En Mateo 10:1, Jesús dio a sus discípulos autoridad sobre los espíritus inmundos, pero según Mateo 17:16, los discípulos no pudieron expulsar un demonio de un muchacho. ¿Por qué?

Mateo 10:1 dice: “Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.” Efectivamente, Jesús dio a sus discípulos autoridad sobre los demonios o espíritus inmundos. Con este poder, los discípulos estaban en capacidad de echar fuera demonios. Sin embargo, este poder dependía de la fe de estos discípulos.

Mientras su fe era fuerte y vigorosa, los discípulos no tenían problema para echar fuera demonios. Pero si su fe flaqueaba o se debilitaba, perdían el poder para echar fuera demonios. Eso fue justamente lo que sucedió más o menos un año más tarde en el incidente que relata Mateo en el capítulo 17 versículos 14-16 donde dice: “Cuando llegaron al gentío, vino a él un hombre que se arrodilló delante de él, diciendo: Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y padece muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. Y lo he traído a tus discípulos, pero no le han podido sanar.” Interesante. Como un año antes los discípulos había recibido de Jesús, autoridad para echar fuera demonios. Pero obviamente, algo no estaba funcionando como se esperaba.

Ciertamente no fue culpa de Jesús. Mateo 17:17 dice: “Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá.” No es que los demonios se habían fortalecido en el año que había transcurrido y ahora ya no obedecían las órdenes de los discípulos. Lo que estaba pasando es que la fe de los discípulos se había debilitado. Por eso Jesús les dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! Acto seguido, observe lo que hizo Jesús. Mato 17:18 dice: “Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora.” Ante esto, los desconcertados discípulos deben haber quedado con una gran interrogante en su cabeza. ¿Por qué nosotros no pudimos echar fuera ese demonio? Note lo que dice Mateo 17:19 “Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? La respuesta de Jesús da en el clavo. Mateo 17:20-21 dice “Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. Pero este género no sale sino con oración y ayuno.” He allí el problema. Los discípulos tenían poca fe.

La gran pregunta sería ¿Qué pasó con su fe? ¿Por qué llegó a ser poca o a debilitarse? La respuesta aparece en el final del pasaje leído. Los discípulos se durmieron en los laureles. Pensaron que la autoridad que Jesús les dio iba a estar con ellos sin importar su conducta, sin importar su norma de vida. Descuidaron la devoción a Dios, descuidaron la palabra de Dios, descuidaron la oración y descuidaron el ayuno. No es extraño que su fe estaba al borde del colapso. Fue por eso que no pudieron hacer lo que Jesús les dio autoridad para hacer. Gran lección para nosotros. Tenemos el Espíritu Santo morando en nuestras vidas. El Espíritu Santo nos da el poder para vivir en santidad, soportar las pruebas, ser testigos eficaces de Jesucristo. Pero si nos volvemos como los discípulos de Jesús,  perderemos también la capacidad para hacer estas cosas.