Aunque no queramos reconocerlo, como dice Job, es imposible para el hombre justificarse. Sí tendremos miles de razones y excusas o argumentos que parecen darnos el crédito de algo bueno y que quizás eso borre o compense lo malo que hemos hecho. La verdad es que todos tratamos de justificarnos ante Dios y Él nos ha mostrado en varios pasajes de la Biblia que no es posible para el hombre ser llamado justo por sus buenas obras. Los intentos del hombre por ser hallado justo son siempre echados a tierra por el simple hecho de que todas nuestras obras de justicia son como trapos de inmundicia delante de Dios ya que están manchados por nuestros pecados.

La justificación es el acto con el cual Dios nos declara justos, no es por nuestros méritos, sino por su gracia. Él no toma en cuenta nuestros pecados pasados ni aun los futuros porque todos nuestros pecados fueron puestos sobre Cristo y es Él quien murió llevando el castigo que merecíamos y al ser satisfecha la justicia de Dios somos llamados justos: “justificados”. Si queremos dar una respuesta a la pregunta de este versículo, sería así: “puedo justificarme en Jesús, su sangre limpió mi pecado y soy llamado justo”. Si no has experimentado esto busca a Dios hoy, tómate un café y medita en tu justicia y lo que te ofrece Dios.

¿Te crees tan bueno que eres limpio?
¿Piensas que tus obras o religión te justifican ante Dios?
¿Es Jesús quien te justificó ante Dios?