El Nuevo Testamento te enseña que debes encomendar a Dios tu causa y Él se hará cargo.
No intentes vengarte o procurar el mal de nadie, simplemente déjalo en las manos de Dios, deja que Él se haga cargo y que en su tiempo y forma haga lo que tenga que hacer.
Nuestra impaciencia nos lleva muchas veces a querer que las cosas cambien en un momento, pero Dios tiene dos fines en toda prueba.
1- Prueba tu paciencia y confianza en Él, si realmente crees que tiene lo mejor para ti.
2- Reserva al malo para traer su justicia y revelar lo que hay en el corazón de cada uno.
Así que no pienses que Dios está inactivo o pasivo, en realidad está dejando que madure la cizaña y se distinga del buen fruto, para cortarlo al final.
Si tienes impaciencia, mejor acércate a Dios y dile cómo te sientes.
¿Crees que Dios es injusto por no castigar en este momento a los que te molestan?
¿Crees que los malos se saldrán con la suya?
¿Pides que Dios los castigue o que haga su voluntad?