Relación con Dios y juventud, Su inquietud tiene que ver con cómo enfrentar las presiones de Satanás, de nuestra propia vieja naturaleza, y del mundo controlado por Satanás, para no ser derrotados.
Sobre esto, me gustaría citar el texto bíblico que se encuentra en Romanos 12:2 donde dice: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
No conformarnos a este siglo, o a este sistema controlado por Satanás, debe ser la meta y el anhelo de todo creyente. Esto es lo que desea para su vida. La manera de lograrlo es por medio de una transformación del entendimiento. Esta transformación del entendimiento es algo que solamente el Espíritu Santo lo puede lograr, mediante la palabra de Dios. Salmo 119:11 dice: “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti”
El corazón para el judío, es lo que para nosotros es la facultad de pensar, la mente. Si alguien desea no pecar contra Dios necesita tener en su mente los dichos de Dios o la palabra de Dios. Para que esto pase, es necesario oír la palabra de Dios, luego leer la palabra de Dios, después estudiar la palabra de Dios, después meditar en la palabra de Dios y por último memorizar la palabra de Dios. Hecho esto, la palabra de Dios se hará parte de nuestra facultad de pensar y pensaremos bíblicamente.
Mientras más conozcamos la palabra de Dios, más difícil será caer en pecado. De igual manera, mientras menos conozcamos la palabra de Dios, más fácil será caer en pecado.
¿Cómo debo enfrentar estas presiones sin temor a ser derrotado?
Si no quiere ceder a la presión que sobre Usted ejerce el mundo, la carne y el diablo, es necesario que lo antes posible comience a invertir suficiente tiempo en la palabra de Dios. Óigala, como lo está haciendo este momento, léala cada día, estúdiela con esmero, medite en ella en todo momento y memorice lo más que su mente pueda retener.
Además de esto, es necesario que cultive su vida de oración. Cuando se ocupa en la palabra de Dios, Dios le está hablando, pero cuando se ocupa en la oración, está hablando a Dios.
Las dos cosas son necesarias. Escoja un tiempo durante el día para dedicarlo exclusivamente a la palabra de Dios y a la oración. Quizá el mejor tiempo es temprano a la mañana, antes de iniciar las actividades diarias. Sea consistente y persistente en dedicar este tiempo a Dios. Por último, involúcrese en una iglesia donde no sólo sea un oyente, sino que tenga la oportunidad de servir al Señor en la medida de su conocimiento y de los dones espirituales que tenga.
La comunión en una iglesia local es como una brasa. Mientras los carbones están cerca de la brasa se mantienen encendidos, pero tan pronto se alejan de la brasa comienzan a enfriarse. No se aleje de la comunión de una iglesia local sana. Hable con los líderes de esa iglesia local para que le asignen algunos trabajos para hacer. Sea fiel en todo lo que le pidan hacer. Si se compromete a cumplir al menos con estas cosas, será muy difícil que ceda a la presión que ejerce el mundo, la carne y el diablo.