Yo crecí en un barrio pobre alejado de la ciudad de Posadas en Misiones, Argentina; cuando terminé el colegio secundario lo hice en el turno de la noche, ya que trabajaba en las mañanas; y mi mamá sabía cuándo yo llegaba en las noches, más allá del horario que normalmente regresaba estaba el ladrido de los perros del vecindario; bastaba con despertar a uno para que todos comiencen a ladrar.
Bueno la crítica y el escarnio despierta a otros con el mismo sentimiento o hábito de pecado; suelen unirse a sus voces y ladran más fuerte, lo curioso es que los perros más pequeños y débiles tiene los ladridos más irritantes y hacen más ruido que el resto.
No dejes que la crítica y los comentarios ofensivos de los demás manejen tu día.
Muchas veces hablan de cosas que no saben; sus pensamientos los llevan a ladrar sin saber realmente por qué.
Refúgiate en Dios en momentos así, sé que la tristeza, el desánimo y hasta desconcierto estarán presentes, pero a pesar de que todo eso sea real, lo que dicen son sólo mentiras que tratan de herirte.
Quizás hiciste algo malo, Dios te perdona, busca en Él perdón; hazlo con tu taza de café.
¿Escuchas comentarios de chihuahuas a tus oídos?
Identifica quiénes sólo hablan porque otros hablan, verás que no tiene idea de lo que dicen.
¿Acudes a Dios por protección y perdón? No te alejes de Él.