Los eventos sobrenaturales que acontecieron en el día de Pentecostés, tal cual como los registra Lucas en Hechos 2:2-4, fueron una señal para indicar algo nuevo que Dios estaba haciendo. Lo que estaba comenzando era la iglesia de Cristo. La señal hizo que la gente se quede atónita y perpleja y se vea obligada a hacerse la pregunta: ¿Qué quiere decir esto? Fue en respuesta a esta pregunta que Pedro tomó la palabra y predicó su primer sermón. En la parte inicial de su sermón, Pedro citó la profecía que aparece en Joel 2:28-32, para explicar que los eventos ocurridos en el día de Pentecostés son de la misma clase de eventos que Dios hará justo antes de establecer el reino milenial, lo cual es el tema de la profecía en Joel 2:28-32. En ese tiempo todavía futuro, el Espíritu de Dios será derramado sobre toda carne, tanto hombres como mujeres, y profetizarán, los jóvenes verán visiones y los ancianos soñarán sueños. Dios entonces dará prodigios arriba en el cielo y señales abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo. El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre. Esto ocurrirá antes que venga el día del Señor grande y manifiesto. Y todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo.
Todo esto tiene su correspondencia con lo que le fue revelado al Apóstol Juan y que consta en el libro de Apocalipsis. En otras palabras, los eventos sobrenaturales que acontecieron en el día de Pentecostés tal cual como aparecen en Hechos 2:2-4, no fueron el cumplimiento de la profecía de Joel, sino solamente una demostración de lo que el Espíritu Santo hará cuando sea derramado sobre toda carne durante el reino milenial de Cristo. Así que, Pentecostés fue un pre-cumplimiento, una pequeña muestra de lo que sucederá en el reino milenial cuando el Espíritu Santo sea derramado sobre toda carne. De manera que, desde un punto de vista práctico, no se puede fundamentar en el episodio de Hechos 2:2-4 para afirmar que todo creyente hoy en día debe hablar en lenguas, profetizar en el sentido de declarar anticipadamente algún evento que está en el futuro, o saber cosas ocultas o futuras por medio de sueños. En cuanto a cómo explicar las manifestaciones aparentemente sobrenaturales que ocurren hoy en día en algunas iglesias como hablar en lenguas, profetizar eventos que todavía no han acontecido, soñar cosas que más tarde se cumplen, tener visiones de cosas que están por cumplirse, desmayarse y tantas otras cosas más, lo único que puedo decir es que estas prácticas no pueden sustentarse en la experiencia que tuvo lugar en el día de Pentecostés, porque lo que allí ocurrió fue una señal para indicar que estaba comenzando la iglesia y además fue un anticipo de lo que más tarde, hará el Espíritu Santo cuando se derrame sobre toda carne en el milenio.
Por otro lado, en el día de Pentecostés, los que estaban presentes en el aposento alto y sobre quienes se derramó el Espíritu Santo, hablaron idiomas que nunca antes lo habían aprendido. No fue un balbuceo incoherente que lastimosamente hoy dan por llamar don de lenguas. Este balbuceo no fue lo que ocurrió el día de Pentecostés, ni lo que ocurrió todas las veces que el Nuevo Testamento dice que se habló en lenguas.