Esta consulta es de una persona que es creyente, pero desde hace algún tiempo atrás, viene padeciendo de pesadillas. Sueño con Satanás, demonios, infierno, muertos, y todo tipo de cosas que le causan temor. Pregunta ¿Cuál puede ser la razón para esto? Y ¿Qué puede hacer para tener un sueño tranquilo?
Los sueños, normalmente son un reflejo de nuestro estado de ánimo. Es muy probable que últimamente ha estado pensando, o leyendo, o mirando algo que tiene que ver con las cosas con las cuales después sueña. Sería bueno que analice en qué ha estado ocupando su mente últimamente. Si llega a la conclusión que su mente ha estado ocupada en cosas que no agradan al Señor, será mejor abandonar esa práctica y comenzar a hacer lo que dice la palabra de Dios. Ponga atención a lo que dice Filipenses 4:8 “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” Si oye algo que no se ajusta a lo que dice este texto, no siga oyéndolo. Si lee algo que no se ajusta a lo que dice este texto, no siga leyendo. Si ve algo, como en la televisión, por ejemplo, que no se ajusta a lo que dice este texto, no siga viendo, cambie de canal o apague el televisor. Si tiene la costumbre de mirar películas de terror, sobre muertos, fantasmas, brujas, Drácula, asesinatos, deje inmediatamente de mirar este tipo de películas. El oído, la vista, el tacto, el gusto y el habla son vías que llevan información a la mente. Cuide con celo esa información que se va a almacenar en su mente. Si esa información no es lo verdadero, lo honesto, lo justo, lo puro, lo amable, lo de buen nombre, algo lleno de virtud, no permita que entre a su mente. Por supuesto que Satanás y sus demonios son personas reales, dotadas de gran inteligencia y poder, pero no por eso deben ser el tema de toda conversación nuestra. No debemos olvidar que Satanás, y sus huestes demoníacas, fueron derrotado por Jesucristo en la cruz del Calvario. Lo que me gustaría recomendarle es que diariamente separe al menos treinta minutos del día, preferiblemente a la mañana, para leer la Biblia, para estudiarla y para meditar en lo que ha leído. Trate de anotar en un cuaderno las cosas que vaya aprendiendo como resultado de esta práctica. También dedique tiempo a la oración personal. En su oración haga suyas las promesas de la palabra de Dios. Pida a Dios que por medio de su Espíritu le ayude a entender la elevada posición que tiene por ser hijo de Dios. Si tiene algún pecado que confesar, hágalo inmediatamente, no lo guarde para el siguiente día o para el domingo en el culto en la iglesia. Los pecados no confesados también son causa de muchos de nuestros temores y ansiedades. Por último, al acostarse, dedique unos minutos a la oración. Salmo 4:8 donde dice: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque sólo tú Jehová, me haces vivir confiado.” Deje que textos como este, sean la almohada donde recuesta su cabeza. Medite profundamente en lo que este texto significa. Olvídese del trajín del día, de las cosas pendientes para mañana, olvídese de sus temores, cierre sus ojos y medite cada palabra de lo que dicen textos como el citado. En el momento menos pensado se habrá dormido y disfrutará de felices sueños.