Bueno, la Biblia es clara al afirmar que la salvación, o lo que es lo mismo, que el nombre de una persona sea inscrito en el libro de la vida, es un regalo de Dios.

Note lo que dice Romanos 3:24. «Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”. Ser justificado significa ser declarado justo. Esto hace posible que una persona sea salva, o que su nombre es inscrito en el libro de la vida. Ser justificado es gratuito para el hombre. Quien hace posible que la justificación sea gratuita para el hombre, es Cristo Jesús. Él con su muerte efectuó el pago completo para comprar o redimir al pecador.

Este regalo, se recibe por la sola fe, aparte totalmente de las obras. Observe lo que dice Efesios 2:8-9 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” Nuevamente aquí, se ve claro que la salvación es un regalo gratuito, por gracia sois salvos. Este regalo gratuito se recibe por la fe.

Tanto la gracia como la fe son un don de Dios. La fe, es la total y absoluta confianza en todo lo que dice la palabra de Dios acerca de la situación espiritual del pecador, el peligro en el que se encuentra y la provisión que ha hecho Dios en Cristo, para que el pecador pueda ser salvo. Las obras no tienen absolutamente ningún valor para que alguien obtenga la salvación. O para que alguien tenga su nombre inscrito en el libro de la vida.

Las buenas obras del pecador, son consideradas por Dios como trapo de inmundicia. Isaías 64:6 dice: “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento”

Es imposible adquirir la salvación por medio de las buenas obras. ¿Hacia dónde apunta todo esto? Pues hacia el hecho que la salvación no es el resultado de hacer cosas, como leer la Biblia, evangelizar, ser bueno y tantas otras cosas más. Todas estas acciones son buenas obras, pero la salvación jamás ha sido, ni es, ni será el resultado de hacer buenas obras.

Pero cuando un pecador deposita su fe en Cristo y en lo que ha hecho por él y recibe a Cristo como Salvador personal, inmediatamente es salvo. Su nombre es inscrito en el libro de la vida. Este pecador deja de ser un pecador condenado y pasa a ser un pecador redimido.

De este tipo de persona nos hablan textos como 2 Corintios 5:17 donde dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. El pecador que confía en Cristo y lo recibe como su personal Salvador, nace de nuevo. Es una nueva criatura, una criatura con una nueva mente para conocer a Dios, con un nuevo corazón para amar a Dios y con una nueva voluntad para obedecer a Dios.

Esta nueva criatura manifestará algunas evidencias externas, tales como un deseo por no andar más en tinieblas. 1 Juan 1:6 dice: “Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad.” El creyente es salvo por la fe para buenas obras.