“Fueron desleales y traidores, como sus padres; ¡tan falsos como un arco defectuoso.” Salmo 78:57
Los registros del pasado dan cuenta de la importancia de los arcos y flechas en las estrategias militares. Ya los asirios eran especialistas en su uso y los grabados en piedra hallados, muestran los vestigios de lo que fueron sus arqueros. Desde la leyenda de Robin Hood hasta los films más actuales tienen protagonistas que no han despreciado esta manera de alcanzar sus objetivos.
Y de esto trata su uso, en manos de un arquero, el blanco a alcanzar sólo necesita un certero disparo de flecha. Un objetivo, dirección, precisión y alcance. Este es el sentido de las convicciones. Posiblemente algunos confundan la convicción con el fanatismo. ¡Lejos estamos de promover fanáticos! Pero personas con convicciones tensan sus vidas como el arco y están preparadas para tirar la flecha hacia objetivos claros.
Impactan la sociedad, las familias y las comunidades con las cuales se relacionan. Eric Fromm decía que hoy las convicciones han pasado a ser cosa rara. Compramos ideas por sentido común y nos adaptamos fácilmente a cualquier cosa que “suene bien a los oídos” pero sin la posibilidad de ser críticos y comparar nuestras certezas a la luz de la verdad de Dios. Esto implica FE.
Una fe tal que crea firmemente sin desplazar la razón, el análisis y la apertura al conocimiento de Dios mismo. Cuando nuestras vidas se apoyan en verdades, no necesitamos adoctrinamientos ni de imposiciones que nos sometan, sino que disfrutamos de la libertad y de la congruencia de vivir lo que creemos direccionados como una flecha hacia Dios. Muchas veces nuestras vidas pierden el rumbo porque no tenemos en claro lo que pensamos ni lo que creemos.
Adoptamos formas según los otros, nos amoldamos a las necesidades de los demás y nuestro arco de la fe se tuerce. Pero cuando es tensado en la persona de Dios, nuestra vida es una flecha que da en el blanco seguro.
Cuando las convicciones están claras, las decisiones se viven con libertad.