¿Pecó Betsabé al tener relaciones sexuales con David? ¿Acaso podía negarse? ¿No se supone que era súbdita y estaba obligada a obedecerle, con lo cual quedaría automáticamente perdonada por Dios?
Tanto David, el rey de Israel, como Betsabé, la esposa de Urías, estaban bajo la ley de Moisés. El séptimo mandamiento del decálogo dice: No cometerás adulterio, según Éxodo 20:14. De modo que, tanto David como Betsabé quebrantaron este mandamiento y por tanto son culpables delante de Dios. En el caso de David y Betsabé debió haber entrado en juego el principio conocido como la cadena de autoridad. Este principio simplemente dice que, si alguien que está en autoridad sobre mí, me solicita hacer algo que va en contra de una autoridad superior, yo tengo la libertad de negarme a hacerlo y atenerme a las consecuencias de eso.
En el Nuevo Testamento encontramos un caso en el cual se puso en acción este principio. El Señor Jesucristo había ordenado a sus discípulos predicar el evangelio. Mateo 28:19-20 dice: «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.«
En cumplimiento de este mandato, los discípulos estaban dedicados a predicar el evangelio. Esto molestó grandemente a las autoridades religiosas de aquel tiempo y ordenaron a los discípulos a dejar de predicar el evangelio de Cristo. Note la respuesta de los discípulos de Cristo. Hechos 5:27-29 dice: «Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó, diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre. Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.»
Cuando personas en autoridad pidieron a Pedro y los apóstoles que dejen de predicar el evangelio, Pedro y los apóstoles se ampararon en una autoridad superior, la autoridad de Cristo, quien les había ordenado predicar el evangelio, y en consecuencia siguieron predicando el evangelio, apoyándose en el principio de la cadena de autoridad, por el cual es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. Así que, cuando David envió a sus siervos a traer a Betsabé para acostarse con ella, ella debió haber dicho algo como lo siguiente: Con mucho respeto, mi señor el rey, yo no puedo acceder a tener relaciones sexuales con usted, porque, en primer lugar, el séptimo mandamiento del decálogo dice que no debo adulterar, y en segundo lugar, yo soy una mujer casada con Urías, uno de los generales de su ejército. De modo que no voy a someterme a lo que usted quiere. Si Betsabé hubiera dicho algo así, no habría ofendido a Dios con el adulterio, aunque con toda seguridad hubiera hecho enfurecer a David. Pero hasta donde se puede inferir, esto no sucedió, sino que Betsabé accedió a esa relación ilícita quebrantando el séptimo mandamiento.
En la Biblia no se detecta que David hubiera violado a Betsabé. Todo parece indicar que los dos estaban conscientes de lo que hacían y estaban de acuerdo en hacerlo. De modo que tanto David como Betsabé son culpables del pecado de adulterio y necesitaron ser perdonados por Dios una vez que reconocieron su pecado.