Esta es la información que el libro “La Iglesia Peregrina” de E. H. Broadbent proporciona sobre los Anabautistas. Su origen se remonta al año 1524, en Alemania. En esa época muchas de las iglesias de los hermanos declararon su independencia como congregaciones de creyentes. Además afirmaron su determinación de observar y practicar como iglesias las enseñanzas de las Escrituras. Mientras que los creyentes que todavía no se habían bautizado en agua por inmersión, lo hicieron en esta ocasión.
Esto fue el motivo para que a estas iglesias se les dé un nuevo nombre, nombre que ellos repudiaron, porque fue un epíteto ofensivo para hacer creer a los ingenuos que se trataba de una nueva secta. La Reforma de Lutero hizo que muchos así llamados Anabautistas dejen sus escondites y salgan a la luz, para unirse a las iglesias evangélicas existentes, dando a éstas un fuerte y nuevo impulso. Estas iglesias comenzaron a crecer admirablemente y a tener actividades que convocaban a mucha gente. Esto puso en alerta a las iglesias del Estado, tanto Romana como Luterana.
Un observador imparcial, escribiendo en 1526 habla de los así llamados Anabautistas diciendo que ha surgido un nuevo grupo que se está expandiendo rápidamente y que su doctrina está influenciando todo el país y está atrayendo muchos seguidores sinceros de corazón y celosos de Dios.
Este grupo no enseña otra cosa sino amor, fe y la cruz, se manifiestan como personas pacientes y humildes. Participan en el partimiento del pan como una muestra de unidad y amor entre ellos. El grupo crece tan rápidamente que el mundo tiene temor de que causen una revolución, pero ellos no piensan así, aunque en muchos lugares son tratados tiránicamente. Hermoso testimonio de estos hermanos en la fe.
Su Doctrina
La doctrina de los así llamados Anabautistas, consistía principalmente en un apego celoso a las enseñanzas de la Biblia en general y del Nuevo Testamento en particular.
Para ellos no había mayor autoridad en asuntos de doctrina y práctica que la misma Biblia. Por eso rehusaban todo tipo de declaración de fe, de normas de conducta redactadas por los hombres, por más ilustres y respetados que fueran. Por ser eminentemente bíblicos, creían en la salvación por fe, aparte totalmente de las obras o de los sacramentos o de las ordenanzas de la iglesia. Creían también en que la fe verdadera se manifiesta en buenas obras.
Reconocían que la iglesia había recibido de Jesucristo únicamente dos ordenanzas, el bautismo en agua por inmersión y la cena del Señor. Sus reuniones estaban exentas de pomposidad y preferían la sencillez bajo en control del Espíritu Santo. Reconocían que la misión de la iglesia es llevar el mensaje del evangelio a los perdidos y desarrollaron un fuerte trabajo misionero.
La doctrina y práctica de los así llamados Anabautistas causó tremenda incomodidad a la iglesia de Roma y a la iglesia Luterana. Fue así como tanto la iglesia romana como la iglesia Luterana emprendieron una feroz arremetida contra los hermanos tildados como Anabautistas.
Uno de los que se destacó en la persecución de los Anabautistas fue el Rey Fernando I, hermano de Carlos V de España. Aún en contra de su propia voluntad, muchas autoridades fueron meros instrumentos en las manos de Fernando I para el ejercicio de la crueldad contra los tildados de Anabautistas.