La palabra ovni corresponde a las siglas de Objeto Volador No Identificado. Con esta palabra se designa a lo que supuestamente algunas personas han visto en la atmósfera y no saben de qué se trata.
Pero lo que Ezequiel vio en visión de ninguna manera puede ser catalogado como un objeto volador no identificado, porque no era un objeto volador, sino que rodaba por sobre la tierra. Además, no era un objeto no identificado, porque en el mismo texto se identifica de qué se trataba.
El registro escrito de la visión de Ezequiel aparece en Ezequiel 1 del 4 al 28. Es un pasaje bastante extenso de modo que permítame hacer un resumen del mismo. Dios dio a Ezequiel una visión de su gloria sobre los judíos cautivos en Babilonia.
Lo primero que Ezequiel vio en visión fue un viento tempestuoso que venía del norte. El viento precedía a una nube con un fuego envolvente. El núcleo del fuego era tan brillante que parecía bronce refulgente. En medio de la nube, Ezequiel distinguió a cuatro seres vivientes, cada uno de los cuales tenía semejanza de hombre y cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas. Las caras eran de león, buey, águila y hombre. Sus pies eran derechos y la planta de los pies se parecía a los de un becerro.
Debajo de las alas tenían manos de hombre. Tenían sus alas extendidas por encima, cada uno tenía dos las cuales se juntaban, y las otras dos cubrían su cuerpo. Había una particularidad muy interesante: No se volvían cuando andaban, sino que cada uno caminaba derecho hacia delante. Además estas criaturas centelleaban como si fueran de bronce muy bruñido.
Su aspecto era como de carbones de fuego encendidos, como visión de hachones encendidos que andaban entre los seres vivientes, y el fuego resplandecía y del fuego salían relámpagos. Estas criaturas simbolizan los atributos que Dios manifiesta en la creación. En las criaturas se notan cosas como la majestad, representada por el león, el poder, representado por el buey, la rapidez, representada por el águila y la sabiduría representada por el hombre. Sobre las cabezas de los seres vivientes aparecía una expansión a manera de cristal maravilloso.
Debajo de la expansión las alas de los seres vivientes estaban derechas extendiéndose la una hacia la otra y cada uno tenía dos alas que cubrían su cuerpo. Sobre la expansión que había sobre sus cabezas se veía la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro; y sobre la figura del trono había una semejanza que parecía de hombre sentado sobre él. Mirando más detalladamente, Ezequiel notó que este ser tenía apariencia como de bronce refulgente, como apariencia de fuego dentro de ella en derredor, desde el aspecto de su cintura para arriba, y desde su cintura para abajo, Ezequiel vio que parecía como fuego, y que tenía resplandor alrededor. Además, Ezequiel notó que había una rueda sobre la tierra junto a los seres vivientes, a los cuatro lados. El aspecto de las ruedas y su obra era semejante al color del crisolito.
Las cuatro ruedas tenían la misma semejanza; su apariencia y su obra eran como rueda en medio de rueda. Cuando andaban se movían hacia sus cuatro costados, no se volvían cuando andaban. Sus aros eran altos y espantosos, y llenos de ojos alrededor en las cuatro.
Al finalizar la descripción de su visión Ezequiel se asegura de mencionar que fue una visión no de ovnis sino de la gloria de Jehová.