Job 34:3 Porque el oído prueba las palabras,
Como el paladar gusta lo que uno come.

No sé si te molesta, como a muchos, el chillido que produce la tiza en un pizarrón o las uñas sobre la mesa de fórmica; este sonido estridente llega a tus oídos pero hace sufrir a todo tu cuerpo. El oído tiene la capacidad de degustar, si cabe el término, los diferentes sonidos. A mí me gusta mucho la música pero hay cierto tipo que definitivamente no lo tolero, algunos sonidos son suaves y agradables y otros no se pueden soportar. Pero una persona con el oído atrofiado puede que no tenga la capacidad de distinguir los sonidos, y esto también ocurre en lo espiritual, llega un punto en tu relación con Dios que no soportas oír palabras que el mundo te dice.

La verdad es que así como nuestro paladar disfruta de ciertos sabores tu oído también admite o no ciertos comentarios, chistes o temas de conversación con las demás personas. Es interesante que muchos de nosotros nos acostumbramos a oír lo que el mundo habla y lo aceptamos, pero en realidad debemos aprender a discernir lo que nuestros oídos perciben. Puedes embotarte y comenzar a escuchar cosas que no te edifican y con el tiempo te alejan de Dios al punto que ya no le escuchas y no diferencias la verdad de la mentira, no puedes identificar cuál es su dirección. Comienza este día hablando con Él, quizás con un café de por medio.

¿Te cuesta escuchar lo que Dios te dice?
¿Te molesta lo que el mundo dice?
Tu oído ¿sabe diferenciar los sabores?