“Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para ustedes, de manera que siempre, en toda circunstancia, tengan todo lo necesario, y toda buena obra abunde en ustedes.”2ª Corintios 9:8
Las personalidades famosas nunca se liberan de los típicos autógrafos que sus fans les piden luego de largas horas de espera con bolígrafo y papel en mano. Quizá tú también fuiste uno de ellos y aún guardas casi como objeto de museo aquella firma de tu personaje favorito.
Ahora bien, imagínate que la cosa fuese al revés y que fueras tú a quien cierta estrella de cine o de la música se acercara y le pidiera tu autógrafo. Tú ¿qué le dirías? Perdón amigo, esto es un error aquí el famoso eres tú y no yo. ¿No es verdad?
Algo similar le ocurrió a Juan el Bautista quien desempeñó un papel fundamental al principio del ministerio de Jesús. Era su antecesor y anunciaba su llegada al mundo. Algunos lo confundían con Él, pero Juan ni siquiera se sentía digno de llevarle sus sandalias.
Sin embargo, un día mientras bautizaba en el río Jordán, Jesús se aparece de entre la multitud y le pide que también cumpliera con Él ese ritual. Ante el asombro, Juan intenta convencer a Jesús de que la cosa debería ser al revés. Se sentía indigno ante la presencia del mismo Hijo de Dios. Sin embargo, Jesús lo habilita y le dice que así debía ser para que se cumpliese todo lo que estaba escrito.
Juan entonces acepta bautizarlo e inmediatamente ve el Espíritu de Dios bajar en forma de paloma, los cielos abiertos y una voz desde el cielo confirmando la deidad de Cristo.
Muchas veces nosotros también intentamos detener la mano de Dios y lo que Él quiere hacer con nosotros y a través de nosotros. Nos sentimos indignos, incapaces o disminuidos en nuestras capacidades y potenciales. Pero Jesús nos habilita, nos envía y capacita. Él afecta con poder nuestras vidas para cumplir sus propósitos en nosotros.
Si mostramos disposición ante sus desafíos, comprobaremos que Él no se equivoca. Cuando obedecemos a su llamado, luego vemos con claridad lo que tenía para nosotros.
Pensamiento del día:
Cuando Dios te pide un autógrafo, no le niegues la firma.