El texto citado tiene que ver con un segundo diezmo que tenía que entregar el pueblo de Israel. Se requería que el varón de Israel, tome su diezmo, bien sea del grano, del vino, del aceite, de las primicias de las manadas, de los ganados, y lo lleve con él al lugar donde estaba el tabernáculo o el templo, y lo coma allí con su familia. Pero ¿qué pasaba cuando el varón de Israel vivía demasiado lejos del lugar donde estaba el tabernáculo o el templo?

Hubiera sido muy difícil e inconveniente que el varón de Israel tenga que caminar tanto con su familia y su diezmo de productos o de animales a cuestas. En ese caso, la ley de Moisés permitía al varón de Israel vender su diezmo en el lugar donde vivía, bien sea del grano, o del vino, o del aceite, o las primicias de sus manadas, o del ganado, tomar el dinero producto de la venta, y guardar ese dinero para llevarlo al lugar donde estaba el tabernáculo o el templo. ¿Qué debía hacer el varón de Israel cuando llegaba al lugar donde estaba el tabernáculo o el templo, con el dinero por lo que había vendido el diezmo en el lugar distante donde él vivía? Pues aquí justamente cae lo que fue materia de su consulta y lo que erróneamente se ha interpretado, diciendo que significa que se debe poner nombre a lo que se da a Dios, para que Dios se vea obligado a conceder aquello que se desea. Moisés instruyó a los varones de Israel a usar el dinero de la venta del diezmo, para comprar cualquier cosa que quería comer delante de Jehová su Dios.

A esto es a lo que se refieren las palabras de Moisés cuando dice: Y darás el dinero por todo lo que deseas. Si el varón de Israel quería comer junto con su familia, vacas u ovejas, o vino o sidra, podía usar el dinero de lo que vendió el diezmo para comprar cualquiera de estas cosas. Por eso Moisés termina este pasaje diciendo algo como lo siguiente: Compra cualquier cosa que tú deseares con el dinero que vendiste tu diezmo allá lejos donde tú vives, y cómelo allí delante de Jehová tu Dios, y te alegrarás tú y tu familia. Esta es la forma como se reglamentó el segundo diezmo que se debía apartar para Dios. Como notará, esto tiene que ver directamente con los hijos de Israel, no con la iglesia. Si tuviera que ver con la iglesia, sería imposible que podamos cumplir con eso. Ni siquiera existe templo en Jerusalén hoy en día, peor tabernáculo.

De modo que, Deuteronomio 14:26 no se puede usar de ninguna manera para fundamentar la mala práctica de poner nombre a lo que damos como ofrenda al Señor, es decir, esta ofrenda doy al Señor, con el nombre de auto nuevo, o casa nueva, o título universitario, o salud para mí o para alguien diferente, y Dios está obligado a concederme aquella cosa que he nombrado a mi ofrenda.