial del hombre como la material se propagan mediante la generación humana. Si usted amable oyente, se inclina más por la teoría de la creación, es decir que cree que Dios crea directa e inmediatamente un alma y un espíritu para cada cuerpo en el momento en que nace, y que lo único que engendran los padres humanos es el cuerpo, está bien, hay muchos buenos y fieles hermanos que creen lo mismo. Esto es un asunto secundario, que de ninguna manera debe ser motivo para discusiones, discordias y divisiones.
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