Confesar los pecados no es simplemente contarle a Dios lo has hecho, pues Él ya lo sabe; confesar es reconocer que lo que hiciste merece castigo y que eres responsable y culpable de eso. Muchas veces justificamos nuestros actos detrás de los errores de otros o de lo que la otra persona me hizo primero.

Al confesar reconocemos que Dios es Justo y Santo, que Él debería castigarnos y que no podemos escapar de su juicio; pero al mismo tiempo vemos una salida en la persona del Señor Jesucristo, Él nos perdona de los pecados y nos libera del juicio. Acércate a Dios, toma un café con Él y confiesa tus pecados.

¿Has pedido el perdón a Dios por tus pecados?, ¿tienes que confesar algo?